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LA CUMBRE DE LA TIERRA

Estados Unidos se queda solo al no firmar el tratado sobre la protección de las especies

Estados Unidos se quedó ayer prácticamente solo en su negativa a firmar el Tratado sobre Biodiversidad -documento con el que se pretende conservar las diversas especies de fauna, flora y microorganismos existentes en el mundo presentado en la Cumbre de la Tierra, que se celebra en Río de Janeiro (Brasil), mientras que Japón y el Reino Unido mantuvieron sus reservas al mismo. Las dudas británicas impidieron ayer a la CE anunciar una postura común de aceptación del texto, logrado tras más de dos años de negociaciones que culminaron el pasado 19 de mayo en Nairobi.

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El tratado, que pretende garantizar la supervivencia de plantas, animales y hábitats salvajes, fue firmado en primer lugar por el presidente brasileño, Fernando Collor de Mello. Le siguieron otros 11 países, entre ellos dos comunitarios (Italia y Bélgica) lo que subraya la falta de unidad de la CE en esta conferencia. Tanto Francia como Alemania habían anunciado su decisión de apoyar el tratado, lo mismo que hizo Canadá al principio de la cumbre. España firmará este tratado y el del Cambio Climático en los días finales de la cumbre, los días 12 y 13 de junio, cuando llegue el presidente del Gobierno, Felipe González. El día 9 llegará el ministro de Obras Públicas y Transportes, José Borrell. "Estamos estudiando cuidadosamente ciertos artículos con vistas a firmar el tratado", afirmó ayer el jefe de la delegación japonesa -formada por más de 180 personas- y ministro de Medio Ambiente, Shozaburo Nakamura. Vicente Gómez, el diplomático chileno que ha llevado las negociaciones, afirmó que bajo el frío título de biodiversidad subyacen temas en este tratado como las posibilidades de alimentar y cuidar mejor a las personas mediante la biotecnología.

El máximo representante de EE UU en la cumbre, el director de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente, William Reilly, hizo en la tarde del miércoles un último intento de convencer al presidente Bush de que se firmara el tratado sobre biodiversidad, con la introducción de unos cambios mínimos en su redacción, pero éstos fueron considerados insuficientes por su Gobierno, que se ratificó ayer en su negativa a firmarlo.

" Conscientes del valor intrínseco de la diversidad biológica" son las primeras palabras del texto que deben aceptar al menos 30 países para que entre en vigor. En él, por primera vez, los estados se comprometen a establecer un sistema de áreas protegidas para conservar las especies y a recuperar y restaurar sistemas biodegradados. Se reconocen asimismo los derechos soberanos de los Estados sobre sus recursos naturales, y que el acceso a los recursos genéticos incumbe a los gobiernos nacionales.

La biotecnología se cita específicamente como una parte de la tecnología a la que se debe dar acceso y tranferir a todos los países. Este aspecto es uno de los que objeta Estados Unidos, que considera que no respeta los derechos de propiedad intelectual sobre los productos elaborados mediante técnicas de ingeniería genética con materias primas procedentes del Tercer Mundo.

Por otra parte, el oceanógrafo Jacques Yves Cousteau, de 82 años, llegó ayer a Río con un mensaje catastrofista sobre la explosión demográfica que escucharon con semblante serio los reyes de Suecia y el presidente brasileño, que acudieron a su conferencia. Como ejemplos de devastaciones ecológicas actuales y antiguas producidas por la superpoblación, Cousteau se refirió a Haití y a la isla de Pascua.

Mensaje de Cousteau

El desastre de Haití se debe a su superpoblación -7,5 millones de habitantes y un alto índice de crecimiento demográfico-, afirmó el famoso oceanógrafo. Sus habitantes se han quedado sin peces que pescar ni madera que talar y el país lleva camino de convertirse en un desierto. "Los cambios políticos no lograrán resolver esta tragedia", añadió.

La historia de la isla de Pascua, famosa por sus estatuas, refleja también un desastre ecológico que se fraguó a lo largo de ocho siglos, desde que los primeros habitantes polinesios llegaron en el siglo VII. "Cuando los navegantes holandeses llegaron en el siglo XVII, el hambre, las revueltas y el caos social producidos por la superpoblación habían convertido la isla en un lugar desértico donde solo sobrevivían unos pocos caníbales", recordó Cousteau, que durante su permanencia en Río se reunirá con organizaciones juveniles e indígenas además de que con muchos de los altos dignatarios presentes en la Cumbre de la Tierra. "Tenemos sólo 10 años para apagar la espoleta de la explosión demográfica, el big bang de la población. Ya se ha perdido mucho tiempo, y no hay acuerdo sobre cómo encarar una amenaza tan grande", advirtió.

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