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Las Tablas de Daimiel sólo conservan 70 hectáreas húmedas de las más de 2.000 que integran la zona

El parque nacional de Las Tablas de Daimiel atraviesa en las últimas semanas una situación crítica, tal y como sucediera en el bienio 1984-1985. Según datos del Icona. en estos momentos sólo quedan 70 hectáreas encharcadas de las más de 2.000 que integran esta zona húmeda de importancia internacional, circunstancia que coincide con la masiva llegada de anátidas invernantes procedentes de múltiples países europeos. Los conservacionistas acusan al Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU), al Icona y a la Consejería de Agricultura castellano-manchega de "delación de responsabilidades".

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En opinión de Fernando López Carrasco, presidente del patronato del parque nacional y consejero de Agricultura del Gobierno regional de Castilla-La Mancha, "la clave de la solución está en reactivar urgentemente la derivación de caudales con destino a las tablas a partir del acueducto del trasvase Tajo-Segura y a través del cauce del río Cigüela". A medio plazo, además, acepta que "habrá que abordar una dificil tarea de reconversión de los hábitos de regadío agrícola excesivos sobre el acuífero 23 manchego".López Carrasco explica que "el Ejecutivo castellano-manchego cursó una petición oficial al Gobierno de la nación para que sea prorrogada la derivación de hasta 17 hectómetros cúbicos anuales desde el ATS [acueducto Tajo-Segura]". Esta prórroga vital será decidida, según fuentes del MOPU, en un próximo Consejo de Ministros.

Solución de emergencia

Dicha solución de emergencia fue decidida por primera vez dentro del Plan de Recuperación de las Tablas de Daimiel y puesta en marcha en julio de 1987 por el Gobierno español en función de sus responsabilidades internacionales como firmante del Convenio de Ramsar (para la "conservación de las zonas húmedas de importancia internacional"), pero que ha prescrito el último 17 de julio, tras los tres años inicialmente considerados como "experimentales".Obras con unos costes aproximados a los 1.000 millones de pesetas fueron llevadas a cabo entonces sobre el Cigüela para su ejecución, y al paso de este río bajo uno de los acueductos del trasvase Tajo-Segura (por el arroyo de Valdejudíos, en Cuenca) fue abierto un gran grifo para suministro de agua adicional con destino a las moribundas zonas húmedas del parque. Durante el tiempo en que la derivación pudo ser utilizada, el parque resucitó espectacularmente.

"Al no haberse renovado automáticamente la inyección de agua a partir del trasvase", confirma María Jesús Sánchez Soler, directora conservadora del parque nacional, dependiente del Icona, "el río Cigüela (el único aporte hídrico natural que mantienen las tablas) se ha secado tras un otoño escaso en precipitacienes: en pocas semanas el parque ha quedado como un desierto". En su opinión, "la reactivación urgente del suplemento de agua desde el Tajo-Segura es la única solución, para lo cual no se puede esperar más tiempo".

Según la directora del parque, las otras dos soluciones previstas dentro del Plan de Recuperación de las Tablas de Daimiel "se han demostrado ineficaces". La primera, mediante el suministro de agua subterránea desde pozo periféricos, resulta "insuficiente en volumen". La segunda, basada en la construcción de un embalse sobre el río Bullaque (en los Montes de Toledo), asociado a un complicado acueducto hasta el parque nacional, sería "un proyecto de ingeniería técnica y económicamente irrealizable".

Por otra parte, las organizaciones ecologistas Federación de Amigos de la Tierra (FAT) y Asociación Cabañeros, que cuentan con representantes en el patronato del parque solicitan además del mantenimiento de la derivación de agua procedente del trasvase, "abordar de una vez por todas la limitación de las extracciones abusivas de aguas de los acuíferos subterráneos manchegos y la eliminación de los focos de contaminación que vierten sobre el Cigüela".

En 1988, a pesar de estar ya declarado sobreexplotado el acuífero 23, aumentó en un 10% la superficie de viña en regadío y en 1989 se incrementó en un 6% el consumo de agua para riego artificial, detectándose 9.700 nuevas hectáreas de maíz. Además, denuncian los ecologistas, los vertidos urbanos e industriales de Alcázar de San Juan y Villarrubla de los Ojos sobre el Cigüela, y de Madridejos, Camufias y Consuegra sobre su afluente el Amarguillo.

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