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LA CONFERENCIA DE MADRID

Los árabes hablan de legalidad, y los israelíes, de estrategia

Palestinos e israelíes, finalmente embarcados en el proceso de paz ideado por Washington, optaron ayer por ver el futuro con la mejor óptica posible, y aun así afloró la inflexibilidad que alimenta el conflicto de Oriente Próximo desde hace cuatro décadas. El primer paso de la delegación israelí fue subrayar el valor estratégico de los territorios que arrebató a los árabes. Los árabes se atrincheraron en la legalidad de las demandas palestinas y en el respaldo internacional que ha ganado la causa más crucial para la estabilidad de la zona.

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La sonrisa de los delegados palestinos era mas amplia y parecía mas auténtica que la de los israelíes. De hecho, las primeras palabras que pronunció la portavoz palestina Hanan Ashraui poco después de la ceremonia inaugural de la Conferencia de Paz en el Palacio de Oriente, dieron una clara dimensión de la satisfacción árabe. "Es extremadamente significativo que [el presidente George Bush] dijera que no puede haber paz sin legitimidad ni legitimidad sin justicia", declaró Ashraui desde el mismo podio donde dos portavoces israelíes acababan de hacer una estudiada defensa de la ocupación de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y los altos del Golán.Ashraui saludó la "naturaleza conciliatoria" del discurso de Bush pero expresó cierta decepción porque el presidente norteamericano no hubiese hablado específicamente sobre la fórmula "paz a cambio de territorios". Tampoco había tocado el tema de Jerusalén. Con todo, el que mencionara las resoluciones 242 y 338 de la ONU fue un prometedor comienzo.

Públicamente, la valoración oficial israelí contenía casi idéntico optimismo. "Uno podía sentir cómo se derretía el hielo", comentó el vice ministro de Exteriores Benjamín Netanyahu. Para Ben Aharon, uno de los principales asesores de Isaac Shamir, las palabras de Bush entrañaban "un enfoque positivo y equilibrado". El primer comunicado israelí, sin embargo, fue una reafirmación de que para el Estado judío, la paz exige tratados bilaterales, que sólo pueden lograrse en un arribiente de seguridad en sus fronteras, y que la vía hacia la solución del conflicto es la negociación directa.

Los primeros israelíes que hablaron a la prensa acuartelada en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo fueron dos expertos militares. Diori Gold, director del instituto de estudios estratégicos de la Universidad de Jafa, y Yoash Zidón, representante del diminuto partido derechista Tsometh ante la Kneset (Parlamento), pintaron los riesgos que correría el Estado judío si devolviera territorio a los palestinos, a los sirios y a los jordanos.

Más allá de Damasco

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Gold fue muy gráfico. Dijo que si Israel empleara una estrategia defensiva efectiva, tendría "que estar más allá de Damasco y Ammán..."

En la primera jornada del proceso de paz que nace bajó el signo de la desconfianza mutua los árabes se empeñaron en insistir que forman un frente común y, con palabras distintas pero intenciónes idénticas, afirmaron que sin solución a la cuestión palestiña, pensar en una paz duradera es una quimera.

Sólo delegados egipcios estrecharon las manos de los israelíes porque son los únicos que tienen relaciones diplomáticas con el Estado judío.

El único gesto amigable de parte israelí hacia el resto fue un fracaso. Sara Doron, una delegada del Estado hebrero, trató en vano de romper el hielo cuando extendió la mano a Isabelle Ede, una asesora del ministro libanés de Exteriores Fares Buez. "Me miró, se dió la vuelta y se fue", dijo Doron.

El verdadero problema anoche, sin embargo, tenía poco que ver con la compleja cuestión de fondo. Aparentemente, no existe acuerdo sobre dónde van a realizarse las conversaciones bilaterales que, en teoría, deberán comenzar el domingo o el lunes. Netanyahu hizo un encendido y solitario alegato en favor de trasladar los contactos bilaterales a Oriente Próximo, pero tropieza con la firme oposición de Siria. Para Damasco, la presencia de una delegación israelí en suelo árabe equivaldría a un reconocimiento tácito de Israel.

Los árabes siguen firmes en su promesa de apuntalar la causa palestina. Siria y Jordania muestran un moderado optimismo por el desarrollo de los primeros pasos de la conferencia. "El discurso de Bush es una excelente fase para resolver el conflicto, ya que habla de compromiso territorial", dijo Maruán al Moaser, portavoz jordano de la delegación jordano-palestina.

En una rápida comparecencia ante la prensa tras la intervención del presidente norteamericano, Al Moaser reconoció la importancia de las medidas de confianza que quiere promover Washington, pero insistió en que su país busca en Madrid una solución global y permanente. A este respecto, el jordano recordó que las colonias "siguen siendo un obstáculo para la paz".

"Bush y Gorbachov, como patrocinadores de esta Conferencia de Paz, han tocado las líneas generales del problema de Oriente Próximo, pero sin entrar en detalles. Tenemos que esperar a que el resto de los participantes los toquen en sus discursos. Sólo entonces podremos hacer valoraciones", explicó el portavoz sirio, Yujair Yanán. Insistió el portavoz en que su país ha venido a Madrid "para hacer posible una paz basada en lo que toda la comunidad internacional ha aceptado: las resoluciones 242 y 338 de la ONU; es decir, el intercambio de paz por territorios". "Nosotros", añadió, "ponemos la paz, y la otra parte tiene que entregar los territorios".

Tanto Al Moaser como Yanán expresaron su deseo de que las conversaciones empiecen tan pronto como sea posible. En todo caso, "no antes del próximo domingo" (Al Moaser) pero, sin duda, "aquí en Madrid" (Yanán). El portavoz jordano previno a quienes esperan una segunda fase lineal. "Habrá muchas interrupciones y vueltas a empezar", aseguró.

[El ministro de Exteriores de Egipto, Amer Musa, insistió en su discurso en que Israel ha de retirarse de todos los territorios conquistados en 1967 y restaurar a los palestinos sus derechos legítimos, informa Efe].

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