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Muere el escritor Javier Pastor a los 62 años

Ajena a las tramas convencionales, su literatura estaba llena de humor cáustico

Javier Pastor, en 2009, durante una entrevista sobre su libro ‘Mate jaque’.
Javier Pastor, en 2009, durante una entrevista sobre su libro ‘Mate jaque’.

El escritor Javier Pastor Seco ha muerto esta madrugada a causa de un cáncer. Nacido en Madrid en 1962, sus novelas le granjearon un estatus de autor de culto, es decir, prestigioso, pero también arriesgado, un segundo requisito que cumplía a rajatabla, hasta el punto de desconcertar o irritar a una parte de la crítica mientras otra se rendía a sus pies. Su gran valedor fue siempre Juan Goytisolo, y no por casualidad, puesto que su literatura se inscribía en la estela de Carajicomedia: los libros de Pastor, deliberadamente alérgicos a la trama convencional, tenían mucho que ver con aquel humor arborescente, lingüístico y cáustico. Ideológicamente, la conexión con Goytisolo no era menos natural en un licenciado en filosofía que aprendió a la sombra de Javier Sádaba y fue profesor en colegios de la Institución Libre de Enseñanza.

Yo conocí la literatura de Pastor en 2006, cuando Bruguera publicó Esa ciudad, tal vez su mejor libro, aunque no el primero, puesto que antes ya había dado a conocer, además de algunos trabajos iniciáticos, la novela Fragmenta (Lumen, 1999). Pero Esa ciudad logró llamar la atención de la prensa y de los lectores más literarios. Nada más conocer la noticia de su muerte he desempolvado (literalmente: guardo los recortes de aquella época, desaparecida en redes, en una caja) la reseña que le dediqué entonces. Se nota que me lo pasé bomba con el libro, al que encontré parecidos con Quevedo o Gracián pero también con los topónimos, antropónimos e insultos de Mortadelo. Y aunque entonces yo escribía fatal, sí dejé caer una idea que igual tiene sentido, a saber, que Pastor demuestra que “la realidad supera a la trama, pero no a la ficción”. Sea como sea, por esas páginas desfilaban el “Opus gay”, el nacionalismo vasco (al que zurraba de lo lindo), el terrorismo, y una escatología bastante liberadora.

Javier Pastor en una entrevista.
Javier Pastor en una entrevista.

Luego vino Mate jaque, que en 2009 supuso su desembarco en la editorial Random House (en aquel momento, Mondadori) y una suerte de consagración en el mapa de la literatura exigente española. Se trata de una novela breve, más desconcertante todavía que la anterior, también más pesimista, a ratos incluso cruel, que gira en torno a una pareja y se sirve de las reglas del ajedrez como recurso compositivo y de los monólogos interiores como estrategia para desdibujar los contornos de cuanto ocurre en ella. La recuerdo inmersiva y mucho menos humorística, si bien envuelta en cierta negritud, no exenta de sarcasmo. En todo caso, confirmaba que Pastor era un autor a la contra de la tendencia que por aquel entonces ya había tomado al asalto la narrativa del siglo XXI, es decir, la preeminencia del tema sobre el lenguaje. Justo al contrario que en Mate jaque.

En 2016, Mondadori ya era Random House y Pastor volvía a las librerías con Fosa común, lo más parecido que el autor hizo jamás a un libro “a la moda” (no se crean que mucho): era el tiempo de la autoficción y, un poco como haría Miguel Ángel Hernández unos años después con El dolor de los demás, nuestro novelista rescataba un crimen que afectó a una amiga de la infancia para indagar en su propia memoria, que enseguida vinculaba a la del país (el libro viaja a 1975), y que tenía una traducción estilística compleja, digamos que barroca, desde luego grotesca. Es el más irregular de los tres libros que comento aquí, pero cuidado, el desborde pastoriano mantenía su capacidad de arrastre.

Ahora, la muerte de Pastor ha coincidido con la aparición de su nueva novela, Lo absurdo. La publica una editorial pequeña, Ediciones del Azar, gracias a la labor de su amigo, el traductor Enrique Gil Delgado. Se trataba de ganarle la carrera a la enfermedad, y se ha conseguido: el autor llegó a tener el libro en sus manos. Su distribución ya está en marcha, y Pastor dejó dicho que Goytisolo se habría muerto de risa con él. Previsiblemente, nosotros también. En el cajón (es un decir) quedan más materiales inéditos, entre ellos, otra novela.

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