"La Iglesia pueblo de Dios está perseguida en América Latina"
Miguel Francisco Estrada es desde el 28 de noviembre del año pasado rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de San Salvador. Fue nombrado para el cargo 12 días después de que efectivos del Ejército salvadoreño asesinaran a su antecesor, Ignacio Ellacuría, y a otras siete personas. Estrada, de 57 años de edad, se encuentra en España, donde mañana recibirá, en nombre de su universidad, el Premio Príncipe de Asturias. Jesuita como Ellacuria, opina que "la Iglesia pueblo de Dios, perseguida en América Latina, es esa Iglesia que saca su esperanza de la palabra de Dios".
El rector de la UCA conversó ayer en Barcelona con EL PAÍS, poco antes de pronunciar la conferencia de inauguración de curso en la Escuela Superior de Administración de Empresas (ESADE). Estrada habló de José Simeón Cañas, un sacerdote saIvadoreño que luchó por la libertad de los esclavos a mediados del siglo pasado y que da nombre a la universidad que él dirige.Esa lucha por la libertad es un compromiso para los jesuitas de la UCA y ello lo prueba el asesinato de seis de ellos y otras dos personas del centro el año pasado. Los asesinatos forman parte de la persecución que existe contra lo que Estrada denomina Iglesia pueblo de Dios, "que es la que sufre encarcelamientos, torturas en las personas de catequistas, monjas, sacerdotes y excepcionalmente algún obispo".
Ahora, opina Estrada, en El Salvador los jesuitas viven un periodo de relativa tranquilidad. "Después del incidente del pasa do mes de agosto, en el que fueron tiroteados por francotiradores del Ejército los padres Cortina y Alvarenga [ambos ilesos], no ha habido ningún nuevo incidente", dice el rector de la UCA. "Tanto el Gobierno como el Ejército se sienten en la mira internacional; los costes de los asesinatos del año pasado impiden que se tomen medidas contra nosotros", y agrega: "Eso no quiere decir que el peligro haya pasado, porque ahí están los escuadrones de la muerte".
El rector de la UCA se muestra poco esperanzado sobre los resultados de la investigación, "que está en punto casi muerto, sobre la autoría intelectual del asesinato; las propias leyes salvadoreñas impiden que se llegue a juzgar a los autores intelectuales de la masacre", asegura. "De teniente para abajo pueden llegar a juicio, pero el coronel Benavides, que dio la orden, sigue negando su participación, y al inculparlo un teniente implicado, el testimonio de este último no vale", manifiesta Estrada.
El 12 del próximo mes de noviembre se celebrarán en San Salvador los actos del primer aniversario del asesinato de los jesuitas. "Hemos invitado a los obispos españoles, pero aún no tenemos respuesta", asegura Estrada, quien opina que es poco probable que asistan a esta conmemoración: "No lo hicieron cuando se produjo el asesinato y entre los muertos había cinco jesuitas de origen español; por ello, no creo que lo hagan ahora".
Beatificaciones de mártires
Quienes sí han confirmado su presencia son miembros de los episcopados inglés, irlandés y estadounidense, así como provinciales de la Compañía de Jesús de Estados Unidos, América Latina y España. Los jesuitas quieren ahora que el proceso de beatificación abierto al que fuera arzobispo de San Salvador, -Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por efectivos militares- incluya también a buena parte de las personas que han fallecido a causa de la persecución política en los últimos años, desde el sacerdote Rutilio Grande hasta los jesuitas asesinados en 1989, pasando por las religiosas norteamericanas que fueron muertas hace unos años. "A algún obispo o al Vaticano puede que no les guste"', señala Estrada, "pero son mártires de la misma causa".
La población salvadoreña parece que ha corrido más que el Vaticano en iniciar su proceso de beatificación. Tres ciudades, explica Estrada, han recibido los nombres de jesuitas asesinados el año pasado: Ignacio Ellacuría, Segundo Montes y Martín Baró.
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