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HACIA UNA NUEVA EUROPA

El Bundestag reconoce la actual frontera con Polonia

El canciller federal, Helmut Kohl, pese a ceder en parte, consiguió imponer a sus compañeros de coalición su concepto sobre las fronteras polacas. El Bundestag (Parlamento de la República Federal de Alemania) aprobó ayer la moción por la que reconoce las actuales fronteras con Polonia, si bien los diputados de la coalición gubernamental -únicos votantes del texto- incluyeron un último párrafo sobre el polémico tema de las reparaciones de guerra. En él se indica que la renuncia firmada por Varsovia en 1953 a las compensaciones por los daños causados por el Ejército hitleriano debe aplicarse a la futura Alemania unida.

"El Bundestag propone que los Gobiernos y Parlamentos alemanes elegidos libremente hagan una declaración conjunta inmediatamente después de las elecciones en la República Democrática Alemana. Esta proposición se basa en la declaración de este Parlamento del 8 de noviembre de 1989", empieza el texto."La declaración conjunta debe decir básicamente que el pueblo polaco tiene que saber que los alemanes no pondrán en duda su derecho a vivir en fronteras seguras, ni ahora ni en el futuro. Es el objetivo de esta declaración afirmar la invulnerabilidad de las fronteras de Polonia como fundamento irrenunciable para la convivencia en Europa", prosigue la primera parte de la moción aprobada ayer con los únicos votos de democristianos (CDU-CSU) y liberales (FDP).

Sin embargo, y pese a la irritada reacción internacional suscitada cuando Kohl puso el tema sobre el tapete, el Bundestag incluyó un último párrafo que, si bien no relaciona directamente una cosa con la otra, sí indica que "la renuncia de Polonia a las reparaciones por parte de Alemania del 23 de agosto de 1953 y la declaración conjunta entre el primer ministro Tadeusz Mazowiecki y el canciller Helmut Kohl del 14 de noviembre de 1989 serán vigentes para la Alemania unida".

En 1953, Polonia, forzada por la Unión Soviética, renunció a las reparaciones que le correspondían de zona de ocupación soviética, ya convertida en la RDA. El pasado mes de noviembre, Varsovia se comprometía a respetar los derechos de la minoría alemana en los territorios de Silesia, Pomerania y Prusia Oriental, que pasaron a formar parte de Polonia cuando dicho país fue trasladado hacia el Oeste después de la II Guerra Mundial.

Kohl recibió durísimos ataques de la oposición, que le acusó de poner en peligro la unidad alemana con su falta de tacto y su política de hechos consumados.

"Comparado con la política exterior del canciller", dijo el líder del SPD, Hans-Joachim Vogel, "el proverbial toro en la tienda de porcelana parece una bailarina de ballell". La propuesta del SPD, así como la de los verdes, que fueron derrotadas, contemplaban la creación de una fundación que se encargaría de compensar, aunque fuera simbólicamente, a quienes fueron obligados a realizar trabajos forzosos para el régimen nazi.

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Preparando reclamaciones

Kohl argumentó la inclusión del tema de las reparaciones asegurando que "es indiscutible que en Polonia y en todas partes se están preparando reclamaciones. Éste no es un problema artificial y, por tanto, debe ser considerado".

Lo que sí quedó probado ayer es que la temible Federación de Expulsados (BdV), que había amenazado con hacer caer el Gobierno si se cedía en el tema de las fronteras y que aseguraba contar con el apoyo de 30 diputados conservadores, no tiene la fuerza de la que se vanagloriaba. Tan sólo cinco diputados conservadores se abstuvieron en la votación de la moción, y otros siete votaron aparte una reserva. Incluso el canciller Kohl tuvo palabras de reproche para con Herbert Cjaja, el presidente del BdV y diputado de la CDU, durante su intervención.

Falta saber ahora cuál va a ser la reacción de este grupo de presión que asegura representar a 14 millones de alemanes. Por de pronto, Alois Wechselberger, director de las Juventudes de Silesia en Austria, que agrupan a unas 5.000 personas, afirmó que si se concretaba "un segundo Tratado de Versalles" en el que se consolide la línea Oder-Neise, Polonia tendrá que aceptar un levantamiento de la minoría germana al estilo de la intifada, informa Vivianne Schnitzer desde Viena.

Según Wechselberger, que propuso que 114.000 kilómetros cuadrados del territorio polaco que linda con la frontera deberían ponerse bajo administración de las ONU y ser desmilitarizados, 2,5 millones de expulsados o sus descendientes estarían dispuestos a reinstalarse allá.

Por su parte, el ministro de Exteriores, el liberal Hans-Dietrich Genscher, que amenazó con romper la coalición si Kohl no se pronunciaba sobre el tema de las fronteras, aceptó finalmente la componenda y dedicó su intervención a insistir en que la Alemania unificada debe permanecer en la Alianza Atlántica.

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