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Los ojos de los otros

Michel Leiris fue una de las más significativas desembocaduras de aquella necesidad que el surrealismo experimentó de una legitimación que, procedente de las nuevas concepciones sobre la condición humana, avalara unas intuiciones sobre lo real que pugnaban por escapar del orden formal para presentarse como un auténtico sistema de mundo.Después de la negativa de Freud a prestarse a tal operación autorizadora, no tardaron mucho los surrealistas en darse cuenta de que la búsqueda de la alteridad oculta a la que estaban entregados ("hay otros mundos, pero están en éste", proclamaría Eluard) podía ejercerse no sólo en las zonas arcánicas de la cotidianidad accesibles sólo a través del delirio, del sueño o de la escritura automática, sino también en aquellas parcelas de la realidad humana que los antropólogos habían escogido como el objet6 de su saber, es decir, los pueblos exóticosy los aspectos menos domesticados de la cultura popular europea. Leiris inicia ese movimiento de simpatía que décadas después habrá de confirmar Lévi-Strauss con su exaltación de los surrealistas.

Antes de que Artaud descubriera esa vía de la mano de los -tarahumara -como Breton de los hopi o Buñuel en las Hurdes-, Leiris había recibido la revelación en una expedición Dakar-Yibuti en 1931 y junto a Griaule, de cuyo diario de viaje. resultaría una obra maestra absoluta de la literatura etnográfica, precursora de esa hipocondria sentimental que impondría Tristes trópicos. Se trata de LAfrique Jantóme, publicada en 1934 y cuya edición española prepara, por fin, Júcar.

Su vocación etnológica proveerá otras monografilas: La langue secréte des Dogon de Sanga (1948), Race et civilisation (1951), La possession et ses aspects théátraux chez les éthiopiens,de Gondar (1958)..., así como Africa negra: la creación plástica (en El Universo de las Formas, 1967). Una compilación de sus aportaciones en este campo puede encontrarse en Huellas (FCE, 1989).

Su interés por la erotología del sacrificio -compartido con su compañero de viaje del surrealismo a la etnología, Georges Bataille- brindará Le miroir de la tauromachie (1937), un análisis sobre los valores sexuales en la fiesta de los toros española, que también le servirá como paradigma de su propio oficio de escritor (La literatura considerada como u-na tauromaquia, Tusquets, 1975).

La obra disciplinar de Leiris se sitúa, sin embargo, en la misma di miensión que la obsesión autobiográfica que se revela en Edad de hombre (Tusquets, 1976, original de 1939) y A cor et á cri, (1988), pasando por La régle du jeu (1948-1976). Leiris entendió bien que el moderno etriógrafo no hace más que revalidar la vieja apreciación que Platón formulara sobre la necesidad de reconocernos en los ojos de los otros.

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