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CITA HISTÓRICA EN MÉXICO

Cautela española para no romper el diáliogo con Cuba

El presidente de¡ Gobierno español, Felipe González, se mostró ayer especialmente cauto a la hora de hablar del régimen cubano para no entorpecer un diálogo en marcha con su líder, Fidel Castro, al que aparentemente espera aún convencer de que siga el rumbo de la historia y democratice su régimen. Preguntado sobre si el líder cubano podía contribuir a democratizar su país, contestó sin titubear: "Todo es compatible". González ofreció ayer, a las nueve de la mañana (cinco de la tarde, hora peninsular española), una larga conferencia de prensa en la Cámara de Comercio de Guadalajara, donde asiste a la cumbre de 21 países de la comunidad iberoamericana.

I. C. / F. O. ENVIADOS ESPECIALES, El presidente llegó tarde porque con anterioridad había participado en una reunión del llamado Grupo de Amigos para El Salvador del secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, integrado también por los jefes de Estado de México, Colombia y Venezuela para ayudar a buscar una salida pacífica para ese país centroamericano."No voy a decir lo que he pedido a Castro", afirmó de entrada el jefe del Ejecutivo. "No voy a poner, por mi parte, trabas para que ese diálogo continúe", añadió. Explicó que entre "intentar quedar bien ante la opinión pública española", favorable a presionar al comandante, "e intentar ayudar" al avance de la corriente democratizadora en América Latina prefería esta última opción y por eso iba a ser discreto. "Si hago un discurso para quedar bien con los medios de comunicación el fruto ya lo tengo garantizado. Y no será positivo".

Seguir la corriente

La cautela verbal de González, que se entrevistó con Castro durante casi dos horas el pasado miércoles, contrasta con la versión que, en la madrugada del jueves, dio su portavoz de la reunión, sobre todo, con la información que él mismo proporcionó a la prensa en marzo de 1990 tras otro encuentro con el líder cubano en Brasilia.

Entonces, González dejó muy claro que le había solicitado que "insertase a su país en la corriente democratizadora que recorre" América Latina, y llegó a expresar el temor de que su interlocutor se encerrase en una actitud numantina.

La prudencia de ayer parece explicarse por el deseo del presidente español de mantener a toda costa un diálogo con Castro, que aseguró haber entablado ya mucho antes de que se iniciase la perestroika en la URSS. Reconoció, sin embargo, que ambos discrepan "con cierta cordialidad y el diálogo es ahora más complejo". Mencionó, concretamente, sus divergencias con Castro sobre el papel de la ONU que, "por primera vez, está mostrando una eficacia que se deriva de la desaparición de los bloques". "A mí me gusta, pero comprendo que a Castro no le guste tanto".

Cuando algún periodista subrayó la mala educación del comandante, que no se quitó la gorra castrense durante las ceremonias de la cumbre, González quitó hierro al reproche. "No es un problema insalvable", contestó con humor. "No le atribuyo especial importancia". "Estoy dispuesto a ponerme una yo también", concluyó suscitando una salva de aplausos de la prensa latinoamericana.

Tampoco quiso el presidente echar leña al fuego cuando se le preguntó sobre las relaciones bilaterales hispano-cubanas que según él, "trascienden a los regímenes y sistemas políticos" "Hay épocas en las que la colaboración es más fácil y otras menos fácil", añadió aludiendo a la etapa de la llamada crisis de las embajadas, en julio de 1990 cuando España redujo su cooperación. "Algunas de las comisiones de cooperación se reunirán en los próximos meses", concluyó dando por zanjado aquel enfrentamiento.

"El Rey", dijo también González, "estará encantado de poder encontrar la oportunidad de visitar Cuba", el único país iberoamericano al que no ha viajado. Pero no dio fechas sobre ese hipotético desplazamiento y parece probable que Castro vendrá antes a España cuando, en julio de 1992, asista en Madrid a la segunda cumbre iberoamericana.

Bloqueo

El jefe del Gobierno español reveló, por último, que con motivo de la toma de posesión del presidente argentino Raúl Alfonsín pidió en vano al entonces vicepresidente de Estados Unidos, George Bush, que levantase el bloqueo económico impuesto a Cuba.

González aprovechó las pocas preguntas de la prensa que no estaban relacionadas con Cuba para resaltar "la dimensión histórica" de la cumbre de Guadalajara. Afirmó que "cuando visita México se siente menos distante de su tierra que cuando está en Bonn y eso no debe molestar a los alemanes". Resaltó, por último, que la lucha de España en Europa por no quedarse desengachada del desarrollo económico trasciende sus fronteras y abarca también a Latinoamérica.

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