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Intelectuales magrebíes debaten en Madrid sobre cultura y democracia

Hay años en que el Estrecho parece más ancho que nunca, y hecho a propósito para separar dos mundos. Los intelectuales que hoy y mañana dialogarán en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en el Coloquio Magreb-Europa creen, por el contrario, que ha llegado el momento de que el norte y el sur del Mediterráneo se encuentren sobre las bases de una cultura diversa, pero común. "Cuando los magrebíes nos juntamos", dice la escritora y cineasta argelina Assia Yebar, "empezamos a ver cuán diferentes somos entre nosotros. Pero vistos desde este lado del Mediterráneo, nos parecemos mucho".

Una veintena de intelectuales marroquíes, argelinos y tunecinos intervienen hoy y mañana, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en el Coloquio Magreb-Europa, coordinado por la editora Nicole Muchnik y patrocinado por la Agencia Española de Cooperación Internacional, Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe, Ministerio de Cultura, Fundación Pablo Iglesias, y Comunidad y Ayuntamiento de Madrid.Hoy el tema de debate es Relaciones entre la lengua materna y la lengua de escritura. Moderados por Juan Goytisolo, intervienen los marroquíes Edmond El Maleh -hebreo-, Abdelfatah Kilito, el argelino Rachid Buyedra y el tunecino Monsef Wahaibi, además del marroquí Tahar Ben Yelún -premio Goncourt- y de los argelinos Tahar Yaút y Assia Yebar. Mañana, con el tema Democracia y cultura, el moderador será Gilles Kepel -autor de La revancha de Dios-, y los ponentes los tunecinos Abdelwahab Meddeb, Helé Beyi, Fehú Benslama, el argelino Nabil Fares y los marroquíes Abdelkebir Jatibi y Mohamed Benís.

Debatir con españoles

Todos están encantados de estar en España, y no por los motivos retóricos y tópicos del pasado andalusí, sino por la posibilidad de contactar con colegas españoles y de discutir con ellos la experiencia democrática. "Aunque soy argelina", dice la escritora, cineasta e historiadora Assia Yebar, autora de El amor, la fantasía, "viví en Marruecos y luego me establecí en París. España era para mí tierra de paso, pero estoy ansiosa por hablar con artistas españoles y confrontar lo que cada uno somos. Los magrebíes, vistos desde este lado del Mediterráneo, nos parecemos mucho; pero luego, cuando nos juntamos entre nosotros, empezamos a ver cuán diferentes somos".Unos y otros saben que la reflexión sobre cultura en el Magreb y en las relaciones de sus países con Europa resulta inseparable de lo político. "No quiero esquivar el tema", señala el hebreo marroquí Edmond El Maleh, autor de El recorrido inmóvil, "pero lo primordial es que Europa sepa que, por ejemplo, Marruecos no es un desierto cultural, y que en el Magreb hay literatura y qué clase de literatura hay. A partir de ahí, puede abordarse la discusión política, pero no antes".

La tunecina Helé Beyi, autora de Désenchantement national, sobre la descolonización, se lamenta del desconocimiento entre la España actual y el Magreb. "Europa, para nosotros", dice, "significa siempre Francia, un país y una cultura con el que mantenemos una relación ambigua. España, como era una potencia colonial de primer orden, quedó arrinconada en nuestras inquietudes culturales. Pero lo apasionante es que España, como nuestros países, es protagonista de una dialéctica entre tradición y modernidad".

Ni Helé Beyi ni Assia Yebar quieren, en principio, hablar de la situación de las mujeres magrebíes, pese a que -quizá por vivir ambas en París- conocen el tema en profundidad. Sin embargo, Beyi reconoce que "Túnez es el país cuyo código legal resulta más parecido a los europeos: el Estado hizo el trabajo, mientras que en Argelia eso no ha ocurrido". Yebar, uno de cuyos temas en literatura y en cine ha sido el problema de la divergencia entre lengua materna y lengua oficial, cuenta cómo en la patria chica de su madre se han preservado, secretamente, entre las mujeres, no pocas formas dialectales y costumbres originarias de los moriscos que llegaron de España en el siglo XV; concluye con una carcajada: "Puede decirse que ahora, en Argelia, el mundo entero de las mujeres se preserva en secreto".

La diversidad lingüística en el Magreb ha generado no pocos problemas, sobre todo en Marruecos y Argelia, entre el francés de las elites, el árabe oficial¡zado y la presencia del beréber. "Lo que veo de positivo en la experiencia democrática española", comenta el marroquí Mohamed Berrada, autor de Les jéux de l'oubli, sumamente interesante desde el punto de vista de la utilización de diversos lenguajes, "es ese itinerario hacia la libre expresión de las distintas culturas. En Marruecos ya no existe el obstáculo de una actitud estatal dispuesta a marginar los dialectos, sino que es posible integrarlos en un esfuerzo común para captar las transformaciones de la realidad".

El argelino Nabil Fares, que ha vivido en España, quiere aprovechar para saber si en España, y por extensión en Europa, hay preocupación por las culturas del Magreb. "En Argelia", dice, "tras 30 años de independencia y de nacionalismo, se plantea la cuestión de integración de las otras culturas. Anteriormente, cuando la colonización, ni siquiera tuvimos la oportunidad de saber qué pasaba fuera. Hoy se registra en todo el Magreb el renacimiento de un género literario, yehla, algo así como el viaje intelectual. Los escritores magrebíes quieren salir, en una explosión generadora". También el marroquí Berrada ve renovación en los géneros: "Después de una etapa sobre la temática de las grandes ciudades, asistimos a relatos más o menos autobiográficos de jóvenes sobre sus orígenes campesinos".

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