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"¿Dónde están las promesas de Washington?"

Los kurdos de Irak lamentan el olvido de Occidente

ENVIADA ESPECIAL Ninguna ciudad iraquí ha logrado resurgir de las cenizas de la guerra del Golfo como Zajo. Kaláshnikov al hombro y pistola en el fajín de sus amplios monos verde oliva, miles de peshmergas (guerrilleros kurdos) se aprovisionan en esta ciudad fronteriza -a sólo 10 kilómetros de Turquía y otros tantos de Siria- de los víveres necesarios para continuar su lucha contra Sadam Husein. "A nosotros nos toca terminar lo que Estados Unidos dejó a medias después de destrozar nuestro país", dice Sami Halaya, un peshmerga de 38 años que acaba de volver de Suleimanía, donde el Ejército iraquí ha vuelto a disparar sus misiles contra la población, causando numerosos heridos.

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La mayoría de los refugiados kurdos en Turquía a consecuencia del levantamiento peshmerga, tras la guerra del Golfo, han vuelto a Irak. Sólo unas 4.000 personas que vivían en zonas del interior del Kurdistán iraquí permanecen en un campamento en Silopi. En esta ciudad fronteriza turca se encontraba también la base de las fuerzas de la coalición internacional que acudieron en apoyo de los kurdos, pero la semana pasada se fueron los últimos efectivos. Ahora, en caso de un nuevo ataque del Ejército de Sadam, la respuesta de la coalición sólo puede ser aérea, desde la base norteamericana de Incirlik, en el sur de Turquía.

Sherko Sindy, un ingeniero de Telecomunicaciones graduado en el Reino Unido, es uno de los voluntarios del centro abierto en Zajo para facilitar las relaciones entre el Frente Kurdo -que agrupa a los diversos partidos políticos kurdos iraquíes-, la policía de las Naciones Unidas y los representantes militares de la coalición multinacional. Sindy asegura que todo el noreste de Irak se encuentra bajo dominio de los peshmergas, pero teme que de no llegarse pronto a un acuerdo entre Bagdad y el Frente Kurdo, con garantías internacionales, la dureza del invierno en esta parte del mundo puede acabar con la vida de miles de personas.

En Irán continúan refugiados unos 200.000 kurdos que vivían en Kirkuk, Erbil o sus alrededores y que no vuelven por temor a otra matanza. Toda esa zona del interior kurdo, al igual que la capital, Mósul, está controlada por el Ejército iraquí, y Suleimanía se encuentra prácticamente cercada. Los habitantes de Zajo están convencidos de que las tropas de Sadam no volverán a alcanzar esta zona, pero temen que haya un avance del Ejército por el Este, en la frontera con Irán, por donde la policía de la ONU no se aventura.

"¿Dónde están las promesas de Washington de que impondría justicia, democracia y respeto a los derechos humanos en Irak? ¿Dónde el que no volverían a permitir levantar el vuelo a un avión o a un helicóptero? Sadam ha atacado Suleimanía, y la coalición no se ha movido. Para colmo, el Ejército turco viene ahora también a bombardeamos con la excusa de que hay bases de la guerrilla del PKK [Partido de los Trabajadores Kurdos, en pie de guerra contra el Gobierno de Ankara]", afirma Sindy.

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Bombardeos turcos

A una «treintena de kilómetros de Zajo, tres civiles muertos, 35 heridos y varias casas destruidas son la consecuencia de tres días de bombardeos turcos en la zona. No hay rastro de campamentos del PKK y ningún guerrillero ha muerto, pero el Gobierno de Ankara que se encuentra en plena campaña electoral, en la que el problema kurdo encabeza los programas de todos los partidos, aseguró que actuaba en "legítima defensa". "¿Por qué Turquía no manda sus aviones contra Siria e Irán, donde también hay bases del PKM", pregunta Abdul Azezy Rajá, otro voluntario de Zajo. Abdulá Ocalan, Apo, el máximo líder del PKK, reside habitualmente en Damasco.

Las conversaciones entre el Gobierno de Bagdad y el Frente Kurdo quedaron interrumpidas hace un mes ante la insistencia del régimen de Sadam de que cualquier acuerdo de autonomía para el Kurdistán ha de pasar por la vuelta del Ejército iraquí a controlar todo el territorio del Estado, "condición inadmisible" para Masud Barzani, líder del Frente Democrático Kurdo y el principal defensor de la necesidad de llegar a un acuerdo de paz. "Llevamos 30 años de lucha para defender nuestros derechos dentro del territorio iraquí, y en cuanto nos descuidamos una nueva matanza se cierne sobre nosotros. No buscamos un cambio de fronteras, pero tampoco admitiremos que los soldados que hemos echado vuelvan a entrar en la región kurda", asegura Halaya.

El peshmerga señala que Sadam Husein sigue teniendo 3.000 tanques hábiles, centenares de aviones y un ejército que sobrevive con más facilidades que la población. "Nadie puede esperar nada de ese hombre. Sólo la presión internacional puede obligarle a contenerse. De ahí la importancia que tiene el que la ONU y los representantes militares de la coalición internacional se mantengan en Irak. Sin su garantía no hay acuerdo que valga", insiste Sindy.

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