Gorbachov se niega a admitir que la URSS se ha roto
Cuando el lunes por la noche la televisión anunció que el presidente de la Federación Rusa, Borís Yeltsin, había hecho público su "'reconocimiento de la independencia de Ucrania, tras la democrática expresión de los deseos de su pueblo" -en el referéndum celebrado el domingo, sólo cabía una interpretación lógica: la Unión Soviética está ya definitivamente rota. Sin embargo, el presidente soviético, Mijail Gorbachov, se resistió ayer otra vez a aceptar la lógica de los hechos al asegurar que una nueva Unión no sólo es aún posible, sino que es necesaria para que el país no se vea abocado "al enfrentamiento interétnico e incluso la guerra". Gorbachov también dejó caer que "quizá" se esté organizando un nuevo golpe de Estado.
Yeltsin, mediante su declaración a través del locutor de televisión, no dejó lugar a dudas sobre lo que significaba su reconocimiento de la independencia al subrayar la necesidad de establecer nuevas relaciones entre Rusia y Ucrania, incluidas las diplomáticas". La única advertencia, expresada en términos amigables, la hizo al mostrar su convicción de que "Ucrania reconocerá y observará todos los pactos internacionales sobre limitación de armamento y su no proliferación".La confirmación de la salida de Ucrania de la Unión, mediante un referéndum popular, se produjo sólo 24 horas después de que el Estado central soviético, a través de una reunión de Gorbachov con Yeltsin, diera un paso casi definitivo hacia su desaparición al poner en manos de Rusia hasta el presupuesto: será la federación que preside Yeltsin la que se encargará de pagar a los funcionarios y empleados del Estado soviético hasta final de año, aunque éstos trabajen en otras repúblicas. Ayer por la tarde, en un rasgo de rebeldía, el Parlamento soviético aprobó un presupuesto diferente al apoyado por Rusia, pero parece poco probable que pueda acabar plasmándose en la realidad.
Control económico
En las últimas semanas, la práctica totalidad de los instrumentos de control económico han sido progresivamente asumidos por Rusia, cuyo Gobierno -y no el casi inexistente soviético- es ahora el único capaz de impulsar una reforma económica que marcará el camino al de las otras repúblicas. El Banco Central Ruso ya tiene respaldo legal para sustituir en sus funciones de banco emisor al Banco del Estado soviético (Gosbank).
Así las cosas, a pesar de que el Parlamento soviético acabó apoyando ayer al presidente de la Unión al aprobar una ampliación del déficit presupuestario que éste había solicitado, Gorbachov es realmente presidente de un país que apenas existe. El líder soviético, sin embargo, se niega aparentemente a reconocer este hecho o quizá trata de ganar tiempo. A primerísima hora de la mañana de ayer se hizo pública una carta remitida por Gorbachov a los presidentes de los Parlamentos de las 12 repúblicas que formaron la URSS en la que hace un llamamiento desesperado -"la desintegración de la URSS llevará a la guerra entre repúblicas y sería catastrófica para el mundo entero"- para que se debata y apruebe el borrador del nuevo Tratado de la Unión que el lunes de la semana pasada no fue rubricado por siete repúblicas al oponerse Yeltsin al su redactado.
El líder soviético señala en la carta que el nuevo centro que prevé el borrador no tiene nada que ver con el del antiguo régimen e identifica la consolidación de la democracia y el progreso de las reformas económicas con el mantenimiento de la Unión. "No hay tiempo que perder", agrega.
Nuevo golpe
No en la carta pero sí en una entrevista difundida ayer oportunamente por la agencia oficial Tass, Gorbachov da otro argumento clave para preservar la unidad: la posibilidad de otro golpe de Estado. "Hay quien está esperando un nuevo golpe", dice. "Quizá están incluso organizándolo. Gente del complejo militar-industrial, gente de las estructuras del partido [comunista]". Las afirmaciones hechas por el general de. Estado mayor Leonid Kozhendaiev, publicadas el sábado, sobre que "el Estado está siendo destruido" y "necesitamos nuevos líderes políticos en los que el pueblo pueda confiar" da idea del malestar que existe en algunos sectores del mando militar.
Borís Yeltsin, que ya dejó claro la semana pasada que no iba a apostar por una Unión sin Ucrania, sigue su camino, y el sábado se reunirá en Minsk con los presidentes de las otras dos repúblicas eslavas, el ucranio Leonid Kravchuk y el bielorruso Stanislav Shushkevich, para definir las futuras relaciones entre ellos, basadas en el modelo de la Comunidad Europea. Los presidentes de las repúblicas asiáticas y del Cáucaso no se prevé que participen en la reunión.
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