El americano impasible
Spike Lee emprende su filme más arriesgado, 'Malcolm X', en el que analiza la violencia como medio de reforma social
Es la voz lo que es sorprendente, un susurro suave, adormecido, con una pronunciación casi incomprensible. "¿La gente de color besándose en la pantalla? Nunca vi que eso sucediera". Dice esto mientras, desde la cabina de montaje, fija atentamente su mirada en una secuencia de su nueva película Junglefever (La fiebre de la jungla). Mirándola una y otra vez, las imágenes de un hombre negro y una mujer blanca se reflejan en sus gafas. "¡Oh, sí!", dice con un aire distraído que no dista mucho de ser intencionado, volviendo imperceptiblemente la cabeza. "Estoy atento". Es una interpretación, un dominio de la inexpresividad tan integrante de la persona de Splke Lee como la montura de alambre de sus gafas, la gorra y las zapatillas de béisbol. Detrás de las gafas, sus ojos son impasibles.
Allí, en un buen estudio situado en Manhattan, le rodea la calma, como si a la habitación se le hubiera absorbido el aire, como si el preeminente autor cinematográfico negro de Estados Unidos hubiera tenido que crear un vacío y luego rellenarlo."¿El cruce entre razas? Siempre va a constituir una parte de mi trabajo", dice. "Esto ha venido sucediendo desde que los esclavos fueron traídos aquí -robados de Africa-, es la dinámica del color y la raza".Lee observa silenciosamente unas cuantas imágenes más. "Hay una cosa que tienen los hombres negros", dice, "que realmente amenaza a los hombres blancos". De repente, echa hacia atrás la cabeza y ríe.Pregunten a cualquiera que lo conozca, y todos les dirán que Spike Lee es un agitador. Sus películas -She's gotta have it, School daze, Do the right thing, Mo' better blues y ahora Jungle fever- han constituido repetidos golpes violentos al axioma de Hollywood de que lo negro no vende en la América blanca.En realidad, cada una de las obras de este director -temas culturales negros unidos a un estilo cinematográfico inspirado en Martin Scorsese, el japonés Akira Kurosawa y los cineastas franceses de la nouvelle vagueha dado dinero.Tanto si gusta a los críticos como si no, Lee es el director negro más influyente de los que hoy trabajan en Hollywood, y realiza sus películas, de bajo presupuesto, fijando sus propias condiciones. Sus películas han ensanchado las fronteras de la cultura popular del país, han alterado la percepción de Hollywood en cuanto al número de espectadores y han abierto la puerta a una nueva generación de directores varones negro-estadounidenses.¿Por qué tiene tanto éxito? Porque "es realmente un buen elneasta, con talento", dice Tom Pollock, presidente del MCA Motion Picture Group, donde Lee ha realizado sus tres últimas películas con arreglo a un acuerdo poco frecuente que le otorga un control artístico total.
Henry Louls Gates Jr., presidente, de los estudios afro-americanos en la Universidad de Harvard, califica a Lee "como una de las figuras más importantes de la cultura africano-americana. Está haciendo en las películas lo que nadie había hecho: describir lo que W. E. B. Dubois llamaba Ia vida detrás del velo', lo que a gente de color hace cuando no tiene a su alrededor gente blanca".El propio Lee apunta que su éxito es "una combinación de todo: parte talento, parte suerte, parte oportunidad. Yo no soy el primer cineasta negro con talento que haya aparecido sobre la faz de la tierra. Si yo hubiera hecho películas hace 20 años, las condiciones no me habrían conducido a esta clase de éxito". Este año han sido realizadas y estrenadas por estadounidenses negros alrededor de 20 películas de largo metraje -más que en toda la década anterior- A sus 34 años, Lee se ha convertido en algo así como la eminencia gris de su grupo: es el primero que ha utilizado lo que algunos denominan "una sensibilidad posintegración".
She`s golta have il, el primer largometraje de Lee, rodada en 16 milímetros, exploraba la sexualidad desde la pespectiva de una negra-estadounidense liberada. School daze analizaba cuestiones intrarraciales muy pocas veces discutidas, como el choque entre los negros estadounidenses de piel clara y los de piel oscura. Mo' better blues, protagonizada por Denzel Washington, ganador de un Oscar, era la crónica de los músicos de jazz. Ahora, Junglefever, protagonizada por Wesley Snipes, Anthony Quinn y Annabella Sciorra, explora las relaciones románticas interraciales.
Algunos críticos están especulando ya sobre que la película, dedicada a Yusuf HawkIns, el joven negro asesinado por una pandilla de blancos en Nueva York en 1989, podría resultar tan polémica como Do the right thing. Y Lee está ya en la fase de preproducción de su película más ambiciosa hasta ahora -el proyecto de Malcolm X.Un negro nacionalistaHay quien sugiere, sin embargo, que la posición de Lee dentro de la industria cinematográfica y en la comunidad negra estadouni -dense se debe menos a su talento como cineasta que a sus sagaces instintos empresariales y sus agudas sensibilidades políticas. Una vez Lee se describió a sí mismo como "un negro nacionalista con una cámara de cine".
Lee ha apuntalado sus declaraciones con una influencia financiera cada vez mayor. Además de su empresa cinematográfica, 40 Acres y Mule Filmworks, Lee posee Spike's Joint, un lucrativo negocio al por menor y de venta por correo que comercializa libros, discos, joyas, camisetas. A principios de este año puso en marcha su propia marca discográfica. "Si no se tiene pasta, no se tiene poder' , dice Lee.
No obstante, hay escépticos que mantienen que las situaciones raciales y económicas de sus películas son explotadoras; que las posiciones políticas de sus películas están socavadas por una ambigüedad funesta, guiada por un sentido comercial.
La comunidad crítica africano-americana también está dividida sobre la obra de Lee. Entrevistas realizadas con colegas, empleados y amigos de Lee ponen de manifiesto a un hombre que genera explotación en sus relaciones. "Spike busca a Spike", dice un actor que ha trabajado con él y pide el anonimato. A Lee no le desconciertan tales críticas. "No tengo en absoluto el menor conflicto en relación con mis éxi-
tos, ninguno", afirma. "El pueblo negro debe ser el destinatario de] dinero que la cultura negra está generando".Sus amigos dicen que, a pesar de todo su Fingimiento, Lee es notoriamente tímido -un artista obsesionado por su trabajo, que vive solo en su casa. Se pasa horas al teléfono y ante su gigantesca máquina de montaje. Puntúa sus cortas respuestas con largas miradas silenciosas. A veces sonrie."Siempre he sido de la opinión", dice, "de que cualquier cosa que sea un buen trabajo trasciende todas las fronteras culturales. Éste es el motivo de que yo nunca haya tenido una connotación negativa de la palabra negro. Esta palabra jamás impidió que los blancos estadounidenses amaran y robaran nuestra música, nuestro baile u otras formas artísticas. (,Por qué no iba a aplicarse esto a nuestras películas? En Hollywood siempre existió la máxima de que lo negro es la muerte para las taquillas. Nunca creí en ella".Hacia el final de Jungle fever hay una escena clave entre los protagonistas: Flipper Purify, un arquitecto negro, y Angle Tucci, su secretaria italo-americana. Su relación, breve, aunque cargada deterisiones, está acabando."¿Qué te parece si tuviéramos hijos?, pregunta Angie." No. No. Nada de niños. Nada de niños mestizos", dice Purify, moviendo la cabeza. "Los niños mestizos no son otra cosa que un montón de chiflados mestizos"."Puedo verlo ahora", ríe entre dientes Lee. "Splke Lee dice no a las relaciones mterraclales". Pero esta película trata de las fronteras, fronteras reales y autoimpuestas, y lo que sucede cuando se las cruza".Racismo sin fronterasAunque la película tiene una apariencia y una atmósfera más realista que su primera obra, su idea motriz es la misma: que el racismo atraviesa todas las fronteras: económicas, étnicas y culturales. Como dice Lee, "intentamos extender la culpa a todos los lados". Y por primera vez en su obra, apunta de frente a la epidemia de droga en los barrios viejos de la ciudad.
Con la notable excepción de su abogado, Arthur Klein, Lee emplea en su mayoría a africanos-americanos en sus equipos y en sus negocios y se opone a las relaciones sexuales interraciales. "No me siento atraído por las mujeres blancas en ese nivel", dice, "pero entiendo que haya hombres negros que lo estén". El padre de Lee, Bill, un músico de jazz muy conocido, se casó con una mujer blanca, Susan Kaplan, después de la muerte de su primera esposa, la madre de Lee. Los amigos dicen que ese segundo matrimonio de su padre todavía sigue siendo hoy un tema doloroso para el director.
Los críticos se muestran de acuerdo en que Jungle fever es más efectivá cuando presenta la rara vez explorada cuestión de la sexualidad intra-racial.
"Para mí, la cultura negra es mucho más interesante. Sé que los blancos también lo creen así, porque prueban y roban todo lo que pueden y con ello ganan dinero, y luego tienen la audacia de decir que son cosas suyas... Buena parte de la cultura blanca ha desaparecido. De lo contrario, ¿por qué siguen repitiendo las mismas historias una y otra vez? ¿Por qué David Byrne y Peter Gabriel y Paul Simon están acudiendo a Africa y América del Sur en busca de su música? La causa es que la otra fuente está muerta, está agotada", dice Lee.
El nuevo proyecto de Lee, Malcolm X, es claramente su aventura más arriesgada. "Queremos crear la gran vida que Malcolm vivió y contar toda la verdad sobre quién lo mató". La película también le permitirá explorar de nuevo el problema de la violencia como un medio de reforma social. "Lo que yo nunca pude entender de Martin Luther King fue la filosofia de la no violencia total. Siento lo mismo hoy, ahora incluso más. No utilicemos la palabra violencia. Utilicemos las palabras autodefensa y autoprotección. Sólo se convierte en un problema cuando los negros hablan de ella".Al final de la larga tarde, Lee hace una pausa en un raro momento de reflexión. "Las personas co-optadas lo son porque quieren serlo", afirma. "Los que tienen poder nunca lo ceden voluntariamente. Nunca dejan de trabajar con vistas hacia ese Fin. Algunos dicen que este país nunca dejará de ser racista. Bueno, eso no quiere decir que tengamos que damos por vencidos. Se adquiere el propio poder arrebatándole a los otros el que sobre nosotros tienen. Esto es sólo recuperar lo que de cualquier manera debería haber sido nuestro".1991 Hilary de Vries. L. A. Times Syndlcate.
Traducción: M. Carmen Ruiz de Elvira.
Babelia
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