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Gorbachov prima la colaboración con Occidente en vísperas de la llegada de Bush

Pilar Bonet

El líder Mijaíl Gorbachov trata de amortiguar todos los elementos de tensión interna en la URSS para reforzar la colaboración con Occidente, que se coloca en el primer plano de la política soviética con motivo de la llegada esta noche a Moscú del presidente norteamericano, George Bush. Gorbachov hace equilibrios al frente de un Estado que ha evolucionado mucho desde la última visita de un presidente norteamericano a la URSS, realizada por Ronald Reagan en la primavera de 1988. Desde entonces, la escena política se ha diversificado con la aparición de un Parlamento central semidemocrático y Parlamentos elegidos democráticamente en repúblicas que afirman su papel en política interior y exterior.

A esto se añade la formación todavía embrionaria del pluripartidismo, a expensas del partido comunista, que ha monopolizado el poder durante más de 70 anos, y una crisis económica de fondo que no deja de agravarse.Los sectores reformistas en los que se apoya Gorbachov confían en que una mayor integración de la URSS en Occidente, tanto en lo económico como en lo político o en lo militar, consolide e impulse el avance por el dificil camino de la reforma del sistema soviético. Estos sectores son conscientes de una doble corriente de influencias. Por una parte, un mayor apoyo a las reformas por parte de Occidente contribuye a la estabilidad de la URSS. Por la otra, la estabilidad en la URSS, o la apariencia de estabilidad, facilita la llegada del inversor extranjero de quien tanto esperan hoy el Kremlin, los Gobiernos republicanos y la multitud de empresas, grandes y pequeñas, que se esfuerzan por aprender en qué va a consistir la economía de mercado.

El ciudadano corriente, sin embargo, está más preocupado por cómo obtener azúcar -que falta incluso en Moscú- que por la influencia de la cumbre de los siete países más industrializados de Londres o la firma del tratado START, que reducirá los arsenales estratégicos soviético-norteamericanos.

Una sociedad civil

Los círculos políticos de la capital del Estado, pese a tener conciencia de estos factores, concentran la mayor parte de su energía en un proceso interno, consistente en última instancia en la construcción de una sociedad civil y un Estado de derecho pluripartidista. En lo que al Estado se refiere, Gorbachov trata de mostrarse optimista sobre la próxima firma del Tratado de la Unión, que teóricamente ha de poner fin a la confusión sobre el marco en el que insertar la colaboración con el exterior. En lo que al pluripartidismo se refiere, el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), con su crisis de identidad a cuestas, sigue ocupando el espacio político central. En vísperas de la visita de Bush, Gorbachov ha logrado posponer el choque frontal con la oposición dentro del partido hasta el 29º congreso, que se celebrará a finales de noviembre o principios de diciembre. Sin embargo, la sensación de que el PCUS ha perdido el tren y se ha quedado desfasado frente a los procesos sociales se ha extendido a los círculos más próximos al líder soviético.El sábado, Alexandr Yákovlev, uno de los arquitectos de la perestroika y uno de los acompañantes habituales de Gorbachov en las cumbres soviético-norteamericanas, dijo haber pedido el cese de su cargo como consejero jefe del presidente soviético. YákovIev, uno de los fundadores del Movimiento para las Reformas Democráticas (MRD), se mostró escéptico sobre las posibilidades de renovación del PCUS y, tras un largo titubeo, parece haber hecho su opción personal independiente del líder soviético. Otro de los arquitectos de la política exterior de Gorbachov, el ex ministro de Exteriores Edvard Shevardnadze, dirige el comité organizador del MRD, que ha invitado a los ciudadanos soviéticos a sumarse a la organización y a extenderla por el país.

YákovIev ha negado que el MRD se hubiera creado como un trampolín para Gorbachov y ha expresado resueltamente su apoyo al decreto del presidente de Rusia, Borís Yeltsin, mediante el cual se prohíben los comités del PCUS en las empresas de esa república. Yeltsin, sólidamente respaldado por el voto popular, es un factor clave de la política soviética. Gorbachov no puede permitirse el lujo de prescindir de él e intenta evitar un enfrentamiento sobre el decreto que destruye la columna vertebral del PCUS. En Moscú, Bush se adaptará a las nuevas realidades de la política soviética. Por eso, el presidente se entrevistará con Yeltsin, que ya tiene su despacho y su bandera en el Kremlin; con el presidente del Parlamento de Ucrania, Leonid Kravchuk, en Kiev, y con los líderes de formaciones políticas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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