Los efectos aplazados del 'lunes rojo'
La crisis soviética ha provocado incertidumbre en los círculos económicos españoles. A pesar de las tranquilizadoras noticias de ayer, aún no se ha disipado la sombra que arroja la siguiente incógnita: ¿qué pasaría si la Unión Soviética diera marcha atrás en su proceso de apertura económica?Las reflexiones de los expertos coinciden en que las repercusiones directas sobre España serían escasas, debido a la casi inexistente relación entre ambos países. Otra cosa serían las consecuencias indirectas, sobre todo a través de Alemania.
Los expertos coinciden en que quien primero recibiría el impacto del cambio de rumbo político y económico de la URSS sería Alemania, que vería desacelerar su crecimiento. Esta ralentización se trasladaría al resto de las economías europeas, lo que supondría el primer gran impacto sobre España.
Esta hipótesis, según los analistas, obligaría a un esfuerzo extra de relanzamiento que, necesariamente, requeriría una relajación general de la política monetaria. O sea, una bajada de los tipos de interés.
Pero sin llegar a este efecto encadenado, el hecho de que Alemania sea el segundo cliente comercial español -tan sólo detrás de Francia- pondría en serios aprietos al déficit exterior, uno de los principales puntos de desequilibrio de la economía nacional.
Durante los seis primeros meses del presente ejercicio, las exportaciones con destino a Alemania fueron por un valor global de 514.232 millones de pesetas, lo que supone un incremento del 68,3% respecto al mismo periodo del año anterior. Sólo esta cifra muestra a las claras la creciente dependencia de la economía española respecto a la alemana.
Otro de los efectos en cadena sería el fortalecimiento de la peseta, algo que ya ha ocurrido en los tres días que han durado los efectos del lunes rojo. Los inversores que estaban refugiados en el marco alemán cambiaron rápidamente de cobijo y se colocaron bajo la fortaleza del dólar, del yen o de las monedas europeas respaldadas por altos tipos de interés. La peseta, la lira y la libra esterlina serían -de hecho lo han sido estos días- los refugios elegidos por los inversores asustados por los efectos de la crisis soviética.
Esta presión sobre la peseta la dispararía a la parte alta de la banda del Sistema Monetario Europeo (SME), lo que obligaría a una relajación del precio del dinero.
El papel que jugaría el petróleo también da lugar a varios análisis. Los expertos coinciden en que la dependencia española del crudo soviético es muy escasa, prácticamente un 5%. Además, Repsol tiene un acuerdo con Pemex en el que está incluida una cláusula por la que la compañía mexicana se compromete a cubrir el déficit de crudo de la española. Es decir, que el hipotético problema de desabastecimiento de petróleo en España sería prácticamente inexistente en este caso.
Para los analistas, el verdadero problema surgiría con el precio del petróleo en el supuesto de que la Unión Soviética tuviera que reducir su producción de dos millones de toneladas diarias, con lo que se vería afectado su consumo interno. Si ocurriera algo así, los precios sí podrían subir, con el consiguiente efecto inflacionista sobre la economía española.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.