Autopsias
Tengo un amigo que es crítico de libros, lo que pasa es que en lugar de salirle críticas le salen autopsias. En realidad, éste es un mal muy generalizado. Hay gente que, haga lo que haga, obtiene como resultado Final una autopsia. Sé de un catedrático de literatura que dice que en su cátedra no se estudiarán jamás autores vivos, porque se mueven demasiado. O sea, que no da clases de literatura, sino de anatomía patológica.Una amiga me cuenta que su novio, en vez de hacerle el amor, le hace la autopsia. Por lo visto, en lugar de tocarla, le hace palpamientos, como si quisiera reconocer a través de la piel cada una de las vísceras de las que está rellena. Cuando llega con sus dedos al lugar donde él imagina que está el pánereas, eyacula. Se trata de un amor muy visceral.
Una tía mía solía hacernos por Navidad un pollo relleno que servía en una fuente de plata cuyos bordes adornaba con las vísceras extraídas al animal. O sea, que, más que un pollo, lo que cenábamos era una autopsia.
Carlos Menem intentó hacer una amnistía y le salió una autopsia. En este caso fue una autopsia brutal, porque se hizo a la vista del público y porque Argentina tiene un cuerpo muy grande, lleno de cavidades orgánicas y de fosas comunes donde se alojan entrañas de todo tipo. Parece que Sábato se desmayó, y es que el olor de las vísceras descompuestas es muy fuerte y uno no podía andar por Buenos Aires sin pisarlas.
Bush quería hacer una guerra y le está saliendo una autopsia gracias a la cual Occidente puede contemplar al aire libre sus gangllos, sus vejigas, sus carnosidades intemas. También su miedo, que el miedo siempre se refugia en las vísceras. Pues bien, resulta que Occidente por dentro es una porquería, un amasijo de sangre, heces, dólares y hamburguesas.
Lo de mi amigo el crítico, como ven, no era tan raro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.