Más indicios de integración
Para Iberoamérica, el año 1990 ha marcado modalidades profundas que permiten albergar cierto optimismo ante la última década del siglo. Tales han sido las múltiples acciones orientadas a la integración, la definitiva plenitud de los sistemas democráticos en toda la región, con poquísimas excepciones insulares, que todos sabemos que tienen los días contados, y una rotunda decisión por la libertad económica y de mercados, que empieza a mostrar signos de superación de la crisis.Lo que más ha servido para sacar la marcha integracionista iberoamericana de su empantanamiento, ayuno de dinamia política, de los años ochenta han sido los factores externos insospechados de la unificación alemana, la consolidación de la Comunidad Europea, oficializada en el Tratado de Desarme Convencional, que ha sellado la desaparición de la guerra fría y de las pugnas entre concepciones del Estado que tanto han retrasado el desarrollo común a lo largo del siglo, y últimamente la Iniciativa para las Américas del presidente Bush.
Han sido bien miradas al respecto tanto la invitación como la asistencia del ministro de la cooperación de España, Fernando Valenzuela Marzo, al reciente IV Consejo Presidencial Andino, en La Paz, con la participación de los jefes de Estado de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Concretamente, el funcionario español alentó a los suramericanos con el argumento decisivo del ejemplo de España, cuya integración en la CE "logró potenciar todas sus actividades económicas y se nos han abierto miles de campos". Y halló eco en lo de que a la vez "se trata de potenciar por todos los medios la integración entre Latinoamérica y Europa".
Con inusitada voluntad de superar la era del discurso y lograr insertarse en la acción, los cinco presidentes andinos suscribieron el Acta de La Paz, comprometiéndose a un mercado común sin barreras, con arancel cero a partir de 1992. A su vez, de acuerdo con la nueva corriente regional de una mayor participación del sector empresarial en los procesos de integración, con plena receptividad en las transferencias de tecnología y de crédito, se creó en La Paz la Confederación Andina de Empresarios Privados, que se comprometieron a dinamizar la desgravación arancelaria.
Tanto los cinco andinos como los seis países del Cono Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) han comenzado a avanzar en sus respectivas órbitas con acuerdos bilaterales o trilaterales. Así, los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay han convenido en el establecimiento de un mercado común entre ellos para 1994, en un programa que está abierto a la inclusión de Paraguay y Chile. Bolivia actúa como Estado bisagra en ambos grupos subregionales.
Hay dos grandes foros donde hoy habla y se nutre Iberoamérica: el político, de definido condicionamiento democrático, que es el Grupo de los 13 o Grupo de Río, y el económico, que es la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), con 11 miembros (los andinos más los del Cono Sur y México).
Los 13 fueron el inicial Grupo de los Ocho, menos Panamá, por ahora suspendido, a los que, desde la reunión cimera de octubre de 1990 en Caracas, se añadieron Bolivia, Chile, Ecuador y Paraguay, además de un centroamericano y un caribeño aún no determinados. Por ahora, su meta es llegar al mercado común latinoamericano en 1995. Chile ha propuesto un fondo de desarrollo con recursos provistos por aumentos inesperados de precios de materias primas. Colombia ha sugerido la unificación de las legislaciones nacionales sobre el narcotráfico.
La ALADI, que funciona en Montevideo, avanza en 10 años de acción integradora en que ha sucedido a la antigua ALALC; actúa en claros ámbitos de acción complementadora entre países de la región, como la cooperación financiera, transporte y comunicaciones, turismo, intercambio de bienes y servicios culturales, la preservación y mejoramiento del medio ambiente, el desarrollo científico y tecnológico y la integración física y de los elementos de transporte. Al respecto, entre los diversos enlaces de sistemas ferroviarios suramericanos figura el proyecto Libertadores, apoyado por España, con ocasión del V Centenario del Descubrimiento de América, de un corredor interoceánico que va desde Buenos Aires hacia Bolivia, pasando por La Paz, con un servicio ferrolacustre en el lago Titicaca, y llega al sur de Perú, por Arequipa, y al Pacífico, por el puerto de aguas profundas de Matarinibí. La primera etapa, que administra el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con 100 millones de dólares, cuenta con la participación de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay.
Hay también integración física, que progresa entre los cinco países miembros del Tratado de la Cuenca del Plata (Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay), con programas en ejecución sobre energía, transportes, comunicaciones y navegación fluvial. La cuenca reúne un gran sistema de ríos, como el Paraná, Paraguay, Uruguay, Bermejo y Pilcomayo, que desaguan en el Atlántico por el río de la Plata, para la movilización de la gran riqueza exportable de la subregión.
México, igual que Canadá, suscribió con EE UU un acuerdo para la elminación gradual, hasta 1998, de todas las barreras arancelarias, mientras que en 1993 llegarían a un acuerdo de libre comercio. México espera tener para entonces 90 millones de habitantes, y está vivamente interesado en acelerar la integración iberoamericana. Lo hace tanto en el seno del Grupo de los 13 como en la ALADI y en acuerdos bilaterales como los que ha firmado en 1990 con Argentina, Chile y Colombia.
El BID es el banco de la integración. Está entrando a apoyar nuevas esferas; de acción, como la protección ambiental, la promoción de la mujer, los canjes de papeles de la deuda externa por valores de desarrollo ecológico, la ayuda a las privatizaciones y a las pequeñas empresas.
Ha sido estimulante para acelerar la integración la Iniciativa para las Américas lanzada por el presidente Bush, en junio de 1990, para ampliar los campos comerciales., financieros y de inversión.
Estados Unidos implica un 40% del comercio iberoamericano mundial. La mitad de las exportaciones hacia EE UU sufre restricciones, por lo cual se anhela progresar en tales frentes. Bush ha designado al BID para canalizar el apoyo norteamericano a la integración. En reciente reunión de este banco en Washington, los delegados norteamericanos explicaron que la Iniciativa para las Américas tiende a lograr un mercado común continental a través de etapas progresivas y de instrumentos variados y flexibles, como la zona de libre comercio con México y acuerdos conjuntos con los países de subregiones como el Cono Sur o bilaterales. En sus recientes visitas a México, Colombia, Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y Venezuela, el presidente Bush ha manifestado que su iniciativa tiende a llegar a una zona continental de libre comercio, el perdón de la deuda oficial (de unos 12.000 millones de dólares) y, la promoción de las inversiones.
En la dura y prolongada discusión de la Ronda Uruguay en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), postergada finalmente para 1991, el presidente Bush propuso una reducción de subsidios a los productos agrícolas norteamericanos de un 70% en 10 años y una reducción del 90% a los subsidios de las exportaciones, e instó a los europeos a hacer otro tanto. Los latinoamericanos, en el Grupo de Cairns con Australia, no aceptaron la propuesta de la CE, pero se espera progresar al reanudar las negociaciones el año próximo.
La nota de optimismo para Iberoamérica la ha puesto, al cerrar el año, el director del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, quien dijo en Caracas que América Latina podría llegar a superar la crisis de la deuda y lograr un crecimiento anual de al menos un 5% en 1992, con perspectivas de llegar a ser, en el quinquenio, la región de mayor crecimiento en el mundo; es decir, más aún que los dragoncitos de Asia. Ya la inversión extranjera llegó a pasar de los 9.000 millones de dólares en 1989, y se espera que en 1990 haya sido un 40% mayor. Así, el crecimiento regional seguiría la marcha de la integración en la década. Mientras tanto se calcula que América Latina, hacia el año 2025, pasaría de los 700 millones de habitantes.
es escritor, ex embajador de Ecuador en la ONU.
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