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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Unos cobardes

No SÓLO unos criminales, no sólo unos miserables sin entrañas: sobre todo cobardes es lo que son quienes imaginaron, primero, y pusieron en práctica, después, la matanza de Vic. Personas que pasan el día maquinando qué cosa podrá producir mayor espanto comprendieron hace tiempo que nada estremece tanto a los seres humanos como la imagen de un niño destrozado por una bomba. Si la muerte de un niño es siempre más cruel que la de un adulto, su asesinato resulta todavía más repugnante. Conmociona las conciencias, en Cataluña -donde sigue viva la matanza de Hipercor- y en toda España. Por eso, para eso, llevaban algunos meses intentando repetir -en Trincherpe, Munguía, Los Arcos, Casalarreina- el escenario de Zaragoza: aquellas fotografías de las niñas muertas entre los escombros del cuartel que dieron la vuelta al mundo y sirvieron para que políticos, periodistas y los ciudadanos en general hablasen de ellos.Ellos: los que colocaron la bomba, los que escribieron el comunicado, los que lo leyeron en el lugar adecuado y se sintieron confortados por la altura de la causa invocada para justificar aquellas muertes.

Cerca de 200.000 personas han votado a HB el pasado domingo. Es verdad que la combinación de ignorancia y miedo en que germina el fanatismo anula el juicio; pero ni una sola de esas personas podrá alegar que no esperaba que ETA hiciera un uso tan inhumano del apoyo electoral recibido. Nadie ignora eso. ETA, a su vez, sabe que los electores lo saben, y que la manera de no defraudar sus expectativas es seguir matando. Incluso si ello resulta cada vez más dificil de justificar para los redactores de comunicados. Por eso se aferran al argumento de la negociación. Sin embargo, el tipo de negociación que plantea ETA es imposible. Consiste sustancialmente en proponer que la mayoría se pliegue a los planteamientos de la minoría (sobre Navarra, la reforma de la Constitución o el trazado de una carretera) por el hecho de que esa minoría refuerce sus razones con matanzas como la de Vic. Ningún poder político democrático podría aceptar algo así. Ello quedó clarísimo en el Pacto de Ajuria Enea, por lo que insinuaciones tan desafortunadas como la de Arzalluz en la reciente campaña ("ya es hora de negociar con ETA") o las de algunos comentaristas obsesionados por caer bien a los jefes de ETA y HB sobre la "necesaria e inevitable negociación" sólo sirven para estimular los delirios de los terroristas en su búsqueda desesperada de motivos para seguir matando.

Porque ese objetivo criminal es el único que mueve a ETA, la captura, conocida a última hora de la tarde de ayer, de los presuntos autores de la matanza de Vic es una excelente noticia y las fuerzas de seguridad que han intervenido en su detención merecen por ello el reconocimiento de los ciudadanos. Dos de los activistas han perdido la vida tras un enfrentamiento armado con las fuerzas de seguridad en el curso de su detención. Siempre hay que lamentar de forma rotunda una muerte, incluso la del más despreciable de los asesinos, pero ello no oculta la buena nueva de que un grupo de terroristas deje de ejercer su siniestro oficio.

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