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A los señores académicos de la lengua española

El autor del artículo considera que la Real Academia Española tuvo una motivación exclusivamente política en la reciente polémica sobre la definición del vocablo valenciano. En su opinión, la mayoría de los españoles que no hablan más que castellano todavía no se han creído que en España hay otras lenguas, exactamente igual de dignas que la suya.

La prensa se hizo eco de que la Real Academia Española se había sentido "presionada, insultada y ultrajada" por lal "injerencias" de ciertos organismos relacionados con la lengua catalana, a propósito de la sesión del pasado día 24, en que dicha academia modificó la definición del vocablo valenciano. Algún, versículo, del Evangelio nos daría razón del escándalo de los académicos; pero, sin ir tan lejos, las populares lágrimas de cocodrilo cumplen el mismo cometido.En efecto, se trataría de una injerencia que nadie hubiera perpetrado si hubiera habido en juego una cuestión lingüística, científica; pero la acción de la academia era exclusivamente política. ¿No lo habían tal vez advertido? Mucho peor: entonces con mucha más razón se intervino en el asunto, puesto que los académicos pretendían definir un objeto que no conocían. Aunque sí lo conocían, y muy bien, por lo menos algunos de ellos, y sin ninguna duda el señor Gregorio Salvador; experto y habitual en un tipo de provocaciones que han hecho su fotografía bien conocida en los periódicos. Para no resbalar en el aspecto lingüístico, hubiera podidi la academia preguntar a los expertos de dentro y fuera de nuestro dominio lingüístico, o, más fácil todavía, a su colega el lnstitut d'Estudis Catalans, que por real precepto tiene la misión de velar por esa lengua.

Repasar los vocablos

Si así lo hubiera hecho. habría ahorrado el tiempo que gastó en tensiones y en la sesión referida, tiempo que hubiera podido invertir en repasar las definiciones de los vocablos que sí son de su plena y exclusiva ncumbencia. Por ejemplo, la siguiente: "Inferir, tr. Sacar consecuencia o declucir una cosa de otra. // 2. Llevar consigo. ocasionar a un resultado. // 3. Tratándose de ofensas, agravios, etcétera, hacerlos o causarlos" . Valiéndose exclusivamente de esta información (es decir, sin acudir a la intuición que hace innecesario el diccionario en una gran calidad de casos), ningún lector puede saber cuál o cuáles de las siguientes expresiones son genuinas en castellano: a) Infiero una consecuencia de su manera de vestir. b) He inferido una consecuencia a (o para) Pedro. c) De tus palabras infiero mucha prudencia. d) De lo que decís, infiero que no le amáis. e) Tu modo de hablar inferirá malos resultados. f) Ha inferido a Pedro. g) Le he inferido una grave herida. Sería razonable esperar que, al cabo de más de dos siglos del diccionario, por lo menos su vigésima edición fuera algo más útil.

Hubieran podido también repasar su Esbozo, si es la falta de tiempo la razón de no haberlo hecho después de 13 reediciones. Un botón de muestra bastará para que se convenzan de la urgencia. En la página 517 dicen ustedes que hace "oficio, de complemento directo del verbo principal" la siguiente subordinada, en cursiva: "Es lo cierto que ella vivió en santa paz con el viejo durante tres años". Ningún lingüista de ninguna escuela avalaría semejante despropósito, aunque por fortuna tampoco ningún estudiante de bachillerato va a tropezar con esa piedra.

Todavía fueron ustedes prudentes en rechazar la propuesta del señor Salvador, hábil en el sutil arte de decir pero (y para) no decir; puesto que no es un diccionario académico la cancha más adecuada para esos juegos malabares. Sin duda su prudencia se debe, a las referidas injerencias, que por tanto, deberían agradecer. Pero ni su prudente modificación va encaminada a beneficiar a esta lengua, sino todo lo contrario, y perdonen que lo. repita por lo menos para los lectores en general: quienes hace años enrnaranan la cuestión lingüística en Valencia son exclusivamente los que no cultivan ni quieren que se cultive el catalán como lenaua de cultura, como signo de soberanía.

Señores académicos: quienes tenemos la funcion pública de enseñar, cultivar defender el catalán estamos literalmente bartos de tanta agresión pero nos duele mucho más adentro cuando las agresiones parten de instituciones, como la de ustedes, de las cuales e espera que practiquen otro tipo de civismo. ¿No nos van ustedes a permitir siquiera que les enviemos un fax por lo menos cuando está en peligro uno de nuestros bienes más preciados? ¿No comprenden que somos nosotros quienes, periódicamente de forma pública y perennemente de forma velada, somos ultrajados e insultados? No, no exagero un ápice: en su mismo diccionario figuran ¡todavía hoy! varios étimos catalanes escritos de forma bochornosa, vergonzosa, ultrajante; por ejemplo, los.siguientes (los escribo como ustedes y entre paréntesis doy su forma correcta): cúa (cua), chulla (xulla), estug (estoig), fásol (fesol), porche (porxo).

La próxima edición

Aunque con muy pocas esperanzas, me permito sugerirles que, en la próxima edición de su diccionario, dejen ustedes en paz al valenciano, que mejor está en la definición actual que en la que acaban ustedes de aprobar. ¿Intentan, según la prensa, reflejar "el sentir popular"? También muchos norteamericanos (muchos más que los valencianos afectados por nuestro caso) creen firmemente que su lengua les pertenece en propiedad; y el mundo entero sigue diciendo que "el sol sale" y "el sol se va", aunque sea la tierra la que da vueltas: por la misma regla de tres podría su diccionario reflejar Fielmente éstas y otras mil realidades.

Es todo mucho más simple: la mayoría de los españoles que no hablan más que caste llano todavía no se han creído que en España hay otras lenguas, exactamente igual de dignas y con los mismos derechos políticos, económicos y sociales que la suya. Y muchos de estos españoles son incluso universitarios, académicos o políticos. Sólo a los que no pertenecen a dichas clases dirigentes se les podría dispensar que no puedan sustraerse ambiente de sistemático engaño y sutil ocultación creado por éstas.

Joan Solá es catedrático de Filología Catalana de la Universidad de Barcelona.

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