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Entrevista:Presidente de la Xunta de Galicia

"Suárez usurpó el centro"

Llamamos al timbre, se abrió la puerta de hierro y allí estaba Manuel Fraga. "Bien venidos y adelante". "Usted primero, don Manuel". "No, ustedes primero. No pierdan tiempo. Vayan hasta el fondo. Y disculpen por cómo se encuentra la casa, pues aún la estamos instalando". Al fondo era el despacho. Mesa escritorio con muchos papeles, estanterías repletas de libros, un tresillo donde Fraga determina que debe sentarse el periodista; él, en un sillón más alto junto a la pared."¿Quieren tomar algo? ¿Un refresco, aguardiente, vino gallego, pastas, café?". Está muy moreno y bastante delgado. "En efecto", dice, "he bajado peso. Al llegar a Galicia me di cuenta de que no tenía otra opción que ponerme en 100 kilos o bajar 10 y opté por lo segundo. Y me encuentro bien. Yo creo que cada cuerpo está hecho para el sitio donde nació": ¿Y qué vida hace en estos días de vacaciones? "Tengo aquí una oficinita, aunque voy a Santiago cada dos o tres días. La verdad es que se debe descansar, pero sin romper la continuidad. Si salgo de pesca por la mañana, por la tarde trabajo. Cada dos días un amigo me lleva a pescar ahí, frente a cabo Prior. Capturamos fanecas y lo pasamos muy bien".

La casa de veraneo de Fraga está en Perbes, en un cruce de caminos. Uno de ellos es la carretera de Betanzos a Puentedeume, otro la que va a Campolongo y Perbes, y antes pasa por el cementerio. Otro es la bajada a la playa, y desde allí se divisa la luminosa ría de Betanzos. O la fantasmagórica ría -depende-, como en la presente ocasión, pues, de súbito, la mar se metió en brumas, que ascendían, algodonosas, y se enmarañaban por los pinares. La finca de Fraga es pequeña y se cierra con altos muros de piedra, uno de los cuales aún está abierto del bombazo terrorista que le pegaron hace unos años, y esa parte la han parcheado con tablones de madera. Dos guardias civiles montan en la calle una discreta escolta.

Hace un mes, el presidente de la Xunta y sus conselleiros celebraron una reunión en el monasterio de Sarros que fue muy comentada. Nada más apuntar el tema, Fraga lo matiza a una velocidad impresionante: "¡Es normal! En un Gobierno, independientemente de las relaciones del presídeme con cada conselleiro, y de las reuniones semanales, de vez en cuando conviene tener un período de reflexión. Ahora ha sido en Sarros y el año que viene será en Sobrado de los Monjes. Son sitios muy adecuados. Los monjes", dice, con una sonrisa picarona, "los escogían muy bien, lejos del mundanal ruido. A mí me han gustado siempre estas reuniones, que, por cierto, tienen gran tradición. Un ó de los actos más importantes de la historia de España es la sentencia arbitral de Guadalupe, donde Fernando el Católico, como rey de Aragón, puso fin a los malos usos de los feudales catalanes. No pretendo ponerme a ese nivel, desde luego. Digo sólo que es un buen lugar. Y no supone ninguna vinculación, salvo el reconocimiento de la fuerza del espíritu para crear la paz de las conciencias. Cuando se retrasó una ponencia constitucional en la que yo tenía que formar parte, don Santiago Carrillo propuso que nos reuniéramos en un convento, y, por una vez, el señor Carrillo y yo coincidíamos, ja, ja".

Al año y medio de su toma de posesión como presidente de la Xunta, Fraga considera positiva la tarea realizada: "Primero: la política ha vuelto a ser una cosa seria en Galicia. Segundo: la Administración, que estaba desorganizada, ahora está organizada, y hemos hecho una oferta pública de 4.000 puestos de trabajo para que los funcionarios no dependan de la designación a dedo. Hemos hecho un planteamiento serio de las infraestructuras, incendios forestales...".

Este año Galicia no ha sufrido tanto el problema de los incendios, y como apuntamos la posibilidad de que haya influido la suerte, Fraga se apresura a responder: "Yo no hablo nunca de suerte, sino de protección de la Providencia. Pero ya sabe aquello de a Dios rogando y con el mazo dando. Cuando en nuestra campaña electoral dijimos que íbamos a acabar con los incendios, la oposición lo tomó a broma. Y lo cierto es que hemos reducido a la tercera parte la superficie quemada".

