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El Parlamento de Marruecos prohíbe fumar en oficinas públicas

El Parlamento de Marruecos ha aprobado esta semana, por unanimidad, en una Cámara prácticamente vacía, con sólo 55 diputados, sobre un total de 311 escaños, una ley antitabaco. A partir de ahora está prohibido fumar en oficinas públicas, y no se podrá hacer publicidad de los cigarrillos en los medios de comunicación oficiales o en la calle. El primer perjudicado por esta medida será el Estado, que dejará de ingresar una importante cantidad de dinero por la venta del tabaco.

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Pero la seguridad de los ciudadanos está por encima de todo, recordó un diputado en uno de los momentos de euforia del debate parlamentario, olvidándose del cólera del verano pasado, de la miseria y de la falta de asistencia médica.La proposición de ley aprobada por el Parlamento marroquí había sido presentada por un grupo de tres diputados pertenecientes al partido de la Unión Constitucional, sustrayendo de esta manera al Partido Nacionalista Istiqlal todo el protagonismo que había almacenado en su lucha contra el tabaco. El propio Istiqlal había presentado en 1990 ante el Parlamento de Rabat una proposición de ley muy similar a la ahora aprobada, pero por un inexplicabe juego de contrapartidas y favoritismos ha acabado aceptándose la propuesta de uno de los partidos gubernamentales.

Campaña nacionalista

La batalla de los nacionalistas islamistas contra el consumo de tabaco en Marruecos se inició hace dos años. Se utilizó como plataforma el periódico del Istiqlal en lengua árabe El Alam, que insertaba casi a diario, junto a la mancheta, un anuncio en el que hacía referencia a los efectos perjudiciales del tabaco. La camparia nacionalista culminó en octubre de 1990, cuando el partido adoptó entre sus directrices políticas la lucha antitabaco. A renglón seguido, el Istiqlal hizo un llamamiento a los ciudadanos para que dejaran de fumar. Nadie le hizo caso.

La campaña antitabaco promovida por el Istiqlal estaba motivada por un cóctel de argumentos en el que se mezclaban los criterios religiosos con los sanitarios. Pero la preocupación de los nacionalistas va mucho más allá, ya que reiteradamente han denunciado también la negligencia de la Administración en la represíón del uso de la droga, sobre todo entre la juventud.

La firmeza con que la nueva ley marroquí trata a los fumadores contrasta con la levedad de las penas que se imponen a las empresas que infrinjan los artículos relativos a la publicidad. La ley impone sanciones que oscilan entre los 1.000 y 3.000 dirhams (12.500 y 37.500 pesetas). Ésta es una de las razones que han provocado la indignación de la oposición, que venía reclamando medidas mucho más drásticas y severas, como el incremento de las multas, la prohibición de la venta de tabaco a los menores de 18 años, el fin de su comercialización ambulante o la sanción a los que encendíeran sus cigarrillos en los estadios de fútbol, en los comercios, en los cafés y en las estaciones.

Marruecos, que, según las últimas estadísticas, cuenta con más de tres millones de fumadores en una población de casi 29 millones de habitantes, es un importante consumidor de tabaco negro -11.000 millones de cigarrillos al año-, en detrimento del tabaco rubio -1.700 millones-. Pero además Marruecos es tradicionalmente un consumidor de droga blanda, sobre todo en el norte del país, en la zona del Atlas, donde se asegura que se concentran las plantaciones más importantes de África, con las cuales se abastece a Europa.

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