La presión de los mineros fuerza un cambio de Gobierno en Rumania
La presión de miles de mineros del carbón y ciudadanos furiosos forzó ayer al Ejecutivo de Rumania a anunciar un cambio de Gobierno "para profundizar en el proceso de democratización y reforma", según señaló la televisión estatal. Los mineros, al grito de "abajo [el presidente] lliescu, abajo el Gobierno" cercaron la sede gubernamental en Bucarest y se enfrentaron con la policía, en los mas graves incidentes que se producen en este año de creciente tensión social por la subida de precios y la caída del poder adquisitivo. Cuatro personas murieron. El ejército ha sido autorizado a actuar.
El Consejo Supremo de Defensa (formado por el jefe del Estado, Ion Illescu; el primer ministro Petre Roman, y los ministros de Defensa y Seguridad) anunció la formación de "un Gobierno nacional de apertura" y advirtió que tomaría todas las medidas a su alcance para reponer el orden, según la televisión rumana. Al cierre de esta edición continuaban los violentos enfrentamientos en el centro de Bucarest.Entre 7.000 y S.000 mineros de los yacimientos de carbón del valle del Jiu, al oeste de Rumania, secuestraron dos trenes con destino a Bucarest y marcharon sobre la plaza de la Victoria en que se halla la sede del Gobierno.
Los mineros, con las caras aún sucias del polvo hullero, recibieron pronto el apoyo de grupos de ciudadanos de Bucarest que participaron en la ocupación y destrucción parcial posterior de la sede gubernamental.
Los manifestantes lanzaron piedras, bombas de gasolina y otros objetos, y sostuvieron auténticas batallas campales con la policía. Los enfrentamientos continuaban a las dos horas de haberse iniciado.
Creciente resistencia
La agencia de noticias estatal Rompres señaló que varios cientos de mineros se habían hecho fuertes dentro del edificio. Se trata de la manifestación más violenta en Rumania desde los choques en junio de 1990. Entonces los mineros de Jiu habían acudido a Bucarest en trenes organizados por el Gobierno y sembraron el pánico entre la oposición para acabar con la creciente resistencia de los ciudadanos de la capital a la política del presidente Ion Iliescu y el Frente de Salvación Nacional.
Las fuerzas de seguridad usaron ayer gases lacrimógenos pero no lograron repeler el avance de los manifestantes que lograron asaltar la sede gubernamental. Varios salones del edificio fueron incendiados.
Los manifestantes exigían incrementos de sueldos, un congelamiento de precios y la dimisión del presidente, Ion Iliescu, del primer ministro Petre Roman, y de su Gobierno del Frente de Salvación Nacional.
Fuentes hospitalarias de Bucarest dijeron ayer que al menos tres policías y siete mineros resultaron heridos, pero las imágenes de la televisión rumana sobre los violentos choques hacían ver que el número de heridos había de ser superior.
Choques nocturnos
Los choques con la policía continuaban anoche alternándose las cargas policiales con la contraofensiva de los manifestantes, mientras las llamas de los innumerables cócteles Molotov lamían las paredes del edificio. Un corresponsal de Reuter vio a varios vehículos llevar alimento y bebida a los mineros, indicio de un fuerte apoyo de la población a los manifestantes. Un testigo dijo que uno de los vehículos era un camión militar.
Los manifestantes acudieron a los teléfonos públicos de la zona para llamar a sus amigos y vecinos para que se unieran a la protesta. Gritos de "Venid a ayudar a los mineros" eran secundados por gente que estaba en las proximidades de la plaza. El Gobierno de Roman dijo que apelaría a "todos los recursos legales" para aplastar el motín.
"Esta es la segunda Georgia", gritaban algunos grupos de jóvenes, en referencia a la revuelta en la república soviética.
"Trabajamos, luchamos, apoyamos a Cosma", "Abajo Iliescu, Roman y el Gobierno... los ladrones", "Abajo el mercado negro", eran coreadas a gritos por los manifestantes. Unos 52.000 trabajadores de la cuenca minera del Jiu iniciaron una huelga el pasado martes en petición de aumentos salariales tras fracasar la negociación con las autoridades.
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