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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Año cero

LAS DOS Alemanias disponen desde hoy de una moneda común -el marco occidental-, primer paso en el proceso de integración económica que desembocará en la unificación política de ambos países. La singularidad histórica de esta experiencia no deriva sólo del antagonismo existente entre ambos sistemas económicos o de los desiguales comportamientos de sus economías, sino de la convergencia de ese proceso con el más amplio de unión económica y monetaria europea, cuya primera fase también se inicia hoy. Estamos, pues, en el año cero de una nueva Europa.La transición de la República Democrática Alemana (RDA) hacia una economía de mercado, condición básica que subyace en la aparente generosidad occidental que ha presidido el acuerdo de unificación monetaria, no estará exenta de dificultades, pero será ante la emergencia de enfermedades propias de ese nuevo clima -inflación y desempleo, fundamentalmente- donde se pondrán más explícitamente de manifiesto las escasas defensas de una economía esclerotizada institucionalmente. Los ciudadanos orientales habrán de hacer frente al abandono del sistema de subsidios que mantenían artificialmente bajos los precios de algunos bienes y servicios básicos (alquileres de vivienda, alimentación, transporte ... ), y hacerlo con rentas salariales que, aun convertidas a marcos occidentales en una relación paritaria, significan en promedio la mitad de las que obtienen los alemanes occidentales. Las importantes y profundas diferencias de productividad entre ambas economías seguirán justificando esas divergencias salariales sin la contrapartida que hasta ahora constituía la seguridad en el empleo. No ha de extrañar, por tanto, que a la euforia inicial con que en la RDA se recibió el acuerdo de unificación haya sucedido un estado de ánimo dominado por la incertidumbre y el temor.

Una situación en cierta medida opuesta caracteriza la anticipación de las consecuencias de esa unificación para la economía de la RFA. Las iniciales evaluaciones de los costes asociados a la operación unificadora trasladaban al contribuyente occidental una parte importante del precio de esa generosidad política de sus gobernantes, al tiempo que las nuevas posibilidades de consumo otorgadas a los ciudadanos de la RDA amenazaban la estabilidad de los precios en aquel país. El comportamiento de la economía federal en la primera mitad de este año ha contribuido significativamente a la reducción de esos temores, afianzando la capacidad de absorción del impacto unificador. Una tasa de crecimiento superior al 4% anual está siendo compatible durante este año con un superávit de la balanza por cuenta corriente con capacidad más que suficiente para desviar parte de las exportaciones hacia el ampliado mercado alemán sin aumentos significativos en los precios.

Es en la evaluación del impacto presupuestarlo donde las expectativas han experimentado una más favorable evolución. La financiación de una economía ineficiente con la simultánea garantía de beneficios sociales para los trabajadores orientales amenazaba con desestabilizar las saneadas finanzas públicas federales hasta determinar un déficit presupuestario que llegó a estimarse en un 5% del producto nacional bruto de la RFA. Nuevamente ese crecimiento económico superior al esperado, y su mantenimiento en niveles relativamente elevados en los próximos años, puede deparar una generación adicional de ingresos impositivos que reduzca las consecuencias electorales que una presión fiscal adicional o un significativo incremento del endeudamiento público llevarían consigo. La creación de un fondo específico para la financiación de la unificación de hasta 115.000 millones de marcos prevé que una parte significativa de sus dotaciones proceda precisamente de reducciones presupuestarias en capítulos como el de defensa o el de subsidios a Berlín Occidental.

Con todo, la encrucijada en que se encuentra la economía de la RFA trasciende el ámbito de esta experiencia para afectar significativamente a una Europa comunitaria que ha hecho de la continuidad del liderazgo alemán la precondición para el éxito de su proceso de integración.

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