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PODER Y COMPROMISO

Entre la crítica y el rebaño

Declina en España la figura del intelectual de guardia

Andrés Fernández Rubio

Ha pasado la época, o se encuentra en declive, la figura del intelectual personalista al estilo de Ortega y Gasset, o del intelectual de guardia y comisario como Sartre, o de los fiscales de la realidad en tensión constante. De las opiniones de diversos escritores y pensadores españoles se deduce una figura de intelectual cuya enseñanza es indisoluble de la vida y la obra propias. Algunos piensan que en España los intelectuales sí conservan la capacidad de reaccionar ante la provocación de la realidad, mientras que otros opinan que el partido en el Gobierno pastorea a su antojo grandes rebaños de intelectuales.

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El silencio de la cultura

El profesor gallego Méndez Ferrín utiliza el sarcasmo para referirse al silencio de los intelectuales: "Yo creo que hay un compromiso total; sólo hay que mirar las nóminas de los cursos de verano. Esos son los intelectuales comprometidos de España".Méndez Ferrín añade que en su mayor parte están comprometidos con el régimen monárquico y con el Partido Socialista, "beneficiándose con magníficas prebendas". "No vi tanto compromiso ni siquiera en los tiempos de Franco", añade.

Considera que los intelectuales tienden en todo el territorio del Estado español a estar en el sistema. "Es más, son parte fundamental del sistema; como las hermanas Koplowitz, o Salvador Clotas, que es el pastor que pastorea los rebaños de intelectuales, o como Juan Guerra: forman parte del régimen y ocupan un lugar importante dentro de él".

El Filósofo José Luis López Aranguren considera que es bastante cierto el silencio de los intelectuales, y cree que la causa es que algunos "están domesticados", o que "no creen en su propia eficacia, en que se les escuche". Para Aranguren ha pasado la época del intelectual, sustituido por el "intelectual colectivo": "Los ciudadanos toman conciencia de que los partidos no son satisfactorios, que hacen falta otras cosas, como movimientos alternativos o sociales".

Rafael Sánchez Ferlosio dice que el tema no le atormenta nada: "Que cada uno haga lo que quiera".

Divino y humano

Según el escritor Juan Marsé está claro que un intelectual tiene un compromiso con su país y con la sociedad en la que vive, aunque considera que en el terreno de un riovelista su primer compromiso es con su obra. Marsé dice que en la sociedad española sí hay intelectuales que se ocupan constantemente de temas que tienen que ver con la ética y con la política, y, cita a Fernando Savater, "que opina sobre lo divino y lo humano cuando le da la gana, y me parece muy bien". Lo que ahora ya no existe, en su opinión, son figuras de otro tiempo que eran consideradas como míticas, por ejemplo Ortega y Gasset -"el dúo dinámico del pensamiento"-, cuyo principal problema era precisamente el culto a la personalidad.

Fernando Savater cree que los intelectuales en España sí opinan, y cita como ejemplo la guerra del golfo Pérsico, durante la cual "se ha oído hablar a mucha gente del mundo de la cultura". Recuerda que un intelectual ilustre y simpático como figura, Jean-Paul Sartre, tenido coino gran conciencia crítica, "se equivocaba de cada cinco veces cuatro, y así otros como el propio Moravia". Savater considera positivo que los intelectuales estimulen el ejercicio democrático al crear espacios públicos y lanzar a la palestra cuestiones sobre los cambios de valores, pero sin necesidad de mitificar a unos supuestos intelectuales de guardia.

Sobre la domesticación de los intelectuales por parte del poder, recuerda de nuevo la guerra del Golfo para decir que "había más voces criticando la intervención que apoyándola". "Creo que si bien hay un conformismo del anticonformismo", añade, "lo que ya va perdiéndose es el intelectual que gana prestigio diciendo: 'de qué opináis, que yo me opongo'. Ese tipo de intelectual apocalípticó no es que esté ahora en decadencia, sino que lleva ya bastante tiempo porque remitía a una función más bien religiosa, profética, bastante estéril".

Para Antonio Escohotado, "el intelectual en plan sartriano, comprometido, comisariete progre, está en retirada, ya sólo queda en los consejos de gestión de los partidos o en las lianas académicas de las universidades. Cada vez se impone más una enseñanza que es indisociable de la vida propia; uno no puede ir por la vida siendo, simplemente un Jean-Paul Sartre.

Manuel Vázquez Montalbán considera que cada vez que ha habido un acontecimiento de fondo en España, y cita la campaña de la OTAN, la ley de empleo juvenil, el 14 de diciembre o la guerra del Golfo, los intelectuales han intervenido. "Creo que España es el país de Europa donde más se interviene, y la participación, por ejemplo, durante la guerra del Golfo, no la he visto en ninguna parte".

Vázquez Montalbán observa en algunos intelectuales una necesidad de integración después de décadas de estar a la greña y sintiéndose "como fuera del sistema". "Se produce una necesidad de abandonar esa faceta de tensión constante, siempre fiscalizando lo que hacen los demás. Esto es comprensible, pero peligroso, porque acabas conviertiéndolo en una filosofia de 'se acabo el tiempo de la crítica y la sospecha', y la crítica y la sospecha no se deben acabar nunca".

Cuando se habla del intelectual domesticado, Vázquez Montalbán cree que se mueve un material muy miserable, "esto afecta más bien a aprendices de intelectuales que prefieren frustrar una carrera de escritor por el pesebrismo funcionarial".

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