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Tribuna:AVISOS PARA EL DERRUMBE / 6
Tribuna
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Suburbios del desarrollo

22 de agosto de 1991. Queridos biznietos: os habrán llegado con algún retraso mis últimas misivas (claro que ¿qué son unos días para el correo de los siglos?), y ha sido también porque andaban estos días, en este Diario por el os escribo, sumamente atareados con unas actualidades que les parecían muy entretenidas, unos alborotos en el trance de agregación de las Rusias al Desarrollo (ni noticia os habrá llegado, ni por letra pequeña en los textos de Historia Contemporánea, si es que todavía habéis sufrido vosotros algo de eso), que, en fin, consistían (no sé para qué os cuento) en que, después de rendida aquella vasta nación al modelo único de administración de muerte, surgieron unos cuantos ,militares descontentos, como solía suceder en tales trances, que quisieron hacerle resistencia al Imperio triunfante y restablecer (tal era su desatino) el antiguo Régimen derrotado; total, que le proporcionaron al mundo, a través de los Medios de Formación de Masas, unos días de diversión del aburrimiento letal que iba ya cada día pesando más sobre las poblaciones desarrolladas, mientras les hacían palpitar con la expectativa ficticia de que allí pudiera estar pasando algo.En fin, era lo mismo (sólo que en más grande, como correspondía) que aquello que aquí, este rabo de España de donde os escribo, había sucedido unos años antes, cuando unos viejos militronchos y capitostes, mal avenidos con la marcha, insuflados aún de los ideales que se habían manejado en la fase anterior de administración de muerte, habían entretenido unos días con un susto igual de vano al personal correspondiente.

Y ya entendéis criaturitas, vosotros que ya no tenéis ni idea de los varios ideales que por acá se manejaban un siglo antes de vosotros, que lo mismo daba el color de los ideales: con uno u otro, se trataba de una reacción, inútil y retrasada, a la invasión del único ideal presente y potente, el de la tecno democracia (ese imperio entre cuyas ruinas os estaréis ahora vosotros, viditas mías, debatiendo tan penosamente), en el cual se aunaban y anulaban todos los ideales que a lo largo de la Historia hubieran empleado Estado y Capital para administrar la muerte de las poblaciones.

Pero esas reacciones, vanas, inútiles, ¿por qué entonces, para qué? me preguntaréis acaso. Y tendréis razón en preguntar. Nada hay vano: lo que es inútil para el pueblo, eso es lo que al Señor le sirve.

Y así, esos falsos acontecimientos no sólo servían para divertir un poco a las poblaciones y darles pasto a los Medios de Formación de Masas, sino que además, al fingirles peligros para el Dominio, para el triunfo del ideal del Desarrollo, ese Dominio que pesaba sobre la gente, por virtud de su peligro y de que se fuera a volver del revés la Historia, se les hacía más caro y apreciable, más soportable al menos, y hasta más querido para los más devotos.

Así es como esos desatinados que, en el trance de invasión, se atrevían a levantar aún los polvorientos estandartes de las ideas superadas por el progreso de la Muerte le prestaban al Capital y Estado tecnodemocrático, sin saberlo, el más fino de los servicios.

Miseria millonaria

Porque es que esta forma del Dominio cuyo derrumbamiento os ha tocado a vosotros, criaturitas de mis pecados, padecer ahora... Sí, con estas misivas trataba yo de explicaros, con mi sufrimiento contemporáneo, cómo eran sus engranajes locos, la verdad de sus mentiras, por si ello os ayudaba a afrontar la ruina y a no recaer en las ilusiones del pasado, pero acaso me había centrado demasiado en el Centro, en describiros el terror y miseria ocultos del Régimen del Desarrollo tal como aparecían en el propio Mundo Primero o Desarrollado (la sustitución de la vida posible por un futuro cada vez más cierto, la reducción de todo lo que pasara a Historia, contemporánea, en la pantalla televisiva, la fe tremebunda en que no había más gente que las Personas que se sumaban, un hombre un voto, en las Masas y sus Mayorías, la conversión de las cosas en meras formas de dinero, el derroche de Estado y Capital en cifras de 12 ceros conviviendo con la angustia económica de los de 6 o menos, la venta de ideas de Amor y Sexo como anulación de cualquier cosa que pudiera haber habido por debajo, la creación del caos por la ordenación y la informatización ... ), pero acaso también lo que entre tanto se hacía en las márgenes del Desarrollo, por los países que llamaban Tercer Mundo y en Vías de lo Mismo, lo que pasaba, en fin, en los suburbios, era importante y os podía quizá servir mejor para entender cómo se habrá llegado a ese destripamiento y denuncia de la ilusión del Desarrollo, en la que ahora escupía y os preguntais con rabia "¿Cómo? ¿Cómo?.

