_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Socialismo y futuro

NO ES casual que haya tenido lugar ayer en Madrid una reunión de figuras socialistas europeas de particular relieve. En, ella han tomado parte, al lado de Felipe González, Alfonso Guerra, Michel Rocard, primer ministro de Francia, y Claudio Martelli, el segundo de Bettino Craxi en el Partido Socialista Italiano y vicepresidente del Gobierno de Andreotti. Particular significación reviste la presencia del secretario general del Partido Comunista Italiano, Achille Occhetto, en su primer viaje después de su victoria en el congreso de Bolonia, en el que el PCI decidió transformarse en una nueva organización de izquierda y adherirse a la Internacional Socialista. Si el motivo concreto del encuentro era el lanzamiento de una nueva revista sobre El Futuro del Socialismo, el momento político que vive Europa explica que los líderes de las fuerzas de izquierda tengan hoy particular interés en hacer una demostración de unidad.Hasta hace poco, los partidos socialistas consideraban con optimismo la perspectiva de un triunfo de sus ideas en la RDA, lo que hubiese anunciado una hegemonía socialdemócrata en el proceso tan delicado -y decisivo- de la unidad alemana. Unido al auge laborista en el Reino Unido, hubieran tenido razones de satisfacción. Pero la amplitud de la victoria de la derecha en la RDA ha cambiado el panorama. Indica que, con el hundimiento de los sistemas del socialismo real, es probable que se produzca en el Este un movimiento pendular hacia opciones políticas alejadas de cuanto suene a socialismo. Si ello ocurriese en Europa oriental, las fuerzas de izquierda de Europa occidental no podrían permanecer indiferentes. Estamos ya en una misma Europa, y en ella el socialismo, si quiere ser un proyecto atractivo, tiene que plantearse la búsqueda de nuevos caminos, incluso nuevos instrumentos intelectuales. Es una etapa histórica en la que los viejos nombres y las viejas divisiones han perdido razón de ser. Occhetto -con el único partido comunista de Occidente que tiene un gran peso político- ha sacado de todo ello las lógicas consecuencias. Su visita a Madrid es un paso más en el camino hacia el ingreso en la Internacional Socialista.

Paradójicamente, mientras que la reunión de Madrid -y la revista que nace- dan una sensación positiva de que el socialismo aborda con voluntad renovadora los problemas contemporáneos y tiende a ensanchar sus filas con espíritu abierto, la realidad de la vida interna de varios partidos socialistas ofrece -como lo ha hecho el Partido Socialista francés (PS) en Rennes- la imagen de unas despiadadas luchas personales, de un olvido total de los problemas políticos, supeditados de manera descarada a los juegos sucios de la lucha por el poder. Después del espectáculo bochornoso del congreso de Rennes, la recomposición de las filas maltrechas del partido ha venido de manos de Mitterrand desde su olimpo. Se ha hablado mucho de su florentinismo y acaba de demostrar que no eran palabras vanas: contribuyó desde lejos a agravar los líos inextricables causantes del fracaso del congreso para utilizar ahora ese mismo fracaso y tomar pública posición a favor de Rocard como candidato a su sucesión en las próximas elecciones presidenciales. El rey ha designado a su delfin, lo que puede devolver coherencia a las filas socialistas. Por otra parte, esta decisión confirma la evolución del Partido Socialista francés hacia el centro, que ya se manifestaba en los dos últimos años. Sólo la autoridad de Mitterrand puede evitar o refrenar las posibles sublevaciones de los sectores más a la izquierda en el ámbito del partido.

Pero ese abismo entre los proyectos socialistas a largo plazo y la práctica diaria no es exclusiva de Francia. En España, el PSOE ofrece una contradicción evidente entre el pensamiento programático socialista con proyección de futuro y una realidad política diaria marcada por un pragmatismo de Estado. Es la distancia que separa lo idóneo de lo posible.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_