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La CE propone rehacer las ciudades para que no atenten contra la salud de los ciudadanos

Las ciudades europeas concentran población y riqueza, pero son a la vez el gran foco de polución. El ruido, la eliminación inadecuada de los desechos, la contaminación del aire, del agua y del suelo "tienen efectos negativos sobre la salud del ciudadano", afirma el Libro Verde sobre el medio ambiente urbano que el próximo miércoles aprobará la Comisión Europea. Revisar los principios que han inspirado el urbanismo y poner en marcha una estrategia global cuesta caro. Pero no hay más remedio que rehacer la ciudad, porque la situación actual es sólo "una señal de alarma, anunciadora de una crisis".

La contaminación del Rin, la influencia decisiva de la polución urbana en problemas más generales como las lluvias ácidas y el efecto invernadero muestran, según el estudio de la Comisión Europea, que el deterioro del medio ambiente en las ciudades tiene consecuencias internacionales. Hace falta, pues, una estrategia común, global y duradera.En Europa las aglomeraciones urbanas son un cúmulo de problemas. En los años cincuenta y sesenta las afueras se poblaron de enormes construcciones verticales para crear las llamadas ciudades dormitorio, desprovistas de infraestructuras culturales y de ocio, huérfanas de centros históricos y otros elementos con personalidad propia a los que el ciudadano pueda identificarse. Hoy en su mayoría "se han convertido en suburbios enfrentados a los problemas de la probreza, la criminalidad y la droga".

Estos urbanitas alejados de sus puestos de trabajo y de los centros comerciales o de esparcimiento han agravado el problema del tráfico. "El transporte es el responsable del 90% de las emisiones de monóxido de carbono", dice el estudio. Hoy hay 379 coches por cada 1.000 habitantes; en 1995 serán 423 y en el año 2010 ascenderán a 515. En París, el tráfico bloquea las calles desde el siglo XVIII. El problema, pues, no hará sino agravarse y se quedarán pequeños los 2.700 millones de toneladas de óxido de carbono, los 14 millones de toneladas de dióxido de azufre y los 9,8 millones de toneladas de óxido de nitrógeno que el año pasado se emitieron a la atmósfera.La contaminación sigue en el aire, a pesar de las medidas adoptadas para atajar los efectos nocivos de las calefacciones. En 1952, a causa de la niebla tóxica, murieron en Londres 5.000 personas. Pero el mal se extiende a las aguas residuales, a la contaminación de los suelos y cobra volumen con los más 110.000 millones de toneladas de residuos que las ciudades europeas acumularon el pasado año. No hay vertederos, plantas incineradoras ni técnicas de reciclaje suficientes. Incluso el turismo de masas está teniendo efectos nocivos sobre los centros históricos de las ciudades, algunos de ellos transformados en un zoco comercial hostil para quien lo habita.

Señal de alarma

Y queda por último la contaminación más urbana, el ruido. Puede provocar sordera, pero, sin llegar a ese extremo, es "un auténtico peligro para la salud, provoca síntomas físicos vinculados al estrés y deteriora la calidad de vida urbana porque exacerba la agresividad", afirma el Libro Verde.

Todos estos problemas "deben ser considerados como una señal de alarma, anunciadora de una crisis que nos obligará a repensar los modelos actuales de organización y urbanismo", explica el informe.

El Libro Verde no es todavía un programa de medidas operativas sino una propuesta sometida al análisis del Consejo de Ministros de la CE y del Parlamento Europeo. Los proyectos anticontaminantes puestos en marcha son, según la Comisión Europea, insuficientes. "El hecho de que la economía de mercado no haya internalizado los costes ecológicos es el corazón del conflicto", señala el informe.

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