El Este fue un paraíso para terroristas
El deshielo pone de relieve las relaciones entre países socialistas y bandas armadas
Susanne Albrecht fue la primera en caer. Acababa de regresar de una larga estancia en Moscú cuando varios policías se presentaron el 6 de junio en su domicilio del número 3 de la calle de Rosenbecker, en las afueras de Berlín Este. Después fueron apresados otros compañeros de armas de Albrecht y poco a poco ha empezado a quedar al descubierto el entramado de relaciones que vinculaba a Alemania Oriental, pero también a otros Estados socialistas como Hungría o Checoslovaquia, con el terrorismo internacional.
Ese día de finales de primavera concluyó para la señora Becker, la falsa identidad que utilizaba Albrecht, 10 años de vida apacible en Alemania Oriental, el país en el que se refugió en 1980 cuando a los 29 años huía de la justicia germana occidental, que la acusaba del asesinato en 1977 de Jürgen Ponto, presidente del Dresdner Bank.Con esta primera detención de un destacado miembro de la Rote Armee Fraktion (RAF, Fracción del Ejército Rojo) en un ex Estado socialista quedaban retrospectivamente desmentidas todas aquellas protestas indignadas de dirigentes comunistas formuladas cuando alguna personalidad o algún diario occidental insinuaban que en el Este se brindaba apoyo al terrorismo inernacional
Tras el deshielo, el primero en reconocer que su país ayudó al terrorismo fue el recién elegido presidente de Checoslovaquia, Vaclav Havel, que pidió excusas a Occidente por haber vendido centenares de kilógramos de semtex, el famoso explosivo difícilmente detectable. Sólo Libia, precisó, recibió un millar de toneladas y, cuando los colaboradores del coronel Muammar el Gaddafi le desmintieron amenazó con sacar a la luz las facturas.
Otros clientes indirectos de la industria checoslovaca de explosivos, los grupos extremistas palestinos, también reconocen que el derrumbamiento del telón de acero les ha perjudicado. Se acabaron las ventas de armas y el entrenamiento militar, del que se beneficiaron unos 6.000 fedayin desde la década de los sesenta, y las oficinas de las que dispuso en Varsovia y en Berlín Este el temible disidente de la Organización para la Liberación de Palestina, Abu Nidal, han sido cerradas.
Los miembros del Pacto de Varsovia no sólo mantenían estrechas relaciones con guerrillas del Tercer Mundo, que a veces actuaban en Europa occidental, sino con grupos terroristas europeos. Ahora resulta que hasta ETA tuvo "por lo menos contactos informales" con el régimen que en la República Democrática Alemana (RDA) encabezó Erich Honecker, según acaba de revelar el ministro del Interior germano oriental, Peter-Michael Diestel.
En marzo, Berlín Este cerró su servicio de espionaje, y desde entonces sus agentes llaman a la puerta del Bundesnachrichtendienst, el servicio de espionaje de la República Federal de Alemania (RFA), para congraciarse a sus ex rivales, contándoles todo lo que saben. Por si esto no bastase para recopilar información la policía germana oriental ofrece ahora recompensas de hasta tres millones de pesetas a los ciudadanos que la ayuden a localizar a antiguos militantes de la RAF.
Jubilados de la lucha armada
De ahí que tras la detención de Albrecht, otros nueve terroristas fuesen apresados en la RDA, la mayoría jubilados desde hace años de la lucha armada hasta tal punto integrados en la sociedad germana oriental que, como Inge Viett, defendían hasta hace poco en la revista de su empresa los valores del anterior régimen, mientras Silke Maier-Witt se manifestaba, en cambio, a favor de la democracia. Ninguno intentó escapar. cuando los policías fueron a detenerlos.Esta segunda generación de la RAF, que entró en acción tras la detención y condena en 1977 de los fundadores del grupo, Andreas Baader y Ulrike Meinhof, nunca golpeó a Occidente desde la RDA, según el ex jefe del espionaje de Berlín Este, el mítico Markus Wolf, "porque hubiese sido demasiado peligroso para la RDA".
Esa generación se trasladó a Alemania Oriental porque deseaba renunciar a la lucha armada y rehacer su vida y Honecker, al que según el ministro Diestel estos jóvenes le recordaban su lucha contra los nazis, les ofreció una nueva identidad, trabajo, alojamiento y hasta algunos privilegios de la élite comunista, como un pasaporte de servicio y la posibilidad de cambiar con relativa frecuencia de automóvil.
En una declaración hecha pública por su abogado" Honecker negó, sin embargo, desde el cuartel soviético dónde se aloja, haber acogido a los miembros de la RAF. "Ninguna de esas acusaciones es verdad", afirmó.
No todos los asilados en la otra Alemania abandonaron rapidamente las armas. Sigrid Sternebeck, por ejemplo, asentada en Francfort del Oder (RDA) desde 1980, reapareció en la RFA en el verano de 1985 para, según las autoridades de Bonn, adquirir primero un coche que sería utilizado en un atentado contra una base norteamericana en el Estado de Hesse y participar después en el asesinato de un soldado estadounidense a la salida de una discoteca de Wiesbaden.Henning Beer, residente en Neubrandenburg desde 1982, se ausentó, al margen de sus vacaciones, tres veces de su trabajo en una industria geotérmica, según reveló la prensa germana occidental. Las fechas de sus tres ausencias coinciden, curiosamente, con las de otros tantos atentados revindicados por la RAF: la fallida voladura en 1988 con una moto-bomba del ala de un hotel dónde se hospedaban mandos norteamericanos de la base de Rota (Cádiz), el asesinato en noviembre de 1989 de Alfred Herrhausen, presidente del Deutsche Bank, y el asesinato frustrado en septiembre de 1988 de Hans Tietmeyer, entonces secretario de Estado de Finanzas.
Carlos, en Hungría
Es dificil creer que Beer o Sternebeck no contasen por lo menos con el beneplácito de la policía política germana oriental (Stasi) para esos viajes tan especiales. El que sí obtuvo la bendición de las autoridades húngaras para operar a partir de su territorio en 1979 y 1980 fue el célebre terrorista de origen venezolano Carlos (su verdadero nombre es Illich Ramírez Sánchez), cuya más conocida acción de guerra fue el secuestro en diciembre de 1975 de 11 ministros de la Organización de Países Productores de Petróleo reunidos en Viena.En 1980, Budapest inició un acercamiento a Interpol y el buró político del hoy casi extinguido PSOH (comunista) decidió deshacerse de Carlos por las buenas. Dos agentes secretos se reunieron con él y su adjunto, y, según la película de la entrevista, que fue rodada en su día sin que lo supiese el terrorista y que la televisión húngara acaba de mostrar, le advirtieron: "Debe liquidar sus bases de operaciones aquí. Debe dejar de utilizar Hungría para dirigir su grupo (...)" que actuó por cuenta de palestinos y de algunos extremistas europeos. Durante un tiempo se le siguió autorizando aún a efectuar cortas estancias en el país magiar, pero se le expulsó en 1982 y se le negó la entrada otras dos veces, en 1986 y en 1988 cuando regresaba para intentar recuperar armas y municiones almacenadas en un piso.La URSS tampoco le permitió el ingreso, según ex agentes húngaros, que aseguran que Carlos, de 41 años de edad, fue entonces acogido en Rumania y en Alemania Oriental. Ambos países no estaban interesados entonces, probablemente, en adherirse a Interpol. ¿Que país aún socialista acoge ahora a Carlos?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.