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LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

Gorbachov entierra la vieja URSS y anuncia el inicio de una "nueva era"

Pilar Bonet

PILAR BONET La Unión Soviética, tal como se la conoce desde hace 70 años, fue sentenciada ayer a muerte. El Congreso de los Diputados Populares de la Unión de Repúblicas Populares Soviéticas (el superparlamento integrado por 2.250 diputados) aceptó, bajo la presión implacable del presidente Mijaíl Gorbachov, una nueva estructura de los órganos dirigentes del Estado que pone el poder en manos de las repúblicas. Nace una nueva era.

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La quinta sesión del Congreso, y muy probablemente la última, concluyó sin ceremonias poco después del mediodía. Los diputados, elegidos en 1989, representantes de una situación política ya superada, se dispersaron después de que Mijaíl Gorbachov les agradeciera prosaicamente los servicios prestados y sin los habituales acordes del himno nacional soviético.Anatoli Sobchak, el alcalde de Leningrado, puso la nota final del acto, al pedir oficialmente que se cumpla la última voluntad de VIadímir Lenin, el fundador del Estado, y que su cadáver, hoy en el mausoleo de la plaza Roja, reciba sepultura en un cementerio de aquella ciudad. Nadie se inmutó. Y Gorbachov prometió que la idea será estudiada y también consultada con "los trabajadores".

El presidente de la Unión Soviética trazó una línea entre la época que concluyó el 19 de agosto, al referirse a la "vieja era" y la "nueva era".

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Gorbachov y las repúblicas reinventan la URSS

Viene de la primera páginaEn el cuarto y último día de sesiones del Congreso de los Diputados, Gorbachov se empleó a fondo para lograr una votación favorable de los puntos claves de los dos documentos que dan cauce legal al proceso espontáneo de desintegración del modelo soviético, acelerado por el golpe de Estado del 19 al 21 de agosto. Primero, el Congreso votó punto por punto y luego en su conjunto una disposición que establece las líneas maestras y reglas de juego del periodo de transición hacia un "nuevo sistema de relaciones estatales, basado en la voluntad de las repúblicas y los intereses de los pueblos". Esta disposición obtuvo 1.699 votos a favor y 24 votos negativos.

Acto seguido, el superparlamento se enfrentó con su propio harakiri y pasó a votar la ley con rango constitucional que fija las nuevas estructuras de poder. A las 11,35 de la mañana, tras 35 minutos de tensión, la ley quedó aprobada por 1.682 votos a favor, 43 en contra y 63 abstenciones. 53 diputados no emitieron su voto. Antes de llegar a este resultado, el Congreso se negó por dos veces a aprobar uno de los puntos claves de la ley, mediante el que se crea un Soviet Supremo de nuevo cuño con capacidad para introducir modificaciones constitucionales y totalmente controlado por las repúblicas. Este punto, mortal para el Congreso, el único foro que aprobaba las modificaciones constitucionales hasta ahora, no logró en dos ocasiones la mayoría de dos tercios necesaria.

El presidente amenaza

Si no votamos este punto, el Congreso deja de funcionar", gritó Gorbachov, que, sin ningún recato, presionó hasta obtener el resultado deseado. El nuevo Sóviet Supremo estará formado por dos cámarias, un Sóviet de las Republicas y un Sóviet de la Unión. En el Sóviet de las Repúblicas, cada una de ellas tendrá un solo voto, aunque el número de diputados que les corresponden (un mínimo de 20 elegidos entre los diputados soviéticos y los diputados de los parlamentos propios) varía según el número de formaciones autónomas integradas en su territorio. A la Federación Rusa le corresponden un total de 52 diputados y las restantes repúblicas añaden a la cuota inicial un diputado más por cada formación autónoma que posean.

A la hora de contar los votos, esta cámara tendrá una marcada influencia asiática, si se considera la presencia de cinco repúblicas centroasiáticas y la ausencia de las tres repúblicas bálticas, que esperan el inminente reconocimiento de su independencia por Moscú.

El Sóviet de la Unión, se forma a partir de los contingentes que existían anteriormente para las repúblicas en la cámara del mismo nombre del anterior parlamento, pero ahora con el previo acuerdo de los "órganos superiores de poder de las repúblicas de la Unión".

Las repúblicas deben designar ahora, cada una por su parte, sus nuevos representantes en los órganos de poder central y decidir cuáles serán los métodos para su selección entre sus propios diputados y los que ya tenían en el Congreso.

Listas de nombres

En la Casa Blanca, la sede del parlamento ruso, comenzaban ya ayer a circular listas de nombres. La opinión de que la selección corresponde al Soviet Supremo de Rusia prevalecía ayer en una reunión dirigida por Ruslán Jazbulatov, el presidente en funciones de este organismo.

El esquema de la nueva estructura de poder prescinde de la figura del vicepresidente (a petición de Rusia) e incluye un Consejo de Estado, formado por los dirigentes de las repúblicas y el presidente de la URSS, y un Comité Económico Interrepublicano que gestionará la economía.

Los diputados del Congreso conservarán su cargo hasta que se celebren las elecciones de un nuevo parlamento. Esto significa que los padres de la Patria son autorizados a seguir llevando su insignia, a cobrar sus sueldos, ocupar sus viviendas oficiales y a trabajar, si quieren hacerlo, en las labores del Sóviet Supremo.

El único punto que Gorbachov no pudo ver aprobado ayer consideraba como improcedente la celebración de nuevas sesiones del Congreso. Sin embargo, esto carece de importancia, dado que las facultades constitucionales han sido transferidas al Sóviet Supremo y éste puede ahora anular la disposición, según la cual era obligatorio reunir al Congreso por lo menos una vez al año. Hasta los sectores más conservadores se habían ayer resignado a aceptar el golpe de Estado constitucional dado por los presidentes de 10 repúblicas y Gorbachov, e incluso llegaban a interpretarlo positivamente como la única posibilidad de conservar la Unión Soviética, aunque fuera sobre una base totalmente nueva. Las grandes decisiones que se han tomado serán puestas a prueba por una realidad plagada de conflictos, desde la insatisfacción de las formaciones autónomas, por su escaso peso en la estructura estatal, a los problemas territoriales y la acuciante situación económica.

El Congreso votó además una declaración de Derechos Humanos, pero no reconoció la independencia de las repúblicas bálticas, un punto que figuraba en el orden del día original de la sesión, antes de que Gorbachov y los 10 presidentes impusieran el suyo. Entre las líneas maestras para el periodo de transición se hace referencia al "respeto" por las declaraciones de soberanía e independencia, al tiempo que se exigen conversaciones para decidir las cuestiones relacionadas con este proceso. Otro apartado alude a la necesidad de acelerar la firma del Tratado de la Unión.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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