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EDUCACIÓN

Tribunales paralelos realizarán una 'segunda corrección' de la selectividad este año

El Ministerio de Educación estudia con las universidades de su dependencia la forma de contrastar la corrección y evaluación de la prueba de selectividad en la próxima convocatoria. Tribunales paralelos calificarán algunos de los ejercicios de la prueba, aunque la nota que contará será la de los correctores oficiales. El ensayo de la segunda corrección pretende comprobar el grado de objetividad con que son calificados los alumnos, sobre todo en los ejercicios de respuesta abierta, a la vista de que las pruebas tipo test ensayadas el curso pasado no cuentan con la aceptación suficiente.

Esta segunda corrección será la única novedad significativa en el examen de acceso a la universidad de los alumnos que superen el curso de orientación universitaria (COU) en el presente año académico en la ya inminente convocatoria de junio. Se calcula que se inscribirán unos 175.000 en todo el Estado. En estos momentos se desconoce el número de inscritos en la selectividad, porque no se han realizado todavía las evaluaciones previas del COU, en el que este año están matriculados unos 350.000 alumnos. Habitualmente, a la convocatoria de selectividad de junio pasa el 50% de los matriculados en COU. Para el año académico actual se examinaron en la primera convocatoria 170.405 estudiantes, y 163.425 en la del curso 1990-1991. En ambos casos, el porcentaje de aprobados superó el 86%, índice que se mantiene año tras año con muy ligeras oscilaciones. El ensayo de las pruebas tipo test realizado el curso pasado con una muestra de 1.200 alumnos del distrito de Madrid provocó bastantes críticas. Las fuentes universitarias que informaron sobre este nuevo ensayo piensan que la fórmula de la doble corrección "no puede molestar a nadie, porque en el ánimo de los tribunales ordinarios de la selectividad está siempre alcanzar el mayor grado de objetividad posible". "El simple conocimiento de que existirán tribunales paralelos", añadieron dichas fuentes, "seguramente contribuya a que se afine aún más en el proceso de la corrección y la evaluación oficiales".

No se sabe aún cuántas universidades se encuentran dispuestas a facilitar el experimento; pero se calcula que pueda realizarse en una media docena de ellas, sobre muestras significativas de alumnos de los diversos tipos de centros (públicos, privados, concertados, etcétera) y sólo para algunos de los ejercicios de la prueba, seguramente los que son susceptibles de un mayor grado de subjetividad, algo que se produce fundamentalmente en aquellas asignaturas cuyo examen se plantea al alumno mediante preguntas de respuesta abierta.

Sin conclusiones

Aunque no se han hecho públicas las conclusiones del contraste entre los resultados del examen tradicional y los de las pruebas objetivas que se ensayaron en junio del año pasado, aquella experiencia recibió también bastantes críticas. Especialmente duros fueron los profesores de las materias de humanidades, singularmente los de lengua, literatura y filosofía. Expertos en métodos de evaluación del Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE) realizaron un estudio comparativo entre los resultados de los ejercicios tradicionales y los de las pruebas objetivas, pero muy poco ha trascendido de tal estudio. En opinión de relevantes personalidades del ámbito de las humanidades, los exámenes tipo test limitan la ya escasa fiabilidad de las pruebas tradicionales a la hora de evaluar la capacidad crítica y creativa de los aspirantes a ingresar en la Universidad. La experiencia realizada el curso pasado alcanzó un mayor nivel de aceptación entre los profesores del campo de las ciencias. Éstos consideran que sus disciplinas son más susceptibles, en teoría, de ser evaluadas con métodos objetivos.

El ministerio, promotor de la experiencia, no ha vuelto a insistir en el asunto. Al comienzo del presente curso, las autoridades de Educación y Ciencia se limitaron a comentar que el ensayo había demostrado la conveniencia de que en un futuro indeterminado pudiera arbitrarse un sistema de pruebas mixtas en el que se conjugaran los ejercicios tradicionales de preguntas abiertas con otros del modelo tipo test.

También, ante una eventual generalización del distrito compartido, se ha especulado con la posibilidad de llegar a una prueba nacional -al modo del examen para el acceso a las especialidades de los médicos internos residentes (MIR)-, lo que aconsejaría el recurso a la fórmula de pruebas objetivas. Pero ésta posibilidad remota tropieza con la oposición de algunas universidades y, más que de éstas, de ciertos Gobiernos autónomos, aparentemente más celosos de la autonomía universitaria que las propias universidades de su territorio.

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