Tenía pues que recordaros también un poco cómo eran estos años los suburbios del Desarrollo. Sí, porque los suburbios, cuando había ciudades, no eran más que sus arrabales; pero, cuando había quedado la ciudad sustituida por el conglomerado urbano, los suburbios solían ser la mejor revelación de la mentira de ciudad que el conglomerado urbano era. Pues así también con los suburbios del Mundo.

Teníais que haber visto, prendas de mi perdición, el hormigueo de la miseria millonaria por las afueras de este Mundo, la balumba de hambres fabricadas, de muertes y desgarramientos, de los que trataban a toda prisa de entrar en el cerco del Desarrollo, los estatículos de Asia, África, América queriendo ajustarse a toda marcha al modelo único de sus mayores en la Tecnodemocracia, y por lo pronto, las poblaciones mismas arrojándose en masa de desesperadas inmigraciones a los países de dentro del cerco del Desarrollo.

Teníais que haber visto al menos lo que los propios Medios de Formación de Masas no podían menos de mostrarles (con otra moraleja, por supuesto) a los ojos desarrollados de sus masas propias: los racimos de albaneses hacinados o colgando por la borda de unos barquitos con que alcanzar las costas de la Italia desarrollada; las hordas de alemanes de la mitad retrasada arrojándose por las brechas de la tapia derruida a entrar en el cerco de riqueza y libertad de la mitad progresada, empujadas a su vez por las oleadas de turcos, eslavos y orientales de toda laya huyendo de las guerras y míseras de los márgenes hacia el centro de la Paz y la Democracia; el desangre de las repúblicas sudamericanas ricas (aquéllas adonde habían emigrado nuestros abuelos a ganarse el pan), empobrecidas bajo la Ley de Desarrollo, mandando en sentido inverso hijos y más hijos a buscarse un sitio allí donde el Capital reinaba libre y poderoso; teníais que haber visto aquí mismo, en la España desarrollada, la nueva invasión de moros, hambrientos y desgarrados, tratando de escapar de la miseria y tiranía de viejo estilo alimentadas en el suburbio, llamando con sus chalupas a las puertas de las playas de la abundancia democrática, y los números de hombres desprendidos de mil viejas tribus africanas escurriéndose por los resquicios de este conglomerado urbano a tumbarse hacinados en los jardines comunales, debajo del Palacio Real mismo, o apretarse como sardinas en zahurdas cementosas abandonadas por el Progreso, en tanto y no que la Autoridad les otorgaba la gloria de incorporarse a la Masa de Individuos y al servicio del Desarrollo.

Ese es el proceso que sería bien que entendiérais cuidadosamente. Había consistido, lo primero, en la formación de un ancho cinturón de miseria en torno al Mundo Ideal o Definitivamente Progresado, una miseria que no era ciertamente natural de aquellas tierras, sino fabricadas por el Desarrollo mismo, que empezaba por arrasar cualesquiera procedimientos tradicionales de pervivencia que los pueblos hubieran tenido para ir tirando con su pobreza tradicional; y luego, una vez formado ese cinturón de miseria millonaria al nuevo estilo, se alzaba dentro del cerco del Primer Mundo la antorcha de esto que seguía vendiéndose con nombre de libertad y de riqueza, más esplendente y cegadora hacia fuera cuanto más mentirosa se revelaba dentro.

