Ayuda al desarrollo
Se habla mucho del Tercer Mundo. Desde la prensa, la televisión, la radio, nos llegan noticias sobre la situación intolerable de hambre en Somalia o en Etiopía, sobre las catástrofes naturales en Asia o Latinoamérica, sobre los conflictos políticos que generan cientos de miles de refugiados en Angola o Mozambique.¿Pero qué es lo que se está haciendo al respecto? Más bien poco, mandarles ropa y alimentos o fotografiarse a su lado, iniciativas asistenciales que procuran buena conciencia barata y no salvan a quienes van destinadas, o refugiarse en el "no se puede hacer nada" o "no es culpa nuestra".
El Primer Mundo tiene una responsabilidad, y esa responsabilidad es fundamentalmente política, y, por consiguiente, de toda la sociedad y de los Gobiernos en cuanto representantes de la misma. La ayuda que se da al Tercer Mundo debe ser suficiente para que logre un despegue propio y sostenido. Y en este sentido, el camino trazado por las Naciones Unidas de que cada país rico entregue el 0,7% de su producto nacional bruto (PNB) para el desarrollo del Sur es, en principio, correcto si no se tergiversa su uso. Pero los países acuerdan darlo, y España, por ejemplo, hasta ahora no da ni el 0,2%. En Río salen muchos análisis, pero ningún compromiso concreto, y todos nos quedamos en las buenas intenciones y seguimos despilfarrando. Es necesario superar esa hipocresía y adoptar medidas concretas ya.
En esta línea, somos un grupo de personas que, en unión con otros y bajo el lema Ciudadanos por la supervivencia y la solidaridad, nos estamos movilizando para que se tome conciencia, desde la sociedad y desde los que la gobiernan, de que el hambre es el primer problema de la humanidad.
Como una primera medida, y sin quedarse por supuesto ahí, dado que, mediante mecanismos financieros y comerciales, monopolio tecnológico, etcétera, les estamos extrayendo gran parte de su riqueza, pedimos que ya en los presupuestos nacionales del 93 se incluya el 0,7% del PNB para el desarrollo de los países pobres.
Por ello estamos saliendo a la calle para solicitar de los ciudadanos el envío de cartas a los representantes de los grupos políticos del Parlamento pidiéndoles el voto de su grupo a favor de esta propuesta. La conciencia y la solidaridad nos lo exigen.-
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