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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Falsificación y triunfo

Don Quijote, ya se sabe, es inasible. Se presenta de cuando en cuando, por algunas razones menores: en ésta, porque parece que contribuye a no sé qué grandeza del V Centenario, a este exhibicionismo que hacemos de lo español que no es ni siquiera nuestro, porque viene de otro tiempo, de otro sentimiento: cuadros, teatro, grandezas pasadas. Un fastidio. A pesar de toda esta falsedad de fondo, se acepta porque levanta la memoria de la novela, de las lecturas: porque quizá las incite. Son anotaciones deshilvanadas, palabras recogidas. Fragmentos de un discurso teatral, dicen sus inventores, Azcona y Scaparro, que se titulan autores de la versión. No lo es: es una re cogida de elementos. De fragmentos, efectivamente; pero tampoco discurso, tampoco teatral. No se empeñen: no es teatral (ni discurso), y el trabajo de teatralizar se advierte tanto que se anula a si mismo. El juego de colocarlo dentro de una posible representación de Angulo el Malo no hace más que distanciarlo un poco, reducirlo, quitarle su grandeza. Como la aplicación de elementos universalizadores: no los necesita, el Quijote es universal por sí mismo, más que la Expo que le acogió.Me refiero, por ejemplo, a su italianización en forma de farsa, de puppi como los de Sicilia, que aparecen explícitamente en el retablo de Maese Pedro pero que son la clave de los movimientos de Flotats-Quijote. A la comicidad que sin duda le presta Azcona, tan a gusto en ese elemento , que apayasa a los personajes, pese a la contención de Echanove-Panza; al canto a Barcelona dicho en corbata por Flotats, en el que se ve el deseo de adulación, cuando en Cervantes fue sinceridad.

Don Quijote, fragmentos de un discurso teatral

De la obra de Miguel de Cervantes, en versión de Rafael Azcona y Maurizio Scaparro. Intérpretes: José María Flotats, Juan Echanove, Antonio Medina, Carmen Robles, César Oliva, Carola Manzanares, Izaskun Durana, Pedro Olivera, Cherna del Barco, Maximilian de Elduayen, Francisco Javier Romanos. Música: Eugenio Bennato. Vestuario: Emmanuelle Luzzati. Escenografía: Roberto Francia. Dirección: Maurizio Scaparro. Teatro María Guerrero, 10 de junio.

Debilidades

Todas estas teatralizaciones oportunistas quitan de enmedio el espíritu cervantino. O el compendio de espíritus cervantinos que han hecho sus. desgraciados exégetas. Su humor lleno de sensibilidad, de pena, de desgracia: su paseo por la España decaída y dura, implacable; su grandeza. Flotats le quita hasta la prosodia: se quiera o no, aquello era castellano, en ese idioma estaba escrito y así debía sonar; supongo que involuntariamente, Flotats le pone música francesa, acento catalán, debilidades de afeminamiento y un no sé qué de italiano que le ha prestado el director y que llega a Echanove mismo.Señalo esto de Flotats porque siempre me ha parecido un gran actor y nunca he percibido esos defectos en sus interpretaciones. Echanove está más justo, más moderado: no llega a apaletarse aunque dé esa idea plebeya del personaje, y esa valiosísima primera interpretación literaria del criado llorando a su señor y asumiendo algo de su protagonismo, que después sería tan propia de Shakespeare y del Molière que trasciende el criado de farsa en su final de Don Juan. La mejor teatralidad de esta modesta obra pretenciosa es la figuración de la compañía de Angulo el Malo, que sirve para todos los fondos y todos los personajes episódicos, apenas sin color; pero con un director que podría estar emparentado con el destino -no sé, puede que sea una tontería: todo está suelto y sin intención-, sobre todo por la interpretación que hace de él Antonio Medina, que aparece como un gran actor.

Esta memoria, esta huella sin profundizar de Don Quijoie, tiene siempre una calidad que es la de todos sus creadores: la crítica se hace a partir de un reconocimiento de personalidades. Dura relativamente poco: algo más de hora y media. Pero es un tiempo monótono: toda la riqueza del Quijote se convierte en episodios exactamente iguales, con figurillas de fondo y diálogo o monólogo en primer término, sin variaciones en la dirección, y muy escasas y muy inútiles en la escenografía. Para inconformistas como yo en algunas ocasiones lo insoportable es la prosodia de Flotats, la comicidad exagerada, la inconclusión de los episodios apenas apuntados, la falta de finalidad de todo; afortunadamente, el teatro estaba lleno de personas tocadas de la mejor voluntad, o partícipes en las aventuras que se mezclan en el escenario que gritaron su entusiasmo, ovacionaron hasta que les dolieronIas palmas, se pusieron en pie. Un gran éxito.

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