Claude Simon: "La literatura no es nacionalista, es universal"
El premio Nobel de 1985 aboga en Vitoria por la separación entre arte y política
El escritor francés Claude Simon, Nobel de Literatura de 1985, prefiere no hablar del reconocimiento que supone este premio para la literatura del país receptor. "La literatura no es nacionalista, es universal", dijo el pasado martes en Vitoria el escritor, representante del nouveau roman. Partidario de separar la ideología del arte, Simon argumentó que el siglo XIX es el listón a partir del cual Marcel Proust y James Joyce sientan las bases de la verdadera narrativa.
El autor de La ruta de Flandes, más dedicado a las conferencias y a los viajes que a continuar su obra literaria, sostiene que a partir de estos autores se puede hablar de literatura en el sentido más amplio, sin limitaciones geográficas y mucho menos políticas. Simon puso el ejemplo del estancamiento artístico que han sufrido los países del Este europeo al generalizar un intento de unión entre la ideología y el arte. "Los resultados catastróficos de estancamiento y retraso social son más que suficientes para dejar las ideas y volver a los objetos, volver a prestar, en el caso de la literatura, toda la atención a su materialidad, la lengua".El escritor aseguró no saber cómo van a repercutir en la literatura los cambios que se están produciendo en el Este. "Es evidente", dijo el escritor, "que la eliminación de la censura es muy importante y van a aparecer necesariamente nuevas cosas. El cambio va a repercutir en la literatura".
Claude Simon es considerado por la crítica como el escritor más puro del noveau roman, un término que ha acabado por aceptar aunque prefiere hablar del estado de crisis. Un punto de partida que permite la edificación con rigor de una obra. "La sociedad está continuamente cambiando, la labor del artista es comprender y aceptar esos cambios al ritmo de los acontecimientos, pero fuera de cualquier consideración moral ligada al propio proceso del arte".
Para subrayar esta idea leyó una cita de Elie Faure fechada en los años veinte: "El arte no tiene nada que ver con ninguna finalidad social, sea la que sea, porque por muy alto que llegue nunca ha podido mantener a esa altura el equilibrio político del que sin lugar a dudas no constituye sino una imagen ideal, imposible incluso de asentarse y porque el pretendido instrumento de ese equilibrio, la moral, sólo reina sobre sus ruinas y huye en cuanto él reaparece".
Claude Simon se declaró en Vitoria detractor también de cualquier obra que huela a moralina. "No veo en ellas", explicó, "más que un ejemplo deplorable de literatura impregnada por la ley de la causalidad, con conclusiones esterotipadas que funcionan a modo de reflejos condicionados. Tampoco me gustan los personajes sin matices", dijo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.