Berlín quiere agrupar las colecciones de sus museos
El arte egipcio, distribuido en diferentes edificios, el más beneficiado por la unificación alemana
Los fabulosos tesoros artísticos acumulados durante siglos por la corona prusiana en Berlín aparecieron, acabada la II Guerra Mundial, desperdigados y mutilados por almacenes y refugios de los alrededores de la humeante capital del Reich. Ocupada la ciudad por las tropas vencedoras, estos objetos fueron los primeros en encontrarse con las barreras que luego delimitaría la guerra fría, quedando repartidos entre las dos mitades de la ciudad dividida. Ahora, caído el muro, se intenta reorganizar este galimatías con la perspectiva de ofrecer la mejor oferta cultural y artística.
El hecho de que el centro museístico -la llamada Museuminsel- se encontrara en la zona de ocupación soviética propició que los aliados occidentales acumularan en sus zonas todo lo que encontraron por los alrededores. Otro tanto hicieron los soviéticos, con la pequeña diferencia de que, como primera medida, decidieron llevarse a casa una buena parte del botín que posterior mente, y en diferentes fases, fue ron devolviendo una vez que Berlín Oriental se convirtió en la capital de la RDA.Así, por casualidad, las piezas se repartieron al tresbolillo, rompiéndose la unidad de las colecciones. La de arte egipcio, por ejemplo, acabó repartida a uno y otro lado de la ciudad. Mientras Nefertiti se quedaba en Occidente, instalada en Charlotenburg, el emperador Chertiotep permanecía en el Este, en el Bondenmuseum. Claro que otras obras tuvieron menos suerte, como los 14 cuadros de Rubens guardados en el refugio de la estación de metro del Zoo, que ardieron poco antes de finalizar la guerra a resultas de un bombardeo. La Museuminsel, literalmente la isla de los museos, está situada en el centro neurálgico del Berlín imperial, en torno a donde se encontraba el palacio real de los Hohenzollern, otra víctima de la contienda. Esta maravilla barroca, dañada por los bombardeos aliados pero con posibilidades de ser reconstruida, permaneció en ruinas durante bastantes años. El Gobierno comunista, se dice que por una cuestión de principios, tal vez por la vana pretensión estalinista de reescribir la historia, decidió demolerlo y salvar tan sólo la puerta principal y el balcón situado encima de la misma, dado que desde allí arriba se proclamó la república y se acabó con la monarquía prusiana en los últimos días de la I Guerra Mundial. La puerta fue trasladada al Palacio del Gobierno, mientras que en el solar se construía la mole bautizada como Palacio de la República, que albergó a la Volkskammer y que ahora ha sido cerrado a causa de la contaminación por asbestos.El esplendor ilustrado del siglo XVIII y el imperio del XIX permitió a la monarquía prusiana acumular una increíble cantidad de tesoros artísticos. Incluso después de las revoluciones burguesas, el escaso poder de la burguesía en Berlín permitió que fuera la corona quien en todo momento controlara los museos. Fue Federico Guillermo IV, en 1823, quien proyectó un museo frente al palacio para reunir alrededor de los jardines reales el gran escaparate de la Prusia idealista: el palacio, la catedral, el museo y el Ministerio del Ejército.
Este primer museo, conocido como el Altes Museum, estaba destinado a albergar especialmente el arte de la antigüedad. En la planta baja se encontraba el arte antiguo, y en el primer piso el arte cristiano y la pinacoteca. Muy pronto el edificio quedó pequeño y el mismo Federico Guillermo IV tuvo la idea de la isla de museos y ordenó la construcción del Neues Museum, el mayor de todos los edificios que hoy en día sigue en ruinas, habiéndose salvado, por casualidad, de desaparecer al igual que el palacio ya que hasta 1985 no se iniciaron los primeros estudios para su reconstrucción.
Junto a estos dos edificios, y completando el espléndido conjunto arquitectónico, se halla el Bodenmuseum, la Nationalgalerie y el más famoso de todos ellos, el Pergamon, inaugurado en 1930 y que toma su nombre de la antigua ciudad griega situada en la actualidad en Turquía, cuyo impresionante altar conserva.
La puerta de Mileto
Junto a esta pieza única, que ocupa la inmensa sala principal, se hallan también la puerta de Mileto y las puertas de ladrillo vidriado de Babilonia, así como enormes colecciones de escultura de la antigüedad, desde los asirios hasta los romanos, pasan do por Troya.Todo parece indicar que esta colección no se moverá de su sitio, y, en todo caso, recuperará algunas piezas que hubieran quedado en Occidente. Es evidente que, en lo que respecta a arte antiguo, Berlín no desmerece de los más famosos museos del mundo, sea el British Museum o el Louvre. La colección de arte egipcio será la que más se beneficie de la unificación. El Neues Museum, una vez reconstruido, unirá a su colección de papiros y a los tesoros del emperador Chertiotep lo que durante estos años se exhibía en Charlottemburg. Así Nefertiti abandonará su casa provisional y se reunirá con los suyos.
Pero, con la excepción de este caso, nada se ha decidido sobre cómo se reestructurarán las restantes colecciones. El artículo VIII del Tratado de Unificación Alemana estipula que la institución que hasta ahora ha administrado los museos de Berlín Occidental, la Fundación de la Herencia Cultural Prusiana, debe encargarse de reunir las partes separadas durante la guerra.
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