Las repúblicas bálticas consideran que aún persiste el peligro
El temor en Tallin, capital de Estonia, a que aún se realicen acciones militares soviéticas contra las sedes de los Gobiernos de los tres Estados bálticos era ayer evidente. El miércoles, los ataques contra instalaciones claves continuaron y funcionarios bálticos insisten en que aún persiste el peligro. No obstante, las tropas soviéticas se retiraron ayer de Tallin, según informó el jefe de la guarnición militar soviética, almirante Yuri Belov, que confirmó también que los soldados habían desalojado las instalaciones de la televisión lituana, ocupada desde enero pasado.
"No importa lo que esté pasando en Moscú, esta gente quiere sangre", dijo el diputado letón Valdis Birkavs, refiriéndose a los partidarios de la línea dura en Riga (Letonia) y al Ejército soviético, que aparentemente les apoya. El miércoles por la tarde, todavía no había signos de que las tropas soviéticas fueran a retirarse de las instalaciones que han estado ocupando durante los últimos tres días en Letonia, Lituania y Estonia."Hay mayor concentración de partidarios de la línea dura en los países bálticos", dijo Birkavs en Tallin, tras viajar en coche desde Riga. "Temo que esta gente ansía el poder de tal manera que, aunque les hayan echado de Moscú, seguirán intentándolo en el Báltico". Y añadió: "Para Occidente y para la URSS, la presencia militar en el Báltico puede acabar siendo el mayor problema".
Como confirmación a las preocupaciones lituanas, un grupo de cuatro a seis soldados soviéticos saltaron de un vehículo militar y dispararon contra el Parlamento lituano poco antes de la medianoche del miércoles. Un guardia de la defensa civil de la república murió tras un intercambio de fuego. Uno de los atacantes fue detenido. Según los observadores, se trató de un "incidente raro y aislado" perpetrado por extremistas descontentos.
El presidente lituano, Vitautas Landsbergis, dio un ultimátum a las tropas del Ministerio del Interior soviético para que abandonasen la torre de la televisión de Vilna, que tenían ocupada desde el pasado 13 de enero tras un sangriento combate en el que murieron 14 personas. La evacuación se produjo finalmente ayer.
Antes de que el golpe fracasara en Moscú, los Parlamentos estonio y letón declararon su completa e inmediata independencia de Moscú en un intento de conseguir el apoyo occidental. Según la radio de Estonia, Borís Yeltsin dijo que reconocería inmediatamente su independencia. De hecho, la Federación Rusa ya ha reconocido la independencia de Lituania.
Los líderes de Estonia y Letonia esperan que la decisiva declaración de independencia, aprobada por unanimidad, será seguida por el completo reconocimiento de Occidente. Los Parlamentos lituano y letón también han pedido el reconocimiento internacional.
"Acciones desesperadas"
Las tropas soviéticas se retiraron ayer de Tallin, pero a pesar de ello el primer ministro estonio, Edgar Savisaar, advirtió: "No hay que descartar acciones desesperadas en Estonia por parte de elementos extremistas". La seguridad ha sido incrementada en tomo a los edificios oficiales.
Durante la crisis de poder en el Kremlin, los líderes bálticos han reaccionado con decepción ante la vacilación occidental a dar su apoyo explícito a los Estados bálticos. Se quejaban de que Occidente siempre encontraba una razón para no reconocerles. El presidente del Parlamento estonio, Marju Lauristin, declaró: "Decían que no podían apoyarnos a causa de Gorbachov. Luego, no podían por los partidarios de la línea dura. Sólo son excusas para no actuar de modo decisivo a favor de la democracia y de la libertad".
En las calles de Tallin había gente que sugería que los dramáticos sucesos de Moscú habían sido organizados por Gorbachov como excusa para aplastar a los bálticos. En esta capital se ha dicho a menudo que una Rusia democrática sería el único medio de que los tres Estados bálticos recuperen la independencia que perdieron en la II Guerra Mundial.
A medida que llegaban las noticias al Ministerio de Exteriores de Estonia sobre el desarrollo de los acontecimientos en Moscú, había vítores y signos de alivio de que lo peor había pasado y de que la independencia, que parecía tan lejana hace pocos días, puede estar más cerca que nunca.
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