"Indicios vehementes de delito"
Las penalidades del presidente de Brasil, Fernando Collor de Mello, no terminan con su abrumadora derrota política ayer en la Cámara de Diputados. A Collor le amenaza también un proceso por delitos comunes y una investigación fiscal sobre sus declaraciones de renta. La votación en la Cámara de Diputados podría tener dentro de pocas semanas una especie de segunda vuelta para el procesamiento penal de Collor.
Arístides Junqueira, un exseminarista de 50 años, padre de dos chicos, con el aire inconfundible de quien pasó años preparándose para el sacerdocio y un sueldo neto este mes de 19 millones de cruzados (unas 270.000 pesetas), se ha convertido en perseguidor implacable de Collor en el campo penal. Desde el 28 de junio de 1989, Junqueira desempeña el cargo de fiscal federal en Brasil, en el que fue ratificado por Collor.
No repara Junqueira en afirmar que tiene "indicios vehementes de que el presidente de la nación ha cometido delitos en el desempeño de su cargo". Está convencido de que Collor lleva un estilo de vida por encima del que le permiten sus ingresos (un sueldo mensual de 13 millones de cruzados, unas 200.000 pesetas). De forma plástica explicaba Junqueira el lunes, en un desayuno con periodistas extranjeros, que su mujer se ocupa de los gastos de la casa, pero él está al tanto de si el dinero llega como hace cualquier ciudadano normal, "yo tengo que pensar que este desayuno lo paga alguien".
Por eso no parece Junqueira dispuesto a admitir que Collor no supiese nada sobre la procedencia de los más de dos millones de dólares (unos 200 millones de pesetas) que costaron los llamados jardines de Babilonia, construídos en la residencia privada de la familia Collor y pagados, al parecer, por su amigo Paulo César Farias. Implacable, asegura Junqueira: "No hago distinciones entre un cruzado y un millón de dólares" en asuntos de corrupción o delitos.
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