Y de ahí, esas inmigraciones masivas y, desgarradas, una consecuencia no deseada seguramente por los Ejecutivos de Estado y Capital, que hubieran preferido la otra vía, que los estatículos circundantes se 'hubieran adaptado aprisa y desde arriba al modelo único y sometido rápidamente sus; poblaciones al tipo de esclavitud desarrollada que con tanto éxito se había impuesto en el Primer Mundo, pero que tampoco hacia falta que la deseara nadie, ya que estaba dada por la Ley misma del Desarrollo, y los esfuerzos caritativos de los Ejecutivos de Dios para paliar la miseria de los países circundantes eran una ridiculez sangrienta que no hacía más que completar el cuadro.

El mundo ideal

El caso es que así Estado y Capital habían logrado un doble fin, dentro y Fuera, para el refuerzo de la fe que los sostenía: uno, que aquí dentro la gente creyera más y más desesperadamente en lo que se les vendía, porque, si no, estaba lo otro, los fantasmas de la fase anterior, que todavía a los más devotos , amantes de la Democracia los asustaban y les hacían cantar con temblor emocionado las gracias de esta muerte progresada, y si no, la miseria de las afueras, cuyo horror y asco debía hacerles a las Masas desarrolladas apreciar y lamer agradecidas cualesquiera mierdas que Estado y Capital les sirviesen con nombre de riqueza y de libertad, porque ahí fuera tenían la muestra de lo que les pasaba a los que no se ajustaban a la fe.

Y lo otro, que ahí fuera, en los suburbios, el Mundo Ideal, visto desde el atraso y la miseria, tenía que cobrar relumbres de paraíso terrenal; y la fe, la fe en que eso era la Vida, la Riqueza, la Libertad, tenía que reinar entre los pobres del suburbio (¿qué remedio les quedaba, si se les había dicho que no había otro camino para la salvación, que había un camino, ya trazado, por donde todos los pueblos tenían que ir avanzando, por sus fases, hasta el Desarrollo Total, y, que era inútil por tanto andar haciendo otros caminos que no estuvieran hechos?), reinar mucho más deslumbrante y poderosa que entre los propios súbditos del Centro.

Que en éstos todavía podía estar la fe flaqueando y asomando por mili rendijas la evidencia de su mentira; pero aquellos otros... ¿Cómo les ibas a hablar de la mentira de esta Paz, de esta Riqueza. y Libertad?, para que te dijeran "Bueno, bueno, por lo pronto, vamos a ver si entramos nosotros también en el Desarrollo (en el paraíso), y luego ya hablaremos".

Así se conseguía, por un lado, mantener aquí dentro la Administración de Muerte según el ideal, automovilístico, informático, televisivo, y por el otro, en los suburbios, administrar también la muerte, aunque fuese de maneras más toscas y menos planificadas, pero en todo caso, aplastando los brotes de rebelión de esos otros pueblos (que podía haber sido revelación de la mentira del (dentro), en cuanto que las rebelión es mismas estaban previamente condenadas al Futuro.

Vosotros habéis visto, estáis palpando, cuál era ese Futuro en nombre del que se vendían de presente tantas vidas, se condenaba a los de dentro del Desarrollo a la idiotez que llamaban paz, al tiempo vaciado que llamaban vida, al dinero puro que llamaban cosas todavía, y a los de fuera al ansia y expectativa de entrar al mismo paraíso. Vosotros, lagrimitas mías, sois la verdad de su Futuro.

Y claro que lo que más quería al escribiros era contaros cómo aquí, en el centro mismo del Desarrollo, florecía la miseria sin fondo y como se la sentía cada día; pero también, por si acaso el recordaros cómo se manifestaba en los suburbios esa misma miseria del Centro podía servir para entender algo mejor ese derrumbe, para engañaros algo menos...

Bien temía yo que estos escritos os iban a encontrar tan agobiados de penalidades que ni ganas tendríais de entender siquiera; bueno, lo mismo podía yo también, ¡in siglo antes que vosotros, sentirme derrengado y sin ánimo para entender ya nada. Y sin embargo...

Entender, entender, viditas mías, puesto que es la falsedad y la fe ciega lo que el Poder necesita siempre para la administración de la muerte sobre el pueblo. Y con el entendimiento, a la par, este cariño algo triste con que quiere mi memoria lejana colgarse de vosotros todavía.

Agustín García Calvo es catedrático de Latín.

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