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Tribuna:NUEVAS TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN ASISTIDA
Tribuna
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La fertilización 'in vitro', a debate

El pasado mes de Julio hizo 13 años que nació Louise Brown, el primer niño probeta; desde entonces, el Comité Ejecutivo del VII Congreso Mundial de Fertilización In Vitro (FIV) ha registrado 18.405 niños nacidos gracias a este procedimiento. Estas técnicas, denominadas genéricamente de fecundación asistida, se realizan actualmente en varios hospitales repartidos por todo el mundo, y son muchos los médicos familiarizados con ellas. Al mismo tiempo, los medios de comunicación han informado ampliamente a la sociedad, casi siempre resaltando excesivamente el lado espectacular de estas técnicas y no tanto sus verdaderos resultados. Así pues, existe experiencia, información y la perspectiva de 13 años para sacar a debate la FIV. Hay una corriente crítica representada, en gran parte, por un sector del movimiento feminista que basa su postura en que la mujer es utilizada como cobaya, sufriendo técnicas invasivas, dolorosas y peligrosas, todo ello forzado por los varones, que, para ver confirmada su virilidad, tienen necesidad de un hijo. Algunos, como la escritora norteamericana G. Corea, aseguran que se experimenta en las mujeres para aplicarlo posteriormente a la industria ganadera, porque es más barata la investigación en mujeres que en animales.

Existe una segunda corriente crítica representada por algunos religiosos, representantes de la ética médica y por las normas jurídicas que, al regular la utilización de estas técnicas, restringe en mayor o menor grado su aplicación. Frente a esta corriente de opinión crítica existe una réplica, tanto en el ámbito social como en el ético, moral y jurídico, que merece un enjuiciamiento por profesionales más cualificados.

Paralela a estas corrientes de opinión existe una crítica médica, de la cual el sector más representativo es un grupo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), denominado grupo europeo, pero que no representa la opinión oficial de este organismo; frente a ella, la casi totalidad de la sociedad científica, y de forma especial los médicos y biólogos que se ocupan de las técnicas de reproducción asistida, encuentran argumentos para continuar trabajando con dedicación y entusiasmo. El debate médico se plantea sobre los siguientes puntos: 1) los pobres resultados; 2) la FIV es un tratamiento de lujo, y 3) medidas alternativas.

1. Resultados. Después de un notable progreso en los primeros años, los resultados siguen siendo muy pobres, oscilando entre el 10% y el 20% las parejas que logran su objetivo (tener un hijo sano); si esto es verdad no es menos cierto que tanto las pacientes como los equipos de reproducción no se conforman con estos resultados; prueba de ello son las nuevas tentativas, entre las que cabe señalar la transferencia intratubárica de gametos o embriones y, más recientemente, la transferencia de embriones en el estadio de blástula, técnicas con las que se han mejorado los resultados. No obstante, aunque el porcentaje de éxitos no sea muy elevado, ello no puede ser un argumento para privar de estas técnicas a las parejas, porque, de ser así, llegaríamos a negar muchos tratamientos a enfermos con dolencias casi incurables o sin remedio; difícilmente se puede admitir no tratar a los enfermos con cáncer de pulmón, porque el porcentaje de curaciones es inferior al 10%.

Terapia de lujo

2. La FIV es una terapia de lujo; se trata de técnicas costosas y muy complejas. El doctor Wagner, miembro del mencionado comité europeo de la OMS, mantenía en el congreso mundial de la FIV, celebrado en París a primeros de julio, la postura de que los recursos destinados a estas técnicas se utilicen para la prevención de la esterilidad y/o a la cobertura de otras necesidades sanitarias más perentorias. Esta argumentación, que parece a primera vista lógica, no lo es tanto si se tiene en cuenta que para muchas parejas la esterilidad es una enorme frustración, fuente de infelicidad y malestar psíquico, y contribuye a su desequilibrio. Es posible que a nivel colectivo la sanidad pública delimite sus prioridades, pero a nivel individual la esterilidad es una enfermedad curable en un porcentaje de casos nada despreciable para los que la padecen. Por otro lado, dedicar todos los recursos para la prevención de la esterilidad y no para el tratamiento, supondría una especie de castigo, de una forma muy especial, para las mujeres que padecen una obstrucción tubárica consecutiva a una enfermedad de transmisión sexual.3. Los detractores de la FIV y técnicas afines preconizan soluciones alternativas para la esterilidad, tales como la adopción o terapias menos costosas. Es conocida, al menos por las parejas estériles, la enorme dificultad que existe en el mundo occidental para la adopción; las leyes y, sobre todo, las pocas madres que dejan a sus hijos, hacen que la adopción sea una solución de la que puedan beneficiarse muy pocas parejas, y, por otra parte, ésta no es igual que la consecución de un hijo genética y biológicamente suyo. De igual forma recomiendan otras alternativas terapéuticas; el tratamiento alternativo a la FIV es preferentemente la cirugía tubárica, pero ésta es más agresiva, más costosa y tiene peores resultados, ya que en los últimos años la técnica de FIV se ha simplificado notablemente, es menos peligrosa y se hace sin necesidad de hospitalización.

4. Por último, está la objeción de las complicaciones, algunas de ellas graves; es evidente que existen, aunque en una proporción muy escasa. Afortunadamente, la técnica se ha perfeccionado y cada día es menos invasiva, más inocua, y los accidentes más raros; como dice el doctor Cohen, "el vivir tiene un riesgo que debe asumirse", incluso al cruzar la calle podemos tener un accidente, pero ello no puede ser argumento para no salir de casa.

El debate que ha fomentado la FIV puede ser muy útil para la sociedad y el conocimiento científico, siempre que no se haga desde posturas intransigentes y predeterminadas; los equipos que trabajan en investigación y clínica de la reproducción pueden beneficiarse de estas corrientes críticas siempre y cuando se hagan sin apasionamiento y con conocimiento, para lo cual sería bueno que estos médicos que se oponen a estas técnicas frecuenten las unidades de FIV. y vean de cerca la forma de trabajar de estos profesionales.

Pedro de la Fuente es catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad Complutense de Madrid y jefe del departamento de Obstetricia y Ginecología del hospital Doce de Octubre.

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