Semprún: '"Poeta en Nueva York', de Lorca, es comparable a 'Las iluminaciones', de Rimbaud"
El 50º aniversario de la edición de la obra lorquiana reúne en Madrid a especialistas internacionales
Jorge Semprún, ministro de Cultura, comparó al Federico García Lorca de Poeta en Nueva York con el Rimbaud de Las iluminaciones, en una conferencia dictada ayer en la Residencia de Estudiantes. La conferencia formaba parte del seminario internacional que durante esta semana se celebra en la facultad de Filosofía de la universidad Autónoma de Madrid en conmemoración del 50º aniversario de la edición de Poeta en Nueva York y la aportación española al surrealismo. Semprún, recordando el ensayo de José Ángel Valente Pez luna, citó que Lorca recorrió en Poeta en Nueva York "el máximo descenso del llanto hacía sí mismo" y afirmó que "el libro supone la plena incorporación del poeta a la modernidad crítica".
Semprún comenzó citando las palabras que en 1931 pronunció Federico García Lorca en el mismo lugar, la Residencia de Estudiantes, en una conferencia y lectura de poemas de su libro Poeta en Nueva York. "Siempre que hablo ante mucha gente", -decía Federico- "me parece que me equivoco de puerta... Hoy no tengo más espectáculo' que una poesía amarga y viva".Después de la evocación, Semprún contó una anécdota personal, que "no por ser un recuerdo deja de parecer un sueño", que le hizo descubrir en la infancia los dos rostros de Federico García Lorca. "Era en la calle Alfonso XI, casa de los amigos de Cruz y Raya (la editorial de José Bergamín) y casa de José María Semprún Urrea, mi padre, cofundador de Cruz y Raya. En algunas cenas aparecían por allí gentes como Zubiri, Bergamín (claro), Oliver... y un día, apare'ció Federico. Mi hermano y yo dormíamos en una habitación contigua al comedor, que tenía una puerta de cristales que se cubrían con un tapiz que dejaba un pequeño resquicio arriba. Haciendo equilibrios con mesas y sillas conseguíamos atisbar a los invitados. Así descubrimos los dos rostros de Federico. El redondo, el de la risa, la broma y el duende; y el alargado, meditativo en una lejanía súbita que nos asustaba".
Españolismo
Continuó trayendo a colación dos textos, uno de Dámaso Alonso, Federico García Lorca y la expresión de lo español y el breve ensayo de Pedro Salinas García Lorca y la cultura de la muerte. La interpretación que Dámaso Alonso realiza de Lorca, como 14 una extraña condensación de esencias raciales" llamó a Semprún a alertar a su audiencia contra sus extremos, pese al atractivo de la "ley de la expresión hispánica", según la cual para Dámaso Alonso, Juan Ruiz era inevitable en el siglo XIV, Lope en el XVII y Lorca en el XX. "Debemos tener cuidado con lo que pueda tener de reductor lo del españolismo. Hay que tener cuidado y no confundir los hispánico con lo popular".
"Los que hemos estado en el exilio sabemos hasta qué punto puede herir la vieja fórmula de España en el corazón, y cuántas veces se utiliza como un subterfugio para no ir más allá. En Poeta en Nueva York, Lorca ha demostrado hasta qué punto es un¡versal". Este carácter de universalidad se demuestra para Semprún, de manera teórica, en la conferencia de Lorca sobre La imagen poética de Góngora, en la que afirmaba que "cansado de la sencillez heroica del romancero leía a. Virgilio con sed de elegancia". "Lo mismo se podría afirmar de Federico", concluyó.
"Lorca siente la vida por vía de la muerte", afirmaba Salinas en el ensayo citado, lo que en opinión de Semprún revela las claves del pensamiento poético reflejado en Poeta en Nueva York, que nada tiene que ver, afirmó, con "la idea de Heidegger de ser para la muerte". Y si, sin embargo, con la asunción crítica de la, modernidad, lo que en su opinión convierte a Poeta en Nueva York, "no sólo en la cumbre de la obra de Federico, sino de la poesía del siglo XX".
Semprún abordó las dos recensiones, a su modo de entender más positivas, que ha tenido el libro de Lorca. Una, nada más aparecer, del poeta Juan Larrea que lo saludó en una crítica publicada en la revista La España peregrina titulada Asesinado por el cielo, en la que afirmaba que "por más sutiles que seamos jamás podríamos conocer la verdadera sustancia poética de Federico García Lorca, sin haber leído Poeta en Nueva York". La otra, el ensayo de José Ángel Valente titulado Pez luna que apareció en la revista Trece de Nieve en 1976, en el que se afirmaba que en Poeta en Nueva York se daba "el máximo descenso del llanto hacia si misíno" y se hacía referencia con respecto a la anterior obra poética de Lorca, "de la quemada materia que entonces llega hasta la voz".
La crisis personal, el deseo de romper con el éxito anterior de Romacero gitano o el fácil simbolismo del francés, además de, como él -"haber querido decir lo que he dicho y en todos los sentidos", hacen equiparable, para Semprún, las figuras de Lorca y Rimbaud.
Babelia
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