Recientemente, el cardenal Tarancón ha alertado sobre la indiferencia que parece tenerla sociedad española frente a los casos de corrupción política, y Fraga le da la razón: "Yo lo he dicho con palabras paralelas en un sentido sociológico. Cuando un país pasa por un gran desarrollo económico, el dinero cobra mayor importancia y entonces se piensa que el fin justifica los medios. Pero después de dicho esto, es evidente que la corrupción política ha adquirido un volumen muy preocupante, y esto ha sido, precisamente, en los años ochenta".

Las leyes sobre datos informáticos y seguridad ciudadana, que están en proyecto, han suscitado gran controversia, y no parece ser Fraga uno de sus peores críticos, a juzgar por lo que opina sobre estas cuestiones: "Los problemas de seguridad ciudadana obligan a tomar medidas, que pueden pasar por restringir aquellas libertades de las que pueden abusar los terroristas. Y yo creo que aquí debería de haber un consenso básico. No hago míos todos los argumentos del ministro del Interior, pero circo que España está por debajo de unos niveles exigibles de seguridad, y hay que nacer algo".

Roca decía el pasado lunes en EL PAÍS que en la transición hubo una especie de complicidad entre políticos y periodistas, y querríamos saber si también la tuvo Fraga. responde tajantemente: "Yo no he participado de esa complicidad. Y he pagado el precio". ¿Cuál es el precio que ha pagado? "Cuando yo digo una cosa, ya la he dicho, y nadie tiene que añadir nada más

El día que visitamos a Fraga se supo que viajará en septiembre a Cuba, y al mencionárselo parece restarle importancia: "Es una visita más Yo, donde quiera que haya gallegos pienso estar. Poco tiempo, viajes baratos, bien pensados, y subrayo lo de baratos y bien :pensados. Además, sabe usted que he pasado parte de mi infancia en Cuba, donde mis padres se conocieron". Pero el viaje -le recordamos- podría tener ahora una significación especial, ya que después vIsitarán Cuba los Reyes. Y entonces Fraga mueve la cabeza de un lado a otro, mira hacia lo alto mientras dice: "Bueno, el Rey es el más importante... Es bueno que el Rey va ya a todas partes. Y es bueno que termine el aislamiento cubano, para que evolucione como debe".

Le recordamos a Fraga aquella intervención cl ue tuvo en el palacio de Montjuïc, de Barcelona al principio de los años setenta, cuan do presentó la opción de centro, y la pregunta es si no le dio pena que Adolfo Suárez ocupara ese espacio. "Fue un intenta fracasando", es su respuesta, "y ahora se ve quién lo va a ocupar: quienes lo creamos. Se trató de una usurpación ocasional utilizando los medios del Gobierno pero como no había ideas detrás, ahora las cosas vuelven a su sitio". Quedan las opciones de: derecha e izquierda, que Fraga, en cierto modo, rechaza: "Son definiciones antiguas. Es como si ahora usted y yo nos ponemos a discutir si es mejor llevar levita o frac. o sea, que no tengo más que decir. En el mundo los países no se definen por si son de derechas o izquierdas, sino por cómo funcionan. Se distinguen porque la gente tiene libertades razonables para vivir y discurrir, o no las tienen. Y eso no parece ser específico de izquierdas o de derechas. Esa idea de que el de izquierdas es progresista es -lo diré en terminología de Cela- una gilipollez".

¿Cómo ve Fraga al partido socialista? ¿Centrándose también? "Sí, en cierto sentido, y renunciando a muchas ideas. Nosotros también hemos renunciado a algunas, ¿por qué negarlo?; pero es lo cierto que, como estamos más cerca de la realidad y menos en el dogmatisrno ideológico, nos hemos movido menos'".

Manuel braga, delgado, con aspecto saludable y talante combativo, a sus 68 anos no da la sensación de que vaya a poner fin a su vida política. Y como se lo comentamos, responde: "La vida humana depende de Dios, y no tengo más que decir. En cuanto a la vida política, he tomado la decisión de completar mi gestión en Galicia y n o presentarme a la reelección. Y yo cumplo lo que prometo".

Fraga vuelve a mostrarse tan obsequioso como al principio: "¿Quiere un refresco, oporto. aguardiente, vino gallego, unas pastas, café?". Todo eso lo dijo en el tiempo que: una persona corriente tarda en decir agua. Cuestión de temperamento y de capacidad de dicción, naturalmente. Lo cual presenta a Manuel Fraga como una persona. crispada, y quizá lo sea en determinadas ocasiones, mas es lo ciento que, en la entrevista, estuvo distendido y afectuoso. Sin pasarse, naturalmente.

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