Reflexión injusta
No es costumbre, mía en todo caso, que un editor responda a una crítica literaria. En el caso de la crítica al libro de Marcelo Cohen El oído absoluto, que firmada por Yolanda González, apareció en la sección de Libros del 18 de marzo, siento que debo apartarme de la norma. Resulta curioso que en ella se diga del libro en cuestión lo que jamás se ha dicho de obra alguna de Borges, Cortázar o Sábato: que el lector "puede sentirse perdido en una jungla". Y que "la extrañeza se produce por la utilización de vocablos, estructuras sintácticas y acentuación propia de la tierra natal del autor". Cohen es argentino y escribe en argentino, lengua legítima como cualquier otra, y el lenguaje de Cohen en nada se distingue del de los tres autores citados.Exactamente así, con este vocabulario, aparecen las siguientes dos frases en Hombre de la esquina rosada, de Borges: "La milonga déle loquiar y déle bochinchear en las casas, y trala olor a madreselvas el viento. Linda al ñudo la noche".
Exactamente así, sin cambiar un acento, aparecen las siguientes frases en Rayuela, de Cortázar: "-Eso me sale muy bien, che, lo aprendí en Palermo. Vení, vamos a beber algo. No quiero mirar para atrás, oí cómo el cana la putea".
Y exactamente así, con esta sintaxis, aparece esta frase en Sobre héroes y tumbas, de Sábato: "-Pero imaginate, pibe... eran gente rica... y yo, además, con este escracho...".
No hace falta agregar que Gabriel García Márquez escribe en colombiano (o en cualquier lengua hispanotropical en la que le dé la gana de expresarse), ni que Mario Vargas Llosa lo hace en peruano.
Ninguno de los autores citados, aparte de Cohen, ha suscitado jamás una reflexión tan injusta para con el público español, que hasta ahora nunca se ha perdido en la maravillosa jungla de la literatura latinoamericana.
Y, de paso, quizá convenga señalarle a su crítica que el verbo emanar es intransitivo, tanto en la Argentina como en España.-
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