Gerald Cohen abre en Madrid un ciclo sobre la justicia desde la perspectiva del marxismo
El profesor en Oxford cree que los sucesos del Este refutan algunas tesis de Marx, pero confirman otras
Gerald A. Cohen abre hoy el ciclo organizado por la Fundación Pablo Iglesias titulado Justicia, libertad y capitalismo. La perspectiva del marxismo analítico, que se celebra durante dos días en Madrid. Junto a Cohen intervienen José Francisco Álvarez, Andrés de Francisco, R. J. van der Veen, F. Aguiar, Antoni Doménech y Philippe Van Parijs. A juicio de Cohen, los últimos acontecimientos de los países del Este "confirman la insistencia de Marx en la imposibilidad de implantar el socialismo en una sociedad que no se halle en una etapa de capitalismo avanzado" y muestran "que la idea de una planificación global de la sociedad es imposible", al tiempo que plantean una revisión de la noción marxista de mercado.
"La sociedad capitalista es una sociedad injusta que impide el desarrollo individual de las personas afirma Cohen, "lo que no es lo mismo que la injusticia, pero también es un mal". El filósofo cree que "es factible construir una. sociedad que no sea así, aunque ello no será posible sin una actitud militante. Y no será fácil porque la sociedad capitalista extrae grandes beneficios de los sufrimientos de las personas". "Cualquier revolucionario socialista cree en esto", añade Cohen, "sin necesidad de ser marxista".Para alguien que, como Cohen, acepta buena parte de la doctrina marxista, los acontecimientos recientes de los países del Este son un punto de referencia para la teoría: "Desde un punto de vista tradicional, confirman la insistencia de Marx en la imposibilidad de implantar el socialismo en una sociedad que no se halle en una etapa de capitalismo avanzado". Aunque es evidente que los hechos suponen otros problemas para el marxismo: "Ahora sabemos", explica, "que la idea de una planificación global de la sociedad es imposible. Los mercados tienen que funcionar de una forma más amplia para la racionalidad económica. No se puede decir que sólo porque las sociedades estaban atrasadas desde la perspectiva capitalista es por lo que no ha funcionado la planificación. Si se piensa en cómo se hace la planificación se ve que realmente no tiene sentido. El planificador nunca tiene la información que necesita para una planificación racional. Así que algunas de las creencias marxistas han sido negadas por la reciente historia de los así llamados países socialistas. Otras, han sido confirmadas, como la imposibilidad del socialismo en un nivel de bajo desarrollo de las fuerza productivas".
Planificación y mercado
Respecto a las partes del marxismo que, en su opinión, quedan afectadas por los acontecimientos en los países del Este europeo, la relacionada con la supuesta superioridad de la economía planificada sobre la de mercado le parece especialmente importante: "La idea de la planificación global es una de las favoritas de la tradición marxista y ello por dos razones distintas", explica Cohen, "la primera, porque se supone que la planificación es más eficiente económicamente que el mercado. Ahora sabemos que no es cierto. Tenemos que utilizar el mercado de forma más extensa. La gran pregunta es ¿cómo preservar la igualdad en un contexto de economía de mercado? La segunda razón, un error serio, es la creencia de que la sociedad debería ser capaz, de forma colectiva, de ver lo posible y dirigirse de forma global como un todo. Es un error creer deseable que una sociedad deba comportarse así. Mientras lo haga el individuo no hay razón para que lo haga la sociedad".
Cohen no rechaza de plano toda planificación: "Hay problemas específicos, como los desastres ecológicos, la provisión de energía, el tráfico, el desarrollo regional, que requieren ciertas dosis de planificación, pero se trata de cuestiones concretas. Ya no se trata de que sea deseable que la sociedad, como un ser colectivo., tenga que saber a dónde ir y tomar una dirección. En eso estaba equivocado el marxismo tradicional.
La aparición de su primera obra (La teoría de la historia de Karl Marx. Una defensa, Oxford, 1978, versión castellana en Siglo XXI, Madrid, 1986) provocó una cierta conmoción en las filas filosóficas de la izquierda. Cohen abordaba el marxismo utilizando las armas, el lenguaje, los instrumentos del pensar propios de uno de sus antagonistas: el pensamiento analítico. De entonces le ha quedado un gusto por la claridad y un desdén puesto con frecuencia de relieve por los filósofos que utilizan la retórica más allá de lo prudente.
El segundo elemento que ponía de relieve su obra era el de la escasez. "Llegué a la noción de escasez", afirma, "al preguntarme por qué el desarrollo de las fuerzas productivas era tan importante. Deduje que si lo era, también debía serlo la ausencia de desarrollo. Pero la escasez es una noción fundamental ya en Marx, especialmente en La ideología alemana".
Desde la escasez, ve el marxismo como un combinado en el que conviven una parte de pesimismo y dos de optimismo. El pesimismo le lleva a decir que la escasez existe y es la base del conflicto, de forma que éstos no desparecerán mientras no lo haga aquella; el doble optimismo le lleva a afirmar que es posible vencer la escasez también el conflicto social.
Respecto al presente inmediato anota con preocupación la tendencia de "muchos marxistas a afirmar demasiado deprisa que las dificultades ecológicas del capitalismo prueban que éste ha sido superado. Y sería una ironía que después de haber sostenido la tradición marxista la superioridad productiva del socialismo sobre el capitalismo, su capacidad de producir más, tengamos que acabar concluyendo que la verdadera cuestión es, quizá, producir menos".
Babelia
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