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LA CITA DE LOS MÁS RICOS

La cumbre de los desacuerdos

El Grupo de los Siete abandonó ayer Houston con la cartera llena de asuntos pendientes

La 16ª cumbre económica del Grupo de los Siete, que comenzó con la leyenda de la primera tras el fin de la guerra fría, pasará a la historia como la cumbre de los desacuerdos, a pesar de que en los distintos comunicados conjuntos se hayan hecho enunciados unánimes sobre los temas más candentes. Los asistentes a la reunión abandonaron ayer Houston con una declaración final bajo el brazo, pero con la cartera llena de asuntos pendientes, que se tendrán que dilucidar en distintos foros internacionales en los próximos meses. Los acuerdos anunciados quedan para la galería.

Los tres asuntos que desde un principio iban a centrar los debates de Houston eran las ayudas a la Unión Soviética, las subvenciones agrícolas y las medidas para luchar contra la destrucción del medio ambiente.Durante los dos días y medio de reuniones, unos y otros han conseguido acercar posiciones en cada uno de estos temas, pero en ninguno de ellos se han podido firmar compromisos concretos de acción.

Como mucho, acuerdos de principio de instrucciones para posteriores negociaciones. En el caso concreto de la política de ayudas a la Unión Soviética, incluso las posiciones de partida se han mantenido prácticamente inalterables durante todas las sesiones.

En el comunicado se apoya vehementemente el proceso de apertura llevado a cabo por el presidente soviético Mijaíl Gorbachov y se hacen votos para que continúe la democratización y las reformas hacia la economía de mercado en la Unión Soviética. Sin embargo, las propuestas europeas sobre ayuda directa a Moscú han quedado muy en el aire.

Ayudas técnicas

Mientras que el presidente George Bush mantenía sus tesis de ayudas técnicas y el primer ministro japonés, Tashiki Kaifu, no movía ni una coma en su primera declaración contraria a dar ni un yen a la URS S.

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Parafraseando la vieja idea del soviético Guennadi Guerásimov, los líderes de Occidente han empleado la doctrina Sinatra. Cada uno irá por su lado -My way, mi camino, cantaba el ídolo americano-, aunque el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial envíen misiones técnicas para evaluar los avances soviéticos.

La gran discusión de la cumbre, los subsidios agrícolas, se cierra también con acuerdo, aunque los compromisos de unos y otros esten cogidos con alfileres y su desarrollo real esté pendiente de la próxima reunión del GATT que se celebrará en Ginebra el 23 de julio.

Dentro de dos semanas se comprobará que a las grandes frases del comunicado del Grupo de los Siete se las puede llevar el viento y que los quince puntos de la onda Uruguay siguen en el aire. Y es que, cuando hay que hacer una declaración conjunta sobre algo en lo que no se está muy de acuerdo al final se acaba decepcionando al público.

De cualquier forma, europeos y norteamericanos parecen satisfechos de este acuerdo de principio, por el que se irán reduciendo -se ha renunciado a la palabra eliminando- los subsidios agrícolas de forma escalonada (sin fijar el ritmo, eso sí) y sin que las economías de uno y otro lado sufran. Cuando empiecen a negociar la letra pequeña en Ginebra, todo será más difícil, sin duda.

Incógnitas

Por último, el enunciado sobre medio ambiente -precisamente el último en redactarse-, deja también muchas incógnitas sobre la mesa. Todos los líderes llegaron a Houston con la sana idea de mostrarse activos frente al desastre ecológico hacia el que camina el planeta. Pero las propuestas agresivas de alemanes y franceses sobre reducción de emisiones de dióxido de carbono para evitar la lluvia ácida y el calentamiento del planeta han vuelto a quedar en un sí, pero.

Bush y Mulroney salvaron la cara nada más comenzar la cumbre al firmar un protocolo bilateral. Y todos han llegado a un consenso sobre la necesidad de ser más activos frente a los problemas medioambientales.

En definitiva, los cinco aviones que salieron ayer hacia el continente europeo, el que despegó con destino Japón y los que se fueron hacia Norteamerica trasladaban de vuelta a casa a ocho líderes satisfechos por haber salvado la cara, pero frustrados por no haber conseguido mayores compromisos. Otra vez será. El año que viene, la cita será en Londres.

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