La habilidad de sonreír
"La habilidad de sonreír es el estímulo de la vida y una justificación de la pérdida de la juventud", comenta Marco Ferreri, el director milanés de La casa de la sonrisa. Y agrega: "Hay que olvidar la fatiga de la edad, la mirada hundida, los prejuicios que ello comporta y disfrutar de las oportunidades de la vida y del amor mientras podamos sonreír, sonreír".En efecto, en esta comedia la sonrisa juega un papel crucial. Es una metáfora utilizada por Fereri para tratar un argumento que ha estado presente en sus 30 años de cineasta: la discrepancia entre apariencia y realidad. Y expone, una vez más, vicios y vanidades humanas aplicando su particular estilo.
El director de El pisito y El cochecito, ambos filmes realizados en España, narra en esta ocasión la historia de una pareja anciana que, a pesar de vivir en un asilo, consiguen consumar su apasionado amor en secreto, escondidos en una furgoneta pintada de sandía: "Los viejos también tenemos derecho a hacer el amor, como los jóvenes. Yo tengo 63 años de edad y comienzo a sentir el peso de la vejez. Pero esto no significa que seamos unos monstruos y que tengamos que ser rechazados. Nuestra existencia continúa y nuestras necesidades, entre otras las sexuales, también".
Según Ferreri, La casa de la sonrisa refleja, sin melancolías y espacios oscuros, la gama de probabilidades que existen entre la proximidad de la muerte del ser humano y su significado. "Respeto mucho a los jóvenes y su mundo", señaló, "pero con esta obra no he querido motivarles, sino asustarles. Que comprendan que un día tendrán que morir, y antes de que ello suceda serán abandonados en un asilo sin que nadie se acuerde de ellos. El curso del amor entre los ancianos es muy complicado justamente por esto. La vida de un hombre se inicia cuando éste nace, y concluye con su muerte, y durante este corto lapso de tiempo debemos aprender a disfrutar con una sonrisa del mundo que nos rodea".
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