Liquidación de la industria de Stalin
"Nuestra tarea ahora es cerrar, transformar y crear empresas", declaraba hace días el primer ministro Filip Dimitrov a EL PAÍS. Realista ante las dificultades de este ingente proyecto, pero con la tranquilidad de quien sabe que no hay alternativa, Dimitrov, aunque minoritario en el Parlamento ya que sólo es tolerado por el partido de la minoría turca (MDL), ha acometido con éxito en los primeros tres meses de su Gobierno una ambiciosa tarea legislativa para crear un instrumento legal que facilite la privatización y fomente la inversión extranjera.Como demuestra la numerosa presencia de empresarios occidentales, ante todo alemanes y austríacos, ésta ya se muestra receptiva pese a la también proverbial lentitud de decisión del búlgaro que emerge del socialismo.
El Gobierno comenzó su proceso de liquidación de las megaindustrias estalinistas partiendo 100 grandes compañía estatales en 800 empresas, quizá así más atractivas o al menos asumibles por potenciales empresas nacionales, grupos de trabajadores o inversores extranjeros. La voluntad del nuevo gobierno por liquidar las estructuras estalinistas de la industria es resuelta. Su éxito está por ver.
Hace pocas semanas, el Parlamento aprobó por fin la ley sobre inversión extranjera que define un marco muy generoso para el capital exterior, con facilidades de tipo fiscal y de repatrición de beneficios, así como garantías contra la expropia
En la carrera entre las destrozadas economías de los países socialistas por lograr inversiones, Bulgaria ya no está en los últimos lugares, siempre que el Gobierno sepa garantizar la estabilidad que ha tenido hasta hoy el proceso de cambio.
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