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La oposición cubana, dividida sobre cómo realizar la transición hacia la democracia

¿Cómo y cuándo vendrá el poscastrismo? Esta pregunta centró las discusiones del foro sobre Cuba y la transición a la democracia, que se celebró en Madrid los días 26 y 27 de noviembre, organizado por la Federación Internacional de Comités Pro Derechos Humanos en Cuba. Esta reunión permitió un intercambio de puntos de vista, a veces animado, entre cubanos del exilio e intelectuales españoles, muchos de ellos próximos a la izquierda.Los participantes estuvieron en su mayoría de acuerdo en el punto de partida: la caída del comunismo en Europa ha afectado seriamente al régimen de La Habana -"la ayuda soviética", subrayó un ponente, "llegó a representar el 25% del PIB de la isla"-, pero Fidel Castro no ha dado, a pesar de todoja menor señal de flexibilizar su posición. Una transición encabezada por él mismo aparece hoy, por tanto, muy improbable.

¿Qué hacer en estas condiciones? La reunión de Madrid puso en evidencia las divergencias al respecto en el seno del exilio cubano, que se hicieron patentes hasta en las expresiones. Mientras unos comparan la situación actual en La Habana a la de Calcuta, hablan del "holocausto castrista" y justifican la legitimidad de la lucha armada, otros plantean un análisis más sosegado de la situación.

Insistieron, en particular, en la necesidad de evitar cualquier asimilación fácil entre la situación en Europa del Este y en Cuba: por una parte, porque el régimen castrista, independientemente de su carácter represivo, sigue gozando de un cierto apoyo social, y ha sabido jugar con éxito, además de la carta del marxismo, la del nacionalismo; y por otra, porque mientras los pueblos de Europa del Este comparaban su suerte a la de sus vecinos ricos del Oeste, los cubanos tienen como principal punto de referencia a los pueblos latinoamericanos, en general más pobres que ellos mismos.

Con o sin Castro

Por tanto, si la transición con Castro es ilusoria, la transición sin él tampoco es fácil, se dijo en el foro. Además, el poscastrismo empezará por un periodo de ajuste que será difícilmente aceptado por una población acostumbrada desde hace 30 años a una ideología muy igualitaria. Los economistas presentes debatieron sobre las bondades respectivas de una estrategia de ajuste duro y rápido o de una aproximación más gradual.El tema de las presiones exteriores también dividió a los presentes. Algunos exiliados defendieron la necesidad de endurecer el embargo, cuyos efectos ellos mismos no padecen, asegurando que había que "estrangular al régimen". "Estrangular a un Gobierno puede significar también estrangular a un pueblo", contestó otro ponente. El disidente Ricardo Bofill zanjó la polémica al afirmar que "es un error creer que la solución al problema cubaño se encuentra en Estados Unidos; se encuentra, al fin y al cabo, sólo en Cuba misma".

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