Los Tolmo
Hace 20 años, en Toledo, como en el resto de España, corrían tiempos dificiles para la cultura y para tantas otras cosas. Algunos gestos y actitudes cívicas tenían entonces una significación política añadida y contribuían con indudable eficacia al desgarramiento de la red que sujetaba al país. Como paradigma de aquellas actitudes comprometidas con el progreso, nació el Grupo Tolmo, regado con el agua, siempre fecunda, de la amistad.Paco Rojas, Raimundo de Pablos, Eduardo Sánchez Beato y Luis Pablo Gómez Vidales decidieron reconvertir unas viejas cuadras de la calle Santa Isabel en un taller de pintura, en una sala de exposiciones, en la sede de una asociación cultural que defendiera el arte de vanguardia. El sentido abierto del grupo hizo que pronto se incoporaran otros artistas. Y así, con algunas altas y bajas en el camino, se configuró el Tolmo que hoy conocemos, compuesto por sus cuatro fundadores y por Gabriel Cruz Marcos, Fernando de Giles, Félix Vi]]amor y Julián García Rodríguez, Jule.
Doble vinculación
Los Tolmo, desde un principio, tuvieron una doble vinculación con el mundo de la cultura, la que se derivaba de su propia actividad creativa y la que procedía de su decidida actitud ciudadana, de su irrenunciable vocación de hacer revivir el dormido corazón de Toledo.
Respecto a la primera, el Grupo Tolmo es el único colectivo de vanguardia que como tal se conoce ahora en España. Su plástica -su pintura, su escultura- no tiene un carácter homogéneo, ni responde a una misma concep ción del arte. Junto al expresionismo desgarrado y el constructivismo más sereno conviven también en su seno los realismos subjetivos. Sus componentes siguen caminos expresivos y técnicos distintos, aunque partan de un mismo taller y recalen en un horizonte compartido. Con un prestigioso apellido común todos ellos tienen su propio nombre, su propia respuesta artística, su personalidad intacta.
Por el otro lado de su proyección cultural, fueron, desde sus inicios, un auténtico y necesario revulsivo para la ciudad, organizando ciclos de cine, recitales de poesía, conciertos, exposiciones, siempre apuntando a un arte de calidad y de vanguardia. El más asombroso exponente de esta actividad lo constituyen las más de 200 exposiciones de otros artistas realizadas a lo largo de estos 20 años.
Los Tolmo han sido también ejemplares defensores del patrimonio histórico de su ciudad, un patrimonio que hoy como ayer sigue en peligro. Ellos sabían que el dilema conservación o progreso era tan falso como reaccionario, y que el verdadero progreso en una ciudad como Toledo implicaba mantener en pie el legado histórico artístico recibido, en una ciudad viva, al abrigo de la especulación y al servicio de sus habitantes. No es casualidad que el mejor documental sobre el proceso de deterioro que padece Toledo, el más expresivo grito de alarma y de socorro, lo haya realizado precisamente Fernando de Giles para Televisión Española.
Tres razones
¿Cuáles son las razones que explican la pervivencia fecunda del Grupo Tolmo? Citaré tres que me parecen principales: su común preocupación por el enriquecimiento cultural de Toledo, la amistad que les cohesiona, su indeclinable entusiasmo. Y son tres razones más que me mueven a identificarme con ellos pues yo también, en mi modestia, me encuentro comprometido con Toledo, yo también creo en el altísimo valor de la amistad y yo también, coetáneo riguroso de alguno de ellos, he ido dejando siempre de lado cualquier tentación de escepticismo o abandono para seguir viviendo, y, cumpliendo mi tarea, con la fuerza del entusiasmo incólume.
El nombre de Tolmo fue escogido al azar por los fundadores del Grupo "un poco siguiendo con romántico mimetismo el gesto de los dadaistas", según puede leerse en un magnífico catálogo que la Junta de Castilla-La Mancha les ha dedicado recientemente. Y es que la sonoridad, la fuerza evocadora del nombre Tolmo es, en sí misma, un preciosísimo hallazgo. Tolmo, anagrarna del Toledo moderno, significaba en castellano penasco aislado. El Toledo de 1971 era una aislada pesadumbre peñascosa, y el Grupo Tolmo era, a su vez, en la isla de su ciudad, ese peñasco aislado, incomprendido, cuando no marginado, que nos evocaba su nombre. Gracias a su ejemplar esfuerzo, a su talento y a su coraje, y al,coraje, al talento y al esfuerzo de muchos otros. Toledo ha revivido y empieza a conocer otros días de prosperidad como los que antaño le hicieron representar !lo mejor de nuestra hIstoría, a la, sombra de la tolerancia y la cultura. Toledo, así, ha dejado ,de vivir aislada tras su recuperada capúalidad, y nuevos verdores y esperanzas recubren la aspereza de sus rocas.
Durante este tiempo, al unísono con el despertar de su ciudad, los Tolino han salido también de su aislamiento, y se ha convertido en la m;ás noble puerta de Toledo, la puerta simbólica por la que ha entrado en su viejo recinto amurallado el aire vivificante del arte de nuestro tiempo, y por la que ha salido la muestra más valiosa del propio,irte que se hace en Toledo.
Otro significado
Pues bien, como un signo mágico de cuanto ha sucedido en estos 20 años, la palabra Tolmo ha cambiado su significado y ya no representa en nuestra lengua un peñasco aislado. Tolmo, según lo define la última edición del diccionario de la Academia Española, se ha convertido en un peñasco elevado semejante a un hito. El Grupo Tolmo, en efecto, se ha transformado también en una roca elevada, en un hito esencial del pasado y el porvenir artístico, de Toledo.
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