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El 'Columbus' de Scott alcanza su apoteosis

Gerard Depardieu, vitoreado en Salamanca

Hoy, lunes, presenciaremos la apoteosis del rodaje de Columbus, cuando la reina Isabel, acompañada del católico Fernando, arrastre 25 metros de manto por la calle de Calderón de la Barca precedida de auténticos indios con taparrabos. El alcalde socialista de Salamanca, que es médico especializado en foniatría (y catedrático de la Universidad Pontificia), está preocupado por esos indios: "En cueros vivos y a cinco grados bajo cero, temo mucho por sus vidas", dijo a este periódico el doctor Jesús Málaga.

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Pero estos indios, traídos de Colombia expresamente para la ocasión, tomaron sus precauciones y llevan varios días haciendo ejercicios para enfrentarse a la colonización de cualquier virus.Por su parte, el más saludable del reparto es Fernando Rey, que no hace de rey Fernando, sino de fraile Marchena. Porque Sigourney Weaver, la reina, está de muy mal ver. Primero abortó, luego le cortaron el pelo -que es lo mejor que tiene- y después se quedó pálida y casi verdosa. Tal vez se deba esto a no salir de su encierro en el hotel y a negarse al calor vigorizante del flash. Sigourney es más inaccesible a la prensa que Isabel Il de Inglaterra. No habla. Parece un decora do mudo y sin pintar.

El rey católico, condenado a no decir palabra por exigencias del guión, habla, en cambio, por los codos: "La prensa me ignora, y creo que eso es injusto, porque al fin y al cabo yo soy el rey Fernando y además me llamo Fernando García, y aunque mi aparición sea breve, resulto indispensable en el rodaje". García es de Madrid, estudió Teología en la Pontificia y ahora, a sus 48 años, es alumno de arte dramático en Málaga.

Depardieu, desde luego, no se alimenta con nabos, sino con cabritillo y chorizos que acaban hinchándole las narices de Cyrano. Ayer, en la recepción ofrecida por el Ayuntamiento salmantino, el actor francés elogió en su discurso la gastronomía local y los vinos de Valladolid. "En Salamanca se come muy bien", dijo, "y además he entablado relación con los toros, y una vez descubierta América, me declararé partidario de las corridas". Gerard Depardieu fue vitoreado desde la Plaza Mayor cuando, calzado con botas puntiagudas de cowboy y vestido de negro, apareció como un oso de peluche en el balcón del Ayuntamiento. En el hotel le esperan siempre cartas y regalos de sus admiradoras, y señoras con abrigos de pieles que sacan la cámara autofoco entre las garras de astracán y le disparan a bocajarro.

Los responsables de la película, cuyo presupuesto ronda los 4.000 millones de pesetas (de los que 350 millones se quedarán en Salamanca), le dan vueltas al título. Algunos sugieren que Colón no se llame Colón, sino Paraíso perdido, a fin de asegurarse la taquilla al otro lado del Atlántico, donde Ridley Scott habrá de competir con el otro Colón de John Glenn, braseado con los tocinos de Marlon Brando.

En cuanto a los dos hijos de Colón -Juan Diego Botto, argentino, 16 años, y Billy Sullivan, 11 años, neoyorkino- son un encanto.

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