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PREMIO NOBEL DE LITERATURA DE 1990

Octavio Paz reflexiona sobre el presente en Estocolmo

"Me siento descendiente de Lope y de Quevedo, como cualquier escritor español, pero no soy español"

La búsqueda de la modernidad, del presente, ilustrada con múltiples referencias a su trayectoria personal, a la historia de Latinoamérica y a los tiempos inciertos que vive el mundo en general, fue el tema elegido por Octavio Paz para su conferencia de ayer en la Academia Sueca. Fue el suyo un discurso lúcido, inteligente, muy en la línea de sus ensayos y con atisbos de sus preocupaciones poéticas. El secretario permanente de la Academia Sueca, Sture Allén, comentó al finalizar que era una especie de "à la recherche du temps présent" del escritor mexicano.El salón de actos de la Academia Sueca se llenó ayer de un público sueco, latinoamericano y español para escuchar la lección magistral de Octavio Paz. En la presentación, el académico Sture Allén comentó que en los últimos años el premio había recaído en escritores que utilizaban idiomas más bien "exóticos". "Tuvimos ocasión de escuchar discursos en árabe [por el egipcio Mahfuz], en ruso [por Brodski] y en castellano [por Cela]", dijo. "Este año van a volver a escuchar un discurso en castellano".

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La búsqueda del presente

Habló Paz de la relación de Latinoamérica con Europa y se situó en este terreno con claridad: "Mis clásicos son los de mi lengua, y me siento descendiente de Lope y de Quevedo como cualquier español..., pero no soy español".

Paz fue contundente al afirmar que la gran novedad de este siglo, en materia literaria, ha sido la aparición de las literaturas de América".

Rastreó a continuación un tema ya tratado en su famoso ensayo El laberinto de la soledad: el de la identidad mexicana y su deuda a la tradición. Y tras dejar establecido que "la conciencia de la separación es una nota constante de nuestra historia espiritual", Paz se apartó de la visión distanciada del problema para adentrarse en el terreno personal, en el mundo mágico de su infancia.

Citó el escritor que su "expulsión del presente" se inició con la rotura del paraíso de la infancia, y explicó que fue a partir de entonces cuando empezó a escribir poemas. "La poesía", dijo, "está enamorada del instante y quiere revivirlo en un poerna". Siguien do el hilo de su formación manifestó Paz que "quería ser de mi tiempo y de mi siglo ( ... ); quise ser un poeta moderno y comenzó mi búsqueda de la modernidad"

A partir de este momento, el escritor mexicano expuso opiniones ya escritas en el último de sus ensayos, La otra voz. Poesía y fin de siglo (Seix Barral).

Habló de lo esquivo del concepto modernidad, en el que lo más importante es buscar y no hallar. Citó también la curiosa relación entre modernidad y antigüedad y desembocó en una visión un tanto pesimista. "Asistimos al crepúsculo del futuro", dijo. "La baja de la idea de modernidad y la boga de una noción tan dudosa como postmodernidad no son fenómenos que afecten únicamente a las artes y a la literatura: vivimos la crisis de las ideas y creencias básicas que han movido a los hombres desde hace más de dos siglos".

Criticó Paz los "daños irreparables al medio naturaV que se cometen sin cesar; las incontables guerras, torturas y humillaciones que se cometen en nombre del progreso. No olvidó una referencia a los últimos cambios en los países comunistas, cuya denuncia desde hace años le costó numerosas acusaciones de la izquierda. "El determinismo histórico", dijo, "ha sido una costosa y sangrienta fantasía".

Paz se mostró preocupado por la intemperie espiritual" que viven los hombres y pidió "una reflexión global y más rigurosa". Criticó la economía de mercado, culpable, dijo, del deterioro del medio ambiente y de las almas.

Volvió, para terminar, al tema de la búsqueda de la modernidad, que ha caracterizado su trayectoria intelectual. "Perseguimos la modernidad en sus incesantes metamorfosis", dijo, "y nunca logramos asirla". Y en esta búsqueda, concluyó, "aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la presencia".

Al terminar la conferencia, un aplauso prolongado premió las palabras de Octavio Paz. Entre los assistentes estaba el académico espanol Pere Gimferrer, gran admirador del escritor mexicano.

Hoy, Paz tiene unajornada de descanso. Mañana, en cambio, el programa del Nobel llegará a su culminación con la entrega del galardón.

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