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TESOROS DE AL ANDALUS

La Alhambra de Granada se abre a la esencia del arte islámico español

130 piezas seleccionadas por el Metropolitan Museum reflejan la riqueza cultural de Al Andalus

Para evitar la concentración de visitantes en las salas de la Alhambra, los organizadores han ideado un curioso sistema de visita consistente en que las entradas se venderán el día de su utilización y el público tendrá que especificar la hora de visita, que se producirá cada 30 minutos, entre las 9 y las 21 horas. El circuito de la exposición es distinto al de la visita ordinaria del monumento.Circunstancias políticas adversas y la dispersión, en ciertos casos a causa de expolios históricos, de las obras correspondientes a los casi 800 años de presencia árabe en España (del 711 al 1492) han impedido un mejor conocimiento del arte hispanomusulmán. Según los historiadores, España no fue consciente del legado que poseía, sobre todo arquitectónico, correspondiente a esa amplísima época, hasta que los viajeros románticos del siglo XIX no escribieron admirados sobre ellos. Para reparar este olvido, el Metropolitan Museum de Nueva York y el Patronato de la Alhambra, con el patrocinio del Banco Bilbao Vizcaya, reunirán por primera vez en el palacio real nazarí 130 piezas procedentes de 15 países y de 70 instituciones de todo el mundo, bajo el título Al-Andalus: las artes islámicas en España.

Las obras provienen de los lugares más insospechados -Rusia, Oriente Próximo, Marruecos, Nueva York, Italia...-, y la búsqueda ha sido tan minuciosa que estudiosos españoles como el director del conjunto arqueológico de Medina Azahara -la ciudad palatina donde se estableció en el siglo X el califato de Córdoba-, Antonio Vallejo, considera que será posible contemplar piezas de las que sólo había constancia escrita y que pudieron estar originariamente en la capital de los Omeyas. Durante los ocho siglos que permanecieron los árabes en la Península hubo muchos percances políticos y el arte mismo evolucionó extraordinariamente, pero hasta hace pocos años no ha sido posible reconstruir sin hiatos el gusto artístico que va desde el periodo califal al de los reinos de taifas (siglo XI), y desde la invasión de los almohades y los almorávides (siglos XI y XII) hasta el apogeo de la dinastía nazarí y la expulsión del último de ellos, Boabdil el Chico, de quien, por cierto, se mostrarán dos objetos que supuestamente le pertenecieron: un casco de parada y una espada de pomo redondeado y empuñadura de marfil.

Una de las características comunes a los objetos que serán exhibidos en Granada entre el 19 de marzo y el 7 de junio es que fueron concebidos más como objetos utilitarios que como obras de arte llamadas a perdurar. Fue una Edad Media muy distinta a la vivida en Europa. Frente al oscurantismo feudal europeo, los musulmanes de al-Andalus -término con que bautizaron al territorio peninsular conquistado y que quizá derive del nombre bereber dado a los vándalos- crearon un arte exuberante, de colores vivos "que representan el aspecto del paraíso islámico que, a semejanza de un jardín, describe el Corán", dice Jesús Bermúdez, arqueólogo adscrito al Patronato de la Alhambra.

La historia del arte hispanomusulmán comenzó muchos años después del 19 de julio del 711, cuando un ejército de árabes y bereberes unidos vencieron al rey visigodo don Rodrigo y comenzaron la conquista de España. Según Bermúdez, "hubo una aceptación voluntaria de aquella civilización superior que venía además como salvadora. Apenas hubo conquistas en el sentido estricto, pues a los árabes se les consideraba más bien unos liberadores que prometían ayuda". La España visigoda era una amalgama racial inextricable, y el arte de entonces, según Antonio Vallejo, sorprende por la pobreza de sus materiales. "No hay manifestaciones de arte visigodo numerosas", agrega el director del complejo de las ruinas de Medina Azahara.

Son muchas las dudas que tienen los propios arqueólogos e historiadores sobre la procedencia de determinadas piezas y su emplazamiento original. Así, por ejemplo, en Granada -y después en una selección reducida en Nueva York- será posible admirar unos jarrones de cerámica de reflejo dorado procedentes de la Alhambra, de 120 centímetros de altura, que han sido cedidos por la galería Nacional de Palermo y por el Ermitage de San Petersburgo, o una cortina del Museo de Cleveland. Sin embargo, las pruebas de que tales piezas embellecieron el palacio granadino no son definitivas.

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