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El primer ministro de la URSS no cree que Occidente les "ayude de balde"

Pilar Bonet

El plan económico radical elaborado por Grigori Yavlinski en colaboración con expertos de la universidad norteamericana de Harvard enfrenta al presidente soviético, Mijaíl Gorbachov, y a su primer ministro, Valentín Pavlov, que ayer pidió más competencias, sin consulta previa con el presidente, y dijo no creer en la "ayuda de balde" de EE UU y Occidente a la URSS.

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Ante el Sóviet Supremo de la URSS, Pavlov pidió que el Gabinete ministerial fuera autorizado a tomar iniciativas legislativas en 1991 para decidir "cuestiones urgentes" del programa anticrisis. El primer ministro abordó la situación económica en la URSS poco antes de que el presidente Gorbachov y los líderes de las repúblicas soviéticas se reunieran en la dacha de Novo Ogoriovo, en las afueras de Moscú, para debatir el borrador del Tratado de la Unión, base de una nueva configuración estatal que puede dejar fuera de juego al actual Parlamento de la URSS.Gorbachov valoró "bastante positivamente" el programa de integración de la Unión Soviética en la economía mundial elaborado en Harvard, manifestó YavIinski, según un despacho emitido por la agencia Tass poco después de que Pav1ov hiciera ácidos comentarios sobre las intenciones de Occidente. YavIinski, que llegó el domingo por la noche de EE UU, tuvo tiempo ayer por la mañana para discutir su plan económico primero con Borís Yeltsin y luego con Gorbachov. Yeltsin, que parte hoy hacia Washington, expresó "satisfacción e interés por el resultado" del trabajo de YavIinski.

YavIinski, que en verano de 1990 elaboró el plan económico conocido por los 500 días, anunció el presidente Bush recibía ayer el plan, y afirmó que su puesta en práctica "es posible si participan todas las repúblicas interesadas". La situación actual repite, a un nuevo nivel, el dilema planteado a Gorbachov en otoño de 1990 por el programa de los 500 días, que fue aceptado y después rechazado por el líder soviético.

Pavlov aseguró que no es fácil convencer al Congreso norteamericano de que le den dinero a la URSS "por sus ojos bonitos", y que no pensaba ponerse en la cola junto con Israel o Nicaragua. El primer ministro, que apoyó las inversiones extranjeras directas, dijo que la petición de créditos por parte de la URSS está próxima a su límite. Y que continuar con ello es "írracional".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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