La última jornada no altera la lista de candidatos al Premio Europa

La suerte está echada. Tras el pase de las 13 películas que optan al premio Europa -200.000 ecus (25,8 millones de pesetas) que deberán invertirse en un proyecto próximo-, todas las decisiones competen al jurado de cinco miembros que, bajo la presidencia del realizador Francesc Rovira Beleta, deberá premiar sólo una de las 13. Ayer, último día de la competición, fue el turno de Merlín, de Udolfo / Adolfo Arrieta, y de Marcowe migdaly, de Radoslaw Piwowarski. Ninguna de las dos parece capaz de alterar los pronósticos, por otra parte de difícil dilucidación, dada la ausencia de una clara favorita.Las dos películas de ayer, estimables ambas aunque por muy opuestas razones, parecen quedarse fuera de todo pronóstico. En el caso de Merlín, porque la radicalidad de su propuesta le puede restar enteros. El film es una adaptación de Los caballeros de la mesa redonda, de Cocteau, rodada en Huesca y con un presupuesto muy bajo, apenas 20 millones de costo. Es, como la mayor parte del cine de Arrieta, una zumbona, irónica revisitación cutre, esta vez de las sagas arturianas, aunque con algunos elementos inquietantes, como la personalidad del mago (encarnado por el propio director), que pierde aquí su tradicional carácter de sabio para convertirse en un vulgar intrigante. La puesta en escena es de una parquedad franciscana, pero el humor aflora con frecuencia en unos diálogos sencillamente imposibles que, dichos con un falso aire de distanciamiento, logran casi siempre sorprender.

En el caso del film de Piwowarski, cuya traducción más precisa sería Caricias de marzo, constituye otra visita del realizador al mundo y los años de su juventud, ya tratados en su único filme estrenado entre nosotros, Yesterday.

Su retrato generacional, amargo e inclemente para con el poder, no está carente de interés. Su máximo punto en contra radica justamente en la cercanía que esta historia guarda con Yesterday.