Reunificación a la rumana
VIVIANNE SCHNITZER 'Rumanos, celebren, Moldavia es independiente' tituló el periódico de Bucarest Adevarul. Con el mismo entusiasmo reaccionaron prácticamente todos los partidos, sindidatos y publicaciones frente a la declaración de independencia de Moldavia, "el segundo país rumano libre".
El Frente de Salvación Nacional, en el Gobierno, intentando mantener la sobriedad política, expresó que la declaración de soberanía moldava era un "acto de justicia histórica". Sin embargo, el clamor de los nacionalistas por una Gran Rumania se hace cada vez más fuerte y los dos mayores partidos de oposición , el Campesino Democristiano y el Nacional Liberal, han exigido públicamente al Gobierno en Bucarest la reunificación con Moldavia, anexada por la Unión Soviética en 1940. Al morir el dictador Nicolae Ceausescu se iniciaron las proclamas por la recuperación de los territorios perdidos y éstas se han intensificado aún más con el proceso de desintegración de la Unión Soviética.
En el día de la declaración de la independencia, a finales del mes pasado, sonaron las campanas en ambos lados del río fronterizo, el Prut, que separó durante 51 años a Rumania de la República Soviética de Moldavia. Ese mismo día se rumanizó el nombre de la capital moldava de Kishimov a Chisinau, fue reinstaurado el himno nacional Despierta Rumania y el presidente de Moldavia, Mircea Snegur, anunció que crearía un Ejército nacional. Con menos simpatías hacia la madre patria reaccionaron las minorías étnicas que viven en la ex república soviética. En Moldavia sólo un 64% de los 4,3 millones de habitantes tienen como idioma materno el rumano. Viven allí 600.000 ucranios, igual número de rusos y una pequeña minoría turca que se instaló hace tres siglos manteniendo su idioma y tradiciones. Una encuesta organizada por académicos de Moldavia y Rumania publicada en Bucarest, asegura que un 71% de los moldavos está en contra de la reunificación. Por su parte, los líderes gubernarnentales rumanos han declarado repetidamente que la reunificación territorial no está entre las metas de su Gobierno.
Mientras en Rumania se extiende la nostalgia popular por el rey Esteban el Grande (siglo XV), otros quieren borrar para siempre el pasado comunista. El monumento al soldado soviético en el centro de Bucarest, que ya ha sufrido varios intentos de derribo, es custodiado por cientos de policías.
El Partido de la Alianza Civil, al que pertenecen la mayoría de los intelectuales rumanos, advirtió que en ese país existen condiciones similares a las que causaron el golpe de Estado en la Unión Soviética. "Para evitar un baño de sangre" propusieron la prohibición "todos los partidos extremistas", entre los que incluyen el Partido Comunista, el Partido Socialista del Trabajo y el Partido de la Gran Rumania